Los nuevos dueños de los Marlins de Miami deben haber tomado nota del Festival de los Fanáticos celebrado este fin de semana en el Marlins Park para tener una idea de lo que les espera en la temporada del 2018.
Aunque el equipo informó que entre siete y 10 mil aficionados pasaron por las puertas del parque durante el evento, lo cierto es que, a duras penas, se contaba un millar de asistentes.
Sin embargo, lo que se respiraba entre los directivos y peloteros presentes era, créanlo o no, puro optimismo.
Desde que llegó a dirigir a los Marlins en 2016, pocas veces se ha visto más sonriente a Don Mattingly, quien dijo estar emocionado ante el reto que se avecina al frente de un equipo lleno de jóvenes figuras, desconocidas para la gran mayoría del público.
“Este es el sueño de un entrenador. Poder enseñar y desarrollar a estos chicos, moldearlos para conseguir algo que usted piensa que va a ser especial y sostenible”, manifestó Mattingly. “Es cierto que el año pasado teníamos una buena alineación, pero también sabemos que quedamos a 10 juegos del comodín con esos jugadores”, agregó el manager al referirse a Dee Gordon, Giancarlo Stanton, Christian Yelich y el dominicano Marcell Ozuna, los cuatro primeros hombres en la tanda de los peces en 2017 canjeados durante el invierno por valiosos prospectos.
“Vamos a trabajar duro desde el primer día de los entrenamientos primaverales, sin hacer caso a quienes pronostican que perderemos muchos juegos. Eso se lo podemos asegurar a los fanáticos”, indicó Mattingly.
Entre las caras nuevas que se veían en el estadio, ninguna esbozaba una sonrisa más amplias que la de Lewis Brinson, el prospecto llegado a Miami en el canje por Yelich con los Cerveceros de Milwaukee y que luchará por un puesto en los jardines de los Marlins.
“Uno siempre sueña con llegar a las Grandes Ligas, sea con el equipo que sea, pero hacerlo con el equipo de tu casa, al que has seguido desde niño, es algo que no puedo explicar”, señaló Brinson, residente de Fort Lauderdale, ciudad a escasas 27 millas (43 kilómetros) al norte de Miami.
También lleno de esperanza, el dominicano Magneuris Sierra, proyectado para ser el jardinero central y primer bate en el juego inaugural del 29 de marzo, recorría los pasillos del Marlins Park.
Sierra, de 21 años, llegó desde los Cardenales de San Luis en el canje por su compatriota Ozuna y agradece las circunstancias que se le presentan en esta ocasión.
“En San Luis no llegaba al campo de entrenamiento tratando de ganarme un puesto en el roster de Grandes Ligas. Aquí llego con más confianza, sabiendo que el equipo cuenta conmigo desde el primer día”, dijo Sierra, quien que debutó en la gran carpa el año pasado y promedió .317 en 60 turnos al bate.
“Sin embargo, no me confío demasiado y sé que tengo que trabajar duro desde el principio, pues hay muchos jóvenes que también quieren ganarse un lugar”, agregó.
Su compatriota Jose Ureña también conversó animadamente con los medios, a quienes aseguró estar listo para asumir el liderazgo de la rotación.
Ureña fue la más grata sorpresa del pitcheo de los Marlins en 2017, pues de comenzar con un signo de interrogación el spring training, terminó con los mejores números de cualquier pitcher del staff con marca de 14-7 y efectividad de 3.82 en 28 aperturas.
“Los resultados del año pasado me dieron fuerza para seguir trabajando y prepararme duro en el invierno. Espero repetir los números del año pasado, aunque no me fijo una meta específica sino salir cada día a dar lo mejor de mí”, aclaró el lanzador.
Con cierta resignación se le vio al receptor J.T. Realmuto, quien ha solicitado ser cambiado de equipo ante la reconstrucción de los Marlins.
El enmascarado dijo que se prepararía para la temporada de la misma manera que en años anteriores, sin importar si comienza en Miami o en otro sitio.
“Una vez que la temporada comience, todo esto va a quedar atrás”, dijo Realmuto.
El nuevo segunda base, Starlin Castro, quien también expresó el deseo de ser canjeado para no sufrir un nuevo proceso de reconstrucción, aparentemente ha cambiado de opinión.
“Estoy muy feliz aquí. He sentido que están contentos de tenerme y Miami es un lugar especial para nosotros los latinos”, indicó el intermedialista.
Castro comenzó su carrera en 2010 con los Cachorros de Chicago, que lo justo antes de ganar su primera Serie Mundial en 108 años, lo canjearon a los Yankees de Nueva York.
En los Yankees vivió la reconstrucción de esa franquicia y ahora que parecen estar en condiciones de competir, lo cambiaron a Miami.
“Esto es un negocio. Ahora mismo estoy muy contento del papel que me tocará, como veterano, de guiar a los muchachos más jóvenes”, manifestó el quisqueyano, próximo a cumplir 28 años, ocho de ellas en las Mayores.
Lamentablemente, ese optimismo no pudo ser percibido por la escasa asistencia al FanFest, lo que obliga a los Marlins a dejar el alma en el terreno para tratar de convencer a los aficionados de que el optimismo está justificado.