ARLINGTON -- Todas las expectativas que había con los Dallas Cowboys antes de comenzar la temporada, parece que llegaron en otra vida y otros tiempos.
Los Cowboys, apaleados 38-10 por los Arizona Cardinals este lunes por la noche, no tienen pies ni cabeza, ya sea a la defensiva o a la ofensiva, en especial sin su quarterback Dak Prescott.
Pretextos pueden haber demasiados: las lesiones, la falta de entrenamiento de campo en la pretemporada con su nuevo staff de entrenadores a causa de la pandemia por el COVID-19, pocos refuerzos defensivos, etcétera.
La realidad es que los Cowboys son un mal equipo al que le falta pasión y energía, cualidades casi tan importantes como el plan de juego, que, por cierto, también ha sido muy malo del lado defensivo durante toda la temporada.
“No jugamos bien a la ofensiva, defensiva o equipos especiales”, reconoció el entrenador Mike McCarthy. “Más importante, no lo entrené bien. Debo insistir en la seguridad en el balón y en hacer las cosas más elementales como bloquear y taclear”.
Es probable que muchos de los detractores de Prescott hayan comenzado a extrañarlo. Fue más que evidente que la ofensiva de Dallas, al menos, ponía emocionantes los partidos al final con Prescott en el campo.
En el primer juego de Andy Dalton como quarterback titular en Dallas, los Cowboys lucieron elementales de principio a fin a la ofensiva, conservadores, faltos de creatividad y sin buena ejecución.
Amari Cooper terminó la primera mitad con una recepción para ocho yardas y CeeDee Lamb con ninguna. En esos primeros 30 minutos, el pase más largo de Dalton fue de 17 yardas. Si a eso se suman cuatro entregas de balón, incluidas dos de Ezekiel Elliott cuando el duelo aún era competitivo, se comprende la paliza que recibieron los Cowboys.
“No creo que podemos usar eso como excusa”, señaló Elliott sobre la ausencia de Prescott. “Voy a repetirlo una y otra vez, yo empecé este partido con dos fumbles, regalé la pelota y les di (a Cardinals) el momento que necesitaban para despegar.
“Quiero disculparme, porque este fue mío. Necesito jugar mejor”, agregó el corredor.
La defensiva permitió de todo a los Cardinals, desde las jugadas más básicas hasta algunas de truco. El quarterback Kyler Murray, en su segundo año en la NFL, parecía moverse con la misma libertad que disfrutó cuando, en el AT&T, casa de los Cowboys, ganó tres campeonatos estatales en la preparatoria. Igual en el pase de 80 yardas para touchdown a Christian Kirk, quien estaba solo en una clara falla de asignaciones del perímetro de Dallas.
Arizona sumó 438 yardas totales, 177 por aire y 261 por tierra, incluidas 164 del corredor Kenyon Drak, quien, además, anotó dos veces, y 74 yardas más de Murray en 10 carreras.
Los Cowboys simplemente no puede detener a ningún corredor, tampoco presionar a ningún quarterback para ayudar a su secundaria, menos a uno que se mueve tan bien como Murray.
Los linebackers son lentos en reacción y velocidad en persecución. Eso incluyó a Leighton Vander Esch, quien regresó a la acción tras recuperarse de una fractura de clavícula en la Semana 1.
A la ofensiva, los Cowboys pudieron avanzar por momentos, incluso el tiempo de posesión estuvo a su favor por casi siete minutos (33:37 por 26:23 de Arizona), pero en la última zona del campo siempre sucedió algo.
Para colmo, el mejor guardia de la NFL, el único liniero que queda de la otrora mejo línea ofensiva que había en el planeta, Zack Martin, dejó el juego en el segundo cuarto por conmoción. El liniero entrará al protocolo para conmociones y su regreso podría no ser inmediato.
“Hay algunas cosas que podemos rescatar, pero hay un montón de áreas en las que necesitamos mejorar”, reconoció Dalton, quien completó 34 de 54 pases para 266 yardas y un touchdown con dos intercepciones. “Todos debemos evaluarnos a nosotros mismos. Tengo que mejorar. Tengo que hacer un mejor trabajo para darle a los muchachos oportunidades”.
A pesar de todo, los Cowboys tienen una buena noticia: siguen en el primer lugar de la indecente División Este de la Conferencia Nacional.