Desde Carlos Correa, Francisco Lindor y Javier Báez hasta José Berríos, José De León y Edwin Díaz, el equipo de Puerto Rico estará repleto de jugadores jóvenes que debutan en el Clásico Mundial de Béisbol, todos con mucho deseo de hacer su propia historia en este y los siguientes encuentros mundialistas.
La cara de los futuros clásicos estará entre esos jugadores arriba mencionados y uno de ellos será el representante de esa generación en este escogido. Pero hay dos veteranos que siguen aportando excelencia en el terreno, veteranía, liderazgo y son representantes, a su estilo, la esencia del béisbol puertorriqueño.
Aquí, los candidatos ser la cara del equipo de Puerto Rico en el Clásico.
Carlos Beltrán: Cuando el jugador natural de Manatí fue seleccionado en la segunda ronda del sorteo de junio de 1995, Correa, Lindor y Báez aún no salían de sus cunas. Beltrán es el más veterano de los jugadores boricuas en el Clásico, pero a los 39 años, sigue tan vigente como siempre, como lo demuestra el hecho que seguramente será uno de los cañones grandes de la alineación boricua. En su carrera de potencial miembro del Salón de la Fama resaltan sus 2,617 hits, 421 jonrones y 321 bases robadas, sus 1,522 anotadas y 1,536 empujadas. En series cortas es implacable: su línea ofensiva (promedio de .323, promedio de embasamiento de .432, slugging de.646 y OPS de 1.078) compite con los grandes de octubre. Es uno de cuadro jugadores puertorriqueños que habrán participado en las cuatro ediciones del Clásico y nunca ha escondido el orgullo que tiene por llevar la camiseta boricua: "En mi primer turno de este Clásico", confesó después de jonronear ante Holanda en el segundo partido de la edición de 2006, "estaba tan emocionado que me sentía como si nunca hubiese jugado béisbol en mi vida".
Yadier Molina: El co-capitán del conjunto ha ido madurando con el Clásico Mundial. Ya era una estrella en ascenso en la primera edición, pero aceptó sin reservas ser el suplente del futuro miembro del Salón de la Fama, Iván Rodriguez. En 2009, Rodríguez seguía como la gran figura, pero Molina ya tenía un anillo de Serie Mundial y era reconocido como uno de los mejores receptores del juego. En 2013, con dos títulos de Serie Mundial, cinco Juegos de Estrellas y seis Guantes de Oro en su resumé, se convirtió en el gran líder de un pitcheo modesto que guió al conjunto a la Final frente a República Dominicana. Su promedio de .285 en las Mayores y cualquier atributo ofensivo es opacado por su certero y poderoso brazo, que ha retirado al 42 por ciento de potenciales robadores, y su maestría en el manejo de los lanzadores. Para esta edición, fue el gran aglutinador del conjunto: a través de las redes sociales, inspiró a otros jugadores a ponerse la camiseta.
Francisco Lindor: Carlos Correa también pudiera estar en este párrafo, pero así como el manager Edwin Rodrígez tiene que escoger a uno de los dos como su campocorto, quedaba un espacio para seleccionar entre dos iguales. Y ese, en este momento, debe ser Lindor. Le ha tomado 257 partidos en las Mayores al campocorto de los Indios de Cleveland convertirse en el rostro más reconocible de la nueva generación del béisbol boricua. En dos temporadas, el nativo de Caguas, llegó segundo en la votación de Novato del año, tuvo su primer viaje al Juego de Estrellas, ganó su primer Guante de Oro y bateó .310 en la postemporada mientras ayudaba a cargar a su equipo a la Serie Mundial. Si su campaña de novato (.313, 12 jonrones, 51 empujadas, 4.6 WAR) fue de ensueño, en la segunda (.301/.358/.435, 15 jonrones, 19 bases robadas, 5.7 WAR) logró consolidarse como uno de las superestrellas en ascenso del juego, junto a Correa.