El dominicano fue una de las piezas movidas durante la fecha límite de cambios, pasando de estar en un equipo sotanero a uno con aspiraciones de postemporada.
Ramón Laureano volvió a ser centro de conversación durante la pasada fecha límite de cambios, cuando en una transacción que lo involucró junto a Ryan O’Hearn, el dominicano pasó desde Baltimore Orioles a San Diego Padres.
Laureano, en un momento determinado de su carrera, tenía una proyección interesante como miembro de los entonces Oakland Athletics, siendo visto por mucho como un jugador con posibilidades de ser rostro de la franquicia dadas sus cualidades ofensivas y defensivas. La realidad es que las cosas terminaron funcionando mal para el quisqueyano, quien entre problemas de salud y una suspensión por uso de sustancias para mejorar el rendimiento, terminó su tiempo junto al conjunto con el que llegó a MLB.
Desde entonces, Laureano ha sido una especie de pieza para añadir profundidad en los equipos, habiendo jugado con cinco organizaciones distintas desde 2023 a la fecha. En 2023 fue cambiado desde los Athletics hacia Cleveland Guardians, con quienes estuvo hasta 2024, antes de ser dejado en libertad y recontratado por Atlanta Braves. Para 2025 aseguró un contrato con Baltimore y posteriormente llegó a San Diego.
Lo interesante de todo, especialmente desde el año pasado en adelante, es que Laureano ha vuelto a demostrar de manera consistente las mismas herramientas que en un momento hicieron pensar que sería una estrella en la liga, aunque en un rol que no ha sido el de titular.
De hecho, junto a los Orioles, Laureano tuvo uno de los mejores tramos ofensivos de toda su carrera a lo largo de 82 encuentros, bateando para .290 con OPS de .884, 15 jonrones y 46 remolcadas, los cuales no son su máximo de carrera, pero sí representan parte de un bWAR de 2.9, el segundo mejor en su paso por MLB. Sin embargo, en medio de un año para el olvido por parte de los Orioles, la temporada del dominicano estaba pasando por desapercibida.
Los Padres, buscando mejorar en los jardines, se hicieron de los servicios de alguien que, además de darles profundidad, se ha mantenido productivo con el bate a lo largo de todo el año. De hecho, en cuatro juegos desde que empezó a vestir la camiseta de los Padres, Laureano ya muestra su producción con cinco hits en 16 turnos oficiales, lo que se traduce en un promedio de .313. Su OPS es de .938, tiene un jonrón y dos remolcadas. La muestra es pequeña, pero con todo lo hecho en el año, debe ser alentadora.
Laureano pasó de estar en un equipo con pocas posibilidades a un verdadero contendiente a la postemporada y a pesar de no ser considerado como una estrella, sí tiene la oportunidad de convertirse en un gran contribuyente a lo que están construyendo los Padres. Solo el tiempo y su desempeño, podrán determinar si el movimiento fue adecuado, pero de momento, parece ser una de las transacciones de mayor potencial de la pasada fecha límite de cambios.
