LOS ÁNGELES -- Para Steve Pearce todo comenzó como un sueño y terminó como la mejor de las realidades.
El primera base de los campeones Medias Rojas de Boston fue nombrado el Jugador Más Valioso de la Serie Mundial por el más oportuno de los bateos, más allá de sus estadísticas.
Pearce conectó tres cuadrangulares en los dos días finales del Clásico de Otoño y empujó siete carreras en ambos. Más allá lo hizo para meter freno a las aspiraciones de los Dodgers cuando su equipo más necesitaba.
Este domingo, en el quinto y definitivo juego de la serie, abrió con un contundente garrotazo de dos carreras en la primera entrada, para de inmediato poner tono y presión al as de Dodgers de Los Ángeles, Clayton Kershaw.
El abridor de los Dodgers en realidad se compuso en sus pitcheos, pero nunca se recuperó mentalmente, sobre todo por su pasado en postemporada...
Y luego en la octava entrada, disparó el segundo jonrón de la noche, por si alguna duda quedaba sobre el equipo campeón de las Grandes Ligas, amarrando el resultado definitivo.
Similar sucedió el sábado, en el Juego 4, que fue en realidad el que casi noqueó a los Dodgers en la serie. Primero, en el octavo inning, pegó jonrón para empatar 4-4 el partido en el que los Medias Rojas perdían 4-0 desde la sexta entrada y la novena dio doblete productor de tres carreras para sentenciar.
Además, recibió cuatro bases por bolas y nunca se ponchó en la Serie Mundial.
''Ha sido el año más divertido de mi vida y el manager Alex Cora es parte de eso'', dijo Pearce. ''Ha sido increíble jugar para ellos y no puedo esperar para ver qué nos depara el futuro. El beisbol es un deporte divertido. Estoy bendecido de estar aquí ahora mismo''.
Pearce se confesó seguidor de los Medias Rojas desde que nació en Lakeland, Florida, a unas cuantas millas del campo de entrenamiento primaveral del equipo de Boston.
Su paso por las Grandes Ligas fue mucho más intrascendente por todos los rivales divisionales de los Medias Rojas, hasta que fue canjeado de Azulejos de Toronto a Boston el verano pasado.
''He jugado contra estos muchachos por tanto tiempo que hasta los conocía perfectamente de lo mucho que tuve que enfrentarlos en el terreno de juego'', dijo Pearce, de 35 años. ''Y en realidad nunca los conoces tan bien, hasta que eres parte de ellos. Ha sido un sentimiento muy bueno para mí''.