Desde el 2015, cuando la NFL comenzó a asignar la organización del draft a distintas ciudades, el evento se ha vuelto cada vez más grande y extravagante.
Paisajes distintivos en Chicago. Cientos de miles de aficionados en las “Escaleras de Rocky” en Philadelphia, o en Broadway, Nashville. Un estadio en Texas, el palacio de Jerry, en Dallas.
Los prospectos engalanados con las mejores --o más extravagantes-- de las prendas. Los abrazos de oso con el comisionado Roger Goodell. Los enormes grupos de amistades que acompañan a los nuevos deportistas profesionales.
El evento de este año en Las Vegas pudo ser el más extravagante a la fecha, desde el escenario en las fuentes del Bellagio hasta el Forum del Caesars Palace.
En su lugar, los tres días de la “reunión de selección”, como la liga conoce oficialmente al evento de reclutamiento de talento universitario, se convirtió en una experiencia virtual debido al cierre nacional y las restricciones de concentraciones masivas a causa de la pandemia del coronavirus. Y lo que la NFL aprendió de este evento digital es que más grande no siempre significa mejor.
Los programas de realidad pueden ser un disuasivo instantáneo; ¿qué tanto de eso es real? Este draft fue auténtico, desde las noticias que generó en el mundo del fútbol americano hasta las emociones crudas y la pasión que proyectó a una enorme audiencia.
“Siempre hay una tremenda emoción en torno al draft”, asegura Peter O’Reilly, vicepresidente de la liga a cargo de la planeación de grandes eventos, incluyendo el Super Bowl. “Este año, se transmitió en vivo de forma tan íntima en este formato. Los jugadores acompañados de su familia nuclear, viendo esas reacciones de ser seleccionados durante tres días. Contar con cámaras en las oficinas de coaches y gerentes generales, verlos interactuar con sus hijos, sus perros y sus familias.
“Esto surgió como una necesidad y creó un nuevo elemento: ser capaces de proyectar un mayor sentido humano al evento, con más emociones. Fue único y un reflejo muy fiel de lo que sucedía”.
Fue refrescante, y no sólo por ser el primer evento deportivo relevante en tiempo real desde que se impuso la cuarentena. Nada parecía orquestado, fuera de algunos requisitos televisivos que siempre van de la mano de este tipo de eventos. La liga se las ingenió para no repetir hasta el cansancio el teletón que lanzó junto al draft, y que recaudó más de 6.6 millones de dólares durante tres días.
Incluso el maestro de ceremonias del draft recibió críticas positivas.
“Así es él”, dijo O’Reilly sobre Goodell. Su jefe se proyectó como el tipo con el que los aficionados quisieran salir a tomar una cerveza para hablar de fútbol americano.
“No hay un aficionado más grande o apasionado de este deporte que él, y le encanta el draft y la oportunidad de conectarse con los prospectos, los exjugadores y los aficionados, y puede hacerlo. El ambiente en su sótano donde, como lo dijo, ha visto fútbol americano durante 30 años, y la tecnología le permitieron concretar eso.
“Ese es su ambiente. Hubo muchos momentos emotivos y graciosos, y él se divirtió mucho”, añadió.