HOUSTON - Los espectadores vestidos de naranja bajo el techo del Minute Maid Park explotaban en algarabía. El tren sobre la calle de Crawford silbaba. Alrededor del infield, una pequeña horda de jugadores jubilosos se convirtió en una gran celebración.
Por segunda vez en la historia de la franquicia, los Houston Astros son campeones de la Serie Mundial. Esta vez, la novena lo ganó frente a sus animados aficionados y en el corazón de Texas.
Esa parte era novedosa, pero lucía familiar. Por tercera vez en cuatro temporadas, el calendario de Major League Baseball terminó en Houston. Los dos títulos de Astros han llegado en un lapso de seis temporadas, con el primero, el infame campeonato de 2017. En cada campaña entre ese título y éste, Astros avanzó al menos a la Serie de Campeonato de la Liga Americana, impulsando su racha de apariciones en esa ronda a un número increíble, seis.
Bajo estos hechos simples, surge una pregunta obvia: ¿estamos viendo a la dinastía más joven del beisbol?
"No creo que nos veamos así", dijo José Altuve, en el terreno de juego tiempo después del último out. "Simplemente, nos vemos como un equipo que se preocupa por ganar, que sale y juega fuerte y cuando funciona, es como esta noche".
Dejando de lado la modestia de Altuve, la respuesta a la pregunta de la dinastía depende de cómo definas la palabra. Estos Houston Astros, campeones del beisbol son una dinastía y las razones por las cuales sí lo son van más allá de un simple conteo de series ganadas y banderines de campeonato.
En realidad, la definición de diccionario de una dinastía tiene menos que ver con una pertenencia ininterrumpida de dominio que con el concepto de sucesión: un grupo gobierna sobre todos los demás, incluso a medida que evolucionan las identidades de ese grupo.
En el mundo compacto de los deportes estadounidenses del siglo XXI, los Astros han logrado una versión así: un período de dominio de seis años que ha presentado un elenco principal de jugadores y ejecutivos que han rotado, pero que ha acumulado cinco campeonatos de división y participaciones anuales en playoffs.
Desde 2017, Houston ha promediado 98.4 victorias en 162 partidos jugados. Ése es un nivel que sólo otros pocos han alcanzado durante la era divisional. Los Glavine-Maddux-Smoltz Atlanta Braves promediaron 100.8 victorias en 162 juegos durante su mejor racha de seis años. Los New York Yankees de la era Derek Jeter alcanzaron un máximo de 99.9. Los Earl Weaver Baltimore Orioles llegaron a 98.8 y la Big Red Machine de Cincinnati, en la década de 1970, llegó a 99.1.
El principal rival de Astros por la supremacía dinástica en la actualidad son los LA Dodgers, con 105.8 victorias por cada 162 en las últimas seis temporadas. Ése es un nivel alcanzado sólo por los Chicago White Sox en la era de la bola muerta. Pero los Astros tienen dos títulos contra uno de los Dodgers en ese lapso, vencieron a Los Ángeles en su único enfrentamiento de postemporada cara a cara en 2017 y poseen 52 victorias en los playoffs contra las 40 de los Dodgers. Solo a principios del siglo XXI, Los Yankees han ganado más juegos de playoffs en seis temporadas.
Todo esto suena bastante dinástico. Sin embargo, lo que realmente define a los Houston Astros de 2022 como una dinastía moderna es que este equipo campeón es que apenas se parece a su versión anterior ganadora del título. Solo cinco miembros de los campeones de 2017 siguen en el lineup de este año. Las fortalezas del equipo y el estilo en el terreno han evolucionado. Quienes toman las decisiones clave son diferentes.
Y, tal vez, la forma en que la historia juzgará a este segundo equipo campeón de los Astros también será muy diferente.
ES SEGURO que un segmento considerable de aficionados al beisbol impedirá que ciertos Astros olviden por completo las transgresiones pasadas. Eso fue evidente a lo largo de esta participación en playoffs, pues, incluso los novatos desconocidos, como el bateador designado David Hensley, se convirtieron en blanco de de abucheos ilógicos en Philadelphia durante la Serie Mundial. Nadie sabía realmente quién era Hensley, pero él estaba allí, vestido con ese naranja de Houston. ¡Buuu!
Pero demos un vistazo más de cerca a la celebración después del último out del sábado. Las fotografías de lado a lado en ese mar de celebración y la que siguió al último out en el Dodger Stadium que terminó la serie de 2017 serían ilustrativas, porque muy pocos de los jóvenes representados estarían en ambas fotos.
En 2017, Jeremy Peña era un destacado shortstop de 20 años de la Universidad de Maine. Nadie sabía que sería una selección de tercera ronda en junio siguiente. Nadie predijo que se convertiría en el sucesor de Carlos Correa, uno de los jugadores más talentosos en la historia de Astros y de valor más que probado. Entre otras hazañas, Peña se convirtió en el primer campocorto novato en ganar un Guante de Oro, superando, entre otros, a Correa.
En la postemporada, Peña fue un pilar en la carrera por el título de los Astros, conectó cuatro jonrones y mostró su defensa ganadora de premios, todo, mientras en sus apariciones en los medios, se presentaba como un veterano que ha estado ahí. Ganó los honores de MVP en la victoria de la ALCS sobre Yankees, y luego fue nombrado MVP de la Serie Mundial.
"Nunca lo vi como tener que llenar otros zapatos", dijo Peña después del Juego 5. "Solo tenía que entrar y ser yo mismo, jugar mi beisbol".
¿Qué es lo que no gusta de Jeremy Peña?
"Estoy tan orgulloso de él", dijo Alex Bregman después del juego decisivo. "Ha aprendido a lidiar con el fracaso. Nunca lo ha detenido. Siempre ha sido un hombre enfocado en la misión desde que llegó aquí, sólo para ser él mismo. MVP de la Serie de Campeonato, MVP de la Serie Mundial, campeón mundial en su primer año. Es bastante especial".
Framber Valdez tampoco estuvo presente en 2017. En ese entonces, estaba ascendiendo en la escala organizacional de Houston, luchando en Doble-A. Ahora es candidato al Cy Young y héroe de la Serie Mundial.
Quizá odies a los Houston Astros, pero ¿cómo puedes odiar a Framber Valdez?
Puedes hacer el mismo ejercicio con muchos de los jugadores centrales más jóvenes de los Astros, como Cristian Javier, quien hizo el trabajo difícil en el histórico juego sin hit combinado de Houston en el Juego 4.
¿Qué hay de Yordan Álvarez, quien conectó un jonrón gigantesco para darle a Astros la ventaja el sábado por la noche? No debutó en las Mayores con Houston hasta 2019 y rápidamente se estableció como uno de los bateadores más completos y respetados del beisbol. ¿Qué pasa con el dulce swing de Kyle Tucker, quien debutó en 2018?
¿Qué pasa con los veteranos como el cerrador Ryan Pressly o, para el caso, cualquiera de los lanzadores? ¿Qué pasa con Justin Verlander, quien se unió a Astros durante uno de los momentos más conmovedores en la historia de la franquicia?
Por un tiempo, parecía que ése sería el legado del equipo de 2017, uno de inspiración. Verlander fue adquirido momentos antes de la fecha límite de cambios de esa temporada, justo después de que el equipo regresara a Houston tras ser desplazado por el huracán Harvey.
Verlander llegó al equipo entre la unión de comunidad que apenas había comenzado a resolver las consecuencias de la tormenta y se ha convertido en parte de esa comunidad mientras continúa lanzando a nivel del Salón de la Fama.
Realmente, cualquier reminiscencia hacia el lineup de Astros probablemente esté dirigida a los únicos tres jugadores de posición actuales que estaban en la alineación de esos campeones manchados de 2017. Es decir: Bregman, Yuli Gurriel y Altuve.
Bregman se ha convertido en un inamovible de Houston dentro y fuera del terreno y ha mantenido su estatus como uno de los mejores tercera base antes, durante y después del escándalo. Se ha mantenido constante incluso cuando ex compañeros de equipo All-Star como Correa y George Springer se convirtieron en agentes libres adinerados.
Pero la historia de la actual generación de Astros no se puede contar sin considerar el largo y tortuoso viaje de Altuve. Estuvo allí incluso antes de que comenzara la reconstrucción que llevó a estos Astros. Él estaba allí cuando comenzó la victoria. Ha sido un Astro durante tanto tiempo que el equipo todavía estaba en la Liga Nacional cuando comenzó.
Altuve ha sido blanco del desprecio de los aficionados con el resto de sus compañeros de equipo en los últimos años, todo mientras sigue siendo el mismo atleta de voz gentil que siempre ha sido. Entre los cánticos en contra y algunos de los abucheos más fuertes para cualquiera de los Astros, Altuve se las ha arreglado para imponer números de All-Star que algún día podrían alcanzar el nivel de Salón de la Fama.
Pero si todo esto pesaba en la mente de Altuve después de la victoria, no lo dijo.
"Estoy súper feliz en este momento y disfruto el momento", comentó.
Altuve vuelve a ser campeón. ¿Serán las cosas diferentes para él a partir de este punto? ¿Pueden los fanáticos fuera de Houston, donde siempre será adorado, regresar a un lugar de aprecio por uno de los talentos más singulares del beisbol?
A TRAVÉS DE TODO ESTO, los Astros han evolucionado no solo en el lineup, sino también en la forma en que se acercan a la victoria.
Esta franquicia es una máquina de beisbol organizacional que continúa funcionando incluso después de que el escándalo provocó cambios en el terreno y detrás de escena. James Click, el ejecutivo de voz tranquila y experto en análisis, se hizo cargo de una de las oficinas principales más competentes del deporte y, bajo su dirección, los Astros no han perdido el ritmo. De alguna manera, incluso, han evolucionado a una forma superior, especialmente, dada la profundidad de su pitcheo que es la envidia de las Mayores.
Entonces también llegó Dusty Baker, y la sola presencia del amado manager restauró un poco de integridad a los Astros cuando lo necesitaban con urgencia. Ahora, a cambio, su talentoso club le ha dado a Baker su primer campeonato como manager tan buscado y que cierra el círculo en su carrera.
Aunque no es que estuviera preocupado.
"La preocupación simplemente te impide dormir", dijo Baker después del Juego 5. "Y hay un viejo dicho que dice que no te preocupes porque la preocupación se preocupa por sí misma. Preocuparse no sirve para nada".
A través de esas adiciones y mucho más, los Astros se han mantenido a la vanguardia del mundo del beisbol debido a la excelencia en la exploración, el desarrollo y la innovación analítica.
Es un equipo diferente en el terreno de juego: el club de 2017 fue más explosivo a la ofensiva, con un lineup repleto de jugadores habilidosos como Springer y Correa. Sin embargo, en 2022, el equipo hace menos daño con la pelota en juego, lo que los hace más dependientes de los batazos largos para mantener la pizarra en movimiento.
Los anteriores campeones de Houston fueron un buen equipo, no grandioso, para evitar carreras, pero, gracias, en gran medida, al enfoque de Click en el desarrollo del pitcheo, el club de 2022 es una muralla, instalándose entre la élite en efectividad, carreras permitidas, ponches, bases por bolas permitidas y eficacia defensiva.
Es una ruta diferente hacia el mismo lugar. Los Astros han reclamado este éxito a largo plazo al presentar a un prospecto tras otro y realizar cambios específicos y firmas de agentes libres. Han desarrollado este estilo para conformar su roster en lugar de invertir demasiado en un esfuerzo por mantener unido el antiguo núcleo.
Estos Astros no son esos Astros.
El proceso reiterativo en curso de un gran equipo que sigue siendo excelente mientras se reinventa a sí mismo con un movimiento a la vez plantea una pregunta: ¿Cuánto tiempo se puede vilipendiar a Astros? Esto no tiene nada que ver con el perdón o la redención. Se trata de un reconocimiento de una máquina de beisbol única y de gran funcionamiento.
"Creo que los muchachos que estuvieron aquí en 2017 probablemente se lo deban más a los muchachos que no estuvieron", dijo el lanzador Lance McCullers Jr. "Tuvieron que lidiar con todo desde que llegaron a nuestro equipo".
¿Este campeonato permite a los Astros pasar completamente la página del escándalo? La verdad es que no tienen que hacerlo, porque eso sucedió hace mucho tiempo. Todos los jugadores de Astros, los que estuvieron y los que no, lo han escuchado en los últimos años. Realmente ya no importa.
"Realmente, no nos importa lo que piensen los aficionados", dijo Ryan Pressly después del Juego 5 en Philadelphia, donde la virulencia fue casi tangible. "Dondequiera que vamos, nos abuchean. Es Houston contra todos ustedes".
En medio de toda la indignación y la controversia y, a menudo, el desdén exagerado, los Astros se han mantenido como una organización de beisbol, mejor que la mayoría, seguro, y quizás la mejor de todas. Al hacerlo, se han convertido en lo que el equipo de 2017 parecía muy capaz de lograr: una dinastía.
Las dinastías pueden desaparecer bastante rápido: la historia está plagada de ejemplos de aquellos que dominaron durante mucho tiempo y luego desaparecieron repentinamente. También podría pasarle a los Astros, pero la apuestes no es a que suceda pronto.
Simplemente, existe demasiado talento y redundancia construyendo alrededor de la organización y demasiadas personas inteligentes que aún dirigen el barco en la dirección correcta, incluso, aún sin conocer el destino inmediato de Baker y Click, cuyos contratos están por vencer.
Baker, ciertamente, podría decidir retirarse, por lo que puede esperar la llamada el próximo año diciéndole que ha sido elegido para el Salón de la Fama como manager. Pero si eso sucede, los Astros pueden elegir a un digno sucesor, tal vez el coach de banca Joe Espada, una voz respetada dentro del equipo que ha sido pasado por alto varias veces en el carrusel de manejadores del beisbol en los últimos años.
El talento, la profundidad en las Ligas Menores, los recursos financieros y, quizás lo más importante, los sistemas (análisis, desarrollo, exploración) permanecen en su lugar. Mientras sea ése sea el caso, hay pocas razones para creer que este motor va a chisporrotear. Ámalos u odialos, es tu elección. Pero los Astros de Houston han construido una de las máquinas de beisbol más eficientes de este siglo.
"No me gusta usar el término dinastía", dijo Bregman. "Pero tenemos muchos muchachos que van a regresar. Así que creo que la ventana todavía está abierta".
La dinastía eventualmente se derrumbará, como todas las dinastías. Por ahora, sin embargo, los Astros han demostrado a todos, tanto a los defensores como a los detractores, que esta organización se trata de mucho más que un título emborronado.
Los Astros son los campeones no sólo de la temporada, sino de la era actual. Son, en todos los sentidos, una dinastía de beisbol de buena fe.