Se termina la Q2 de la clasificación para el sprint del GP de Miami, sexta fecha de Fórmula 1, y ¡los dos Mercedes se quedan afuera! Lewis Hamilton, resignado y escondiendo su cara de abatimiento bajo el casco, se baja de su W15. Su lenguaje corporal es una señal clara del momento que vive. El cariño que la gente le muestra desde la tribuna de enfrente de boxes le alimenta la autoestima y levanta su brazo para saludar. En el medio, a ese opaco 12º lugar en el que quedó se le puede sumar una sanción porque le avisan que será investigado por los comisarios de la FIA por una infracción. Ya poco le importa. Su momento lo tiene a maltraer. Seguramente, su futuro en Ferrari lo aliente, pero su espíritu competitivo lo hace querer estar adelante hasta su último halito dentro de las Flechas.
Pero no hay caso. Después de sus tiempos de dominio absoluto en la era híbrida (2014-2021), el cambio reglamentario aplicado en los chasis en 2022, con el efecto suelo, terminó con el poderío alemán. Los ingenieros de Mercedes no pudieron desarrollar un auto que pudiera pelear por triunfos y título, como lo hicieron hasta 2021, que finalmente quedó para Max Verstappen. Para este año, con la vuelta de James Allison a la dirección técnica del equipo (en reemplazo del despedido Mike Eliott) se esperaba dar un paso adelante, pero no ocurrió.
Para Miami, el team de Brackley aceleró el trabajo para llevar una actualización y estrenaron un nuevo suelo, que inicialmente estaba previsto para Imola. Pero tampoco funcionó en las calles de Florida. Los dos pilotos se quedaron afuera de la Q3 y muy lejos. Para colmo, Hamilton rozó el muro en su intento final de Q2, aunque no sufrió grandes daños.
Cuando parecía que las cosas iban mal, pasaron a peor: un representante de Mercedes es citado por la FIA porque hubo mecánicos del equipo que trabajaron durante la Q2 sin el casco puesto. Parece increíble, pero es el colofón de un equipo que vivió una debacle, bien representada en la cara de Toto Wolff, su director, al ver sus autos fuera de la Q3.