Para vencer a Aaron Rodgers, hay que pegarle fuerte y si es posible pegarle dos veces al quarterback de los Green Bay Packers, mejor, tal y como lo hicieron los Tampa Bay Buccaneers.
Los Buccaneers le quitaron el invicto a los Packers al vencerlos 38-10 con una sólida exhibición defensiva que incluyó dos intercepciones a Rodgers, una devuelta para touchdown.
El regreso de intercepción de 32 yardas de Jamel Dean fue el inicio de un encuentro de contrastes y en el que Rodgers brilló en el primer cuarto, pero fue otro a partir del segundo y en el que el pasador de Green Bay terminó con rating de 35.4, uno de los peores de su carrera, luego de completar 16 de 35 pases para 160 yardas.
Aunque la intercepción de Dean se reflejó directamente en el marcador y marcó el inicio del rally de 38 puntos de Tampa Bay sin respuesta, minutos antes, Rodgers recibió un duro golpe a partir del cual no fue el mismo.
Con 48 segundos por jugar en el primer cuarto y con el ataque de los Packers en la yarda 7 de Tampa Bay, Rodgers corrió hacia la zona final y tras lanzarse para cruzar la línea de gol, el safety Antione Winfield Jr. también se lanzó en la acción y dio un fuerte golpe que hizo que el cuerpo de Rodgers se doblara por el costado izquierdo.
Rodgers se levantó sin repercusiones físicas aparentes del golpe, pero, mentalmente, parece que el impacto de Winfield le afectó.
Tras revisar la acción, los oficiales determinaron que Rodgers no anotó y en la siguiente jugada, los Packers anotaron desde la yarda 1, pero en su siguiente ataque, Rodgers lanzó tres pases incompletos consecutivos, el tercero, la intercepción de Dean.
Hasta antes del impacto de Winfield, cuando Green Bay estaba 10-0 arriba en el marcador, Rodgers había completado ocho de 12 pases para 107 yardas. En el segundo cuarto, completó tres de 13 envíos para 21 yardas.
Al final del encuentro, Rodgers, quien fue sustituido en el último cuarto por Tim Boyle, terminó con 16 pases completos de 35 para 160 yardas, dos intercepciones.
Rodgers fue presionado en 12 ocasiones por los Buccaneers, el total más alto que ha enfrentado el quarterback de Green Bay en la actual temporada y en esa situación completó dos de siete pases para 10 yardas, además de que fue capturado en cuatro ocasiones.
Los Buccaneers mandaron carga 17 veces contra Rodgers, quien completó cinco de 14 envíos con las dos intercepciones y dos capturas en esas circunstacias.
Las capturas que sufrió Rodgers se podrían explicar, al menos algunas, por la pérdida que sufrieron los Packers del tackle izquierdo David Bakhtiari, quien dejó el juego por una lesión en el pecho que no se considera grave.
De cualquier forma, en varias acciones en las que tuvo tiempo para encontrar a sus receptores, Rodgers se vio incómodo y apresurado, a tal grado, que de no ser porque el defensivo dejó cae el balón, debió haber tenido una intercepción más en su cuenta.
Por cierto, Rodgers tiene marca de 0-19 cuando pierde por 18 o más puntos al medio tiempo.
Aún no es momento, Browns
No hay duda de que los Cleveland Browns de 2020 son una versión notablemente superior y mejor entrenada que la de 2019, pero aún están lejos para pensar en cosas grandes.
Es sencillo. Los equipos que buscan aspirar a algo, deben ganar duelos importantes dentro de su división y si algo confirmó la derrota ante los Pittsburgh Steelers es que los Browns están lejos de siquiera pensar en ganar la AFC Norte.
Los Baltimore Ravens en la Semana 1 y los Steelers este domingo, le anotaron 38 puntos a los Browns, que sólo pudieron anotarles seis y siete puntos, respectivamente, a sus principales rivales divisionales. Para hacerlo más práctico, de forma combinada, Cleveland perdió por 76-13.
Baker Mayfield jugó ante los Steelers con golpes en las costillas y durante el juego, recibió otras caricias que lo harán despertar más adolorido este lunes. Como sea, los Browns necesitan que su quarterback juegue mejor, sobre todo en conversiones de tercera oportunidad, renglón en el que Cleveland sólo concretó una de 12.
Difícil de creer en los Browns con exhibiciones como la de la Semana 6.
Los Eagles y el arte de complicarse la vida
Bien dicen que la última yarda es la más difícil de conseguir. Bajo esa premisa, los Philadelphia Eagles tenían una misión imposible con el intento de la conversión de dos puntos con la que buscaban empatar la pizarra ante Baltimore.
Los Eagles ya habían hecho lo más complicado: recuperarse de un déficit de 17 puntos en el segundo cuarto, de 18 en el tercero y de 16 en el cuarto periodo. Después de que Carson Wentz anotó en carrera de una yarda para acercar 30-28 a Philadelphia con 1:55 por jugar, los Eagles sólo necesitaban dos yardas para empatar la pizarra.
Doug Pederson decidió mandar una carrera de opción, una acción que toma su tiempo para desarrollarse, pues como su nombre lo dice, el quarterback tiene la opción de correr con el ovoide o dárselo al corredor junto a él, todo de acuerdo a la reacción de la línea defensiva y linebackers.
Todo eso toma su tiempo y para cuando Wentz decidió que debía ser él quien corriera con el ovoide a las diagonales ya era demasiado tarde. Cuando el quarterback recibió el balón desde la formación shotgun en la yarda 7 de Baltimore e hizo el engaño de darle el ovoide a su corredor, el lado derecho de la defensiva de los Ravens ya estaba prácticamente encima y lo detuvo en la yarda 3 para sentenciar la derrota de Philadelphia.
En situaciones de corto yardaje, lo usual y lógico es atacar rápido la línea de scrimmage o hacer engaños (roll outs, pases pantalla al ala cerrada, a un corredor, por ejemplo) para ganar tiempo y encontrar al receptor en la zona final o para que el quarterback tenga tiempo de correr hacia los lados y entrar a las diagonales.
Pederson y los Eagles quisieron verse imaginativos y lo que lograron fue caer en tiempo regular y desperdiciar el buen ritmo que habían generado a la ofensiva y que les hubiera sido útil en el tiempo extra.
La vida sin Brady en New England
Los New England Patriots tienen su primer inicio con marca de 2-3 desde hace 19 años y las similitudes no sólo está en el récord luego de cinco encuentros.
En 2001, de cara a su quinto juego de la temporada regular, los Patriots tenían marca de 1-3 y ganaron su segundo partido ya con Tom Brady como titular tras sustituir al lesionado Drew Bledsoe en una historia que ya todos deben conocer.
En esa campaña, los Patriots de Bill Belichick promediaban a la ofensiva 20.6 puntos por juego, 92.2 yardas por tierra y tenían -1 en la diferencia de balines perdidos/recuperados. En 2020, esas cifras son de 21.8 puntos, 167.2 yardas terrestres y cero en la diferencia de balones perdidos/recuperados.
En relación a la forma en que Belichick prepara a sus equipos, resulta obvio que a los Patriots les afectó no poder entrenar regularmente las últimas dos semanas, luego de que sus instalaciones fueron cerradas por positivos por COVID-19 que presentaron.
Eso no demerita en nada el esfuerzo de la defensiva de los Denver Broncos por obligar a Cam Newton a vencerlos con su brazo, luego de limitarlo por la vía terrestre, donde es peligroso, y así llevarse una sorpresiva victoria de Foxborough.
Newton lanzó para 157 yardas tras completar 17 de 25 pases y sufrió dos intercepciones, además de cuatro capturas.
Un equipo de Belichick, en condiciones normales de entrenamiento, deberá jugar mejor en la Semana 7.