El inglés cortó una sequía de 56 carreras sin triunfos al ganar de manera brillante el GP de Gran Bretaña y llegó a su noveno éxito en la mítica pista, récord de triunfos en un mismo circuito.
Ni al mejor guionista de cine del mundo podría haber escrito una historia mejor que la que protagonizó Lewis Hamilton en el GP de Gran Bretaña, 12ª fecha del ejercicio 2024 de Fórmula 1. Jamás habrá imaginado el heptacampeón después de ganar aquel ya lejano GP de Arabia Saudita de 2021 que entraría en una sequía de éxitos que parecía impensable en sus tiempos de dominio. Después de aquel festejo en Jeddah llegó la polémica definición de Abu Dhabi, que terminó con la primera consagración de Max Verstappen.
Después llegó el tiempo de padecimiento. De sufrir con un Mercedes poco competitivo con la llegada del efecto suelo con el nuevo reglamento técnico que se aplicó en 2022 y que las Flechas de Plata no lograron descifrar. Cambiaron el director técnico (volvió James Allison), pero no había caso. El rebote, ese maldito rebote que tantos dolores de espalda le provocaron a Hamilton. Su imagen al bajarse del auto sin moverse, por las contracturas, dieron la vuelta al mundo. No había caso, no volvía Mercedes, no volvía Hamilton.
Mercedes tuvo algunos atisbos de resurgimiento, como en Brasil 2022, con el triunfo de George Russell. Pero Hamilton no podía. Algunos podios sazonaban la situación, pero Lewis quería volver a ganar.
El 2024 lo comenzó con una noticia que sacudió a la Fórmula 1: su mudanza a Ferrari para 2025. La falta de competitividad de las Flechas, su coqueteo añejo con la Rossa, sus ganas de vestirse de rojo alguna vez, el jugoso contrato que le llegó de la cúpula de la casa de Maranello… Todo el combo generó que Hamilton tomara la decisión de dejar el equipo con el que tantas carreras y títulos ganó. Peor quería volver al triunfo con el team alemán.
Llegó el salto competitivo de Mercedes en el último puñado de carreras y la muestra cabal fue el éxito de Russell en Austria. Heredado, es cierto, por la batalla de Verstappen y Lando Norris. Pero ahí andaba el equipo comandado por Toto Wolff. Y llegó Silverstone, la casa de Lewis, el lugar en el que había ganado ocho veces, el lugar en el que venció hasta en tres ruedas en 2020.
RESULTADO DEL GP DE GRAN BRETAÑA
¡Y llegó el triunfo nuevamente! Fueron 56 carreras las que debió esperar para volver a subir al escalón más alto del podio. Y lo hizo con brillantez, no heredó nada, nadie le regaló nada. Largó segundo, detrás de su compañero Russell, y lo pasó. Y después comenzaron los vaivenes del clima, algo lógico en Inglaterra. Que llovía, que no. Las estrategias de boxes, los neumáticos de lluvia, cuándo ponerlos, qué momento elegir. Y Mercedes no falló. Hamilton pasó a Norris en la última parada en boxes, cuando volvieron todos por los de piso seco y comenzó a administrar el desgaste. “Déjenme a mí”, le dijo Lewis a su ingeniero cuando le quisieron hablar del desgaste, el consumo…
Y Lewis cerró la última docena de giros con un ritmo brillante, a lo Hamilton, como lo hacía en sus tiempos de dominio total. “Desde 2021 que estoy luchando, entrenándome, con este equipo enorme. Quería lograr esto por este equipo maravilloso que trabajó mucho para volver a lo más alto. Es muy duro para todos, pero lo importante es levantarte. Cuando estás en el fondo, después de lo de 2021, estar aquí. Tengo gente muy importante cerca y ver en el equipo todo el esfuerzo que se hizo”, contó Lewis antes de ir al podio.
¡Cómo no festejar así el éxito! Lewis pasó por todos los estados. Lloró, se abrazó interminablemente con su papá, se tiró arriba de los mecánicos, ondeó la bandera británica. Lewis volvió a ganar, quería hacerlo antes de cerrar el capítulo Mercedes, uno de los más exitosos de la historia de la categoría. Y agregó un nuevo récord al convertirse en el piloto con más victorias en un mismo circuito al llegar al noveno festejo en Silverstone (superó los ocho de Michael Schumacher en Magny-Cours y sus ocho en Hungaroring).
“Es la carrera más emocional que viví en mi carrera”, cerró Lewis, quien un día volvió.
El inglés lloró, se abrazó con todos y celebró alocadamente su éxito después de dos años y medio sin vencer.