Cuando México festejó que Randy Arozarena corrió contra la barda para atrapar el batazo de Emmanuel Rivera, lograr el segundo out del octavo episodio contra Puerto Rico y finiquitar, de facto, el pase a las semifinales del Clásico Mundial, se sabía que la actuación ya era histórica dentro del diamante, pero afuera también hay una serie de implicaciones que esta selección ha logrado poner en evidencia, y muchas otras que puede detonar.