BARCELONA -- Ousmane Dembélé tiene una curiosa cualidad: suma entre la afición del Barcelona tantos admiradores como detractores. Capaz de provocar suspiros de entusiasmo cuando perfila un slalom vertiginoso y triunfal, sus críticos no olvidan que ese éxito personal es una excepción entre errores de bulto que le penalizan y afectan a todo el equipo. En Madrid, en el Metropolitano, no fue diferente porque si de algo es capaz el francés es de mezclar esas sensaciones en un mismo partido.