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Jake Arrieta nos puso a soñar

Por espacio de cinco innings y un tercio, el derecho Jake Arrieta nos puso a soñar con la posibilidad de ver el segundo juego sin hits, ni carreras, en la historia de las Series Mundiales.

Pero en el sexto, con un out, Jason Kipnis se encargó de romper la magia y dejar nuevamente solo a Don Larsen como único en conseguir la hazaña con aquel juego perfecto ante los Dodgers de Brooklyn en 1956.

De todos modos, Arrieta lanzó un partidazo de ribetes excepcionales, para guiar a los Cachorros de Chicago a un triunfo de 5-1 sobre los Indios de Cleveland y mandar la serie mundial empatada al terreno del Wrigley Field.

De la misma manera en que en el primer juego no importara las piezas que moviera Joe Maddon ante Corey Kluber, en este segundo encuentro daba lo mismo cualquier cambio que ensayara Terry Francona.

Era la noche de Arrieta y ni Babe Ruth reencarnado le podía batear.

El derecho de los Cachorros se reivindicó, luego de dos salidas mediocres en la actual postemporada, en las que permitió en total 12 imparables y seis limpias en 11 entradas, para efectividad de 4.91 y con una derrota a su haber.

Ahora se fue con el triunfo tras 6.1 capítulos de faena, con par de hits y una carrera.

Del resto se encargó el bullpen. Mike Montgomery se ha convertido en una pieza fundamental del cuerpo de relevos de Chicago, pues es capaz de trabajar varios innings, según la necesidad del equipo, a diferencia de muchos apagafuegos que solamente vienen ante uno o dos hombres.

Y luego vino el show de Aroldis Chapman, el hombre que más rápido lanza una pelota de béisbol.

Por cierto, Coco Crisp le dio una rola a segunda sobre un pitcheo a 104 millas por hora. En el envío anterior, Crisp se había ido en blanco con un slider a 89 mph.

El lanzallamas cubano debería combinar más su slider, sobre todo luego de que un bateador es capaz de pegarle varios fouls sobre sus rectas supersónicas.

Este del miércoles fue uno de esos juegos lineales, en los que no hay una gran lucha táctica entre ambos managers. Las cosas transcurrieron por una canal hasta su punto final.

Trevor Bauer, abridor de los Indios, se presentó con muy poco en los envíos y fue atacado temprano por los oseznos, que al tomar rápida ventaja evitaron caer en manos del zurdo Andrew Miller y el derecho Cody Allen, los cerrojos del cuerpo de relevistas de Francona.

Mención aparte merece Kyle Schwarber. Parecía arriesgado colocarlo como quinto bate y designado después de pasar siete meses sin acción y haber tomado apenas unos pocos turnos una semana atrás en la liga otoñal de Arizona.

Y aunque todavía se nota un poco fuera de tiempo, ha conseguido batazos importantes a la hora buena.

En apenas siete turnos tiene más hits (3) que los conseguidos entre Jason Heyward, los cubanos Jorge Soler y Albert Almora Jr. y Chris Coghlan juntos en 55 veces al bate en la postemporada.

Sin embargo, ahora se le presenta un dilema a Maddon, con los próximos tres juegos en Chicago, donde no se usará el bateador designado y el lanzador estará en la alineación.

Schwarber ha confirmado ser un bateador recio y oportuno, pero defensivamente es superlativamente deficiente, además de no estar aún en su mejor condición física.

¿Qué hacer entonces? Vayan pensando la respuesta hasta el viernes, cuando se juegue por primera vez en 71 años un partido de Serie Mundial en el mítico Wrigley Field de la Ciudad de los Vientos.