En Portimao Checo jugó en equipo disciplinadamente, pero el ritmo del Red Bull y de Verstappen no fue suficiente
La principal razón por la cual Checo Pérez pilota el RB16B de Red Bull y no lo hace Alex Albon o Pierre Gasly, es porque el equipo espera que el mexicano haga algo que no hicieron los jóvenes de la academia: poner a Max Verstappen en una mejor situación para ganar.
Todo lo que haga o deje de hacer Checo es y será atravesado por esta idea simple, quizá injusta, pero muy concreta. Red Bull sabe que su mejor arma para ganar es el neerlandés, pero no lo puede hacer solo porque no tiene el mejor auto de la parrilla. Necesita que su compañero de equipo complique, siembre dudas o al menos estorbe el juego estratégico de Mercedes, que casi siempre juega con sus dos monoplazas –en Imola no fue así y por eso dolió tanto el resultado de Pérez.
Checo hizo ese trabajo, impecable y disciplinadamente en Portugal. Sacrificó su ataque al podio por darle una oportunidad a su compañero de equipo, pero esta vez, Verstappen no apareció…
Fueron 52 vueltas con el compuesto medio. El tapatío, bueno como es con los neumáticos, se las ingenió para mantener tiempos bastante decentes, pero inexorablemente Hamilton, ya con un juego fresco de compuesto duro, venía limando la diferencia desde la segunda posición. Verstappen logró la terca luego de un rebase con el cuchillo entre los dientes sobre Bottas, quien no se pudo defender el Red Bull a la salida de los pits –neumáticos fríos del finés contra los ya calientes de ‘Mad Max’. Todo bien. Parecía que Red Bull tenía la situación que buscaban y no encontraban en el pasado.
El problema fue que, con compuesto duro, el ritmo del auto desapareció. Verstappen no pudo seguir la estela del campeón. Pero no todo fue cosa técnica. Lewis Hamilton hizo un carrerón… otra vez.
Desde el stint inicial probó ser el mejor en pista al defenderse de los ataques de Verstappen --cuando luchaban por la segunda posición-- y luego atacó sin miramientos a Bottas y le arrebató la punta. Después, en el segundo stint, el inglés apretó el ritmo de carrera y fue un baile vertiginoso que Verstappen no pudo seguir.
Checo nada pudo hacer para detener el bólido de Hamilton quien aplicó el ‘Hammertime’, martillando la estrategia de Red Bull y las pretensiones de Verstappen quien quedó muy atrás. A Pérez no le quedó de otra más que, ahora sí, ya sin poder hacer nada para detener al inglés, ir a pits.
Es cierto que Pérez se atrasó luego de ser rebasado tanto por Sainz como por Norris en el inicio del Gran Premio, pero no menos cierto es que cuando retomó la cuarta posición, su distancia contra el tercero no era insalvable y su ritmo le permitía ir a la lucha por el podio al final.
Dice Horner que la estrategia de Checo estuvo pensada para ir con rojas y buscar el marginal puntillo que reparte la vuelta rápida de carrera. Si así fuese, ¿por qué no mejor metieron a Checo incluso antes que a Verstappen y luego, en las últimas vueltas, meterlo para ponerle el neumático rojo e ir por ese punto, tal y como hizo Mercedes con Bottas? Igual las pretensiones de podio ya estaban descartadas, ¿no?
Apenas es la tercera carrera del año y Horner no aceptará tan pronto y tan públicamente que, en Portimao, pensaron en Checo Pérez como un tapón para que Verstappen pudiese atacar a Hamilton. Una situación que el equipo había ansiado por dos años.
La situación llegó, Checo hizo su trabajo, pero Verstappen nunca apareció.
Nota: en algún punto del año, cuando Checo ya se siente como “en casa” con el auto, ya no aceptará este tipo de situaciones e irá por la suya. Esa es otra situación que Red Bull no experimenta, desde el encontronazo Ricciardo-Verstappen.