BARCELONA -- El Barcelona perdió (2-0) la pasada temporada en su visita al Atlético de Madrid. Ocurrió el 2 de octubre de 2021, tres días después de ser avasallado por el Benfica (3-0) en Lisboa, cuando ya se descontaban los partidos para el despido de Ronald Koeman y el nombre de Xavi Hernández empezaba a circular como máximo candidato a sucederle, como así ocurrió.
Este domingo, 15 meses después de aquella derrota, Xavi debutará en un estadio que no llegó a pisar como futbolista y lo hará para estrenar el año liguero de un Barça que cerró el 2022 en falso (empatando con el Espanyol) y abre un 2023 con la posibilidad de recuperar el liderato en solitario gracias a la derrota del Real Madrid en Villarreal.
Después de dos temporadas sin conquistar la Liga y viniendo de una temporada en blanco, la necesidad y la urgencia se dan la mano en el club azulgrana, donde el rendimiento en el césped debe estabilizar una situación nada cómoda en el plano económico, hasta el punto de impedirle acudir al mercado de fichajes, y con la marcha al estadio de Montjuïc a la vuelta de la esquina, con todas las dudas que ello provoca acerca de la respuesta de los abonados del Camp Nou.
Empieza un año que se supone de los más agitados en las últimas décadas del Barça, pendiente de cerrar la financiación necesaria (mil 500 millones de euros) para sacar adelante las obras del Espai Barça, con la remodelación del Camp Nou al frente y que a pesar de asegurar Joan Laporta que se concretaría durante este mes de enero sigue en el limbo, y, por encima de todo, cumplir las expectativas deportivas, después de haber cambiado la cara de la plantilla, habiendo invertido más de 200 millones de euros en fichajes desde el mes de enero de 2022.
Aseguró este sábado Xavi que el partido frente al Atlético no debe ser trascendental en el devenir de la Liga, pero el propio entrenador azulgrana no ha cesado de repetir que conquistar el título es "el principal objetivo", consciente de que la eliminación en la Champions fue un golpe difícil de aceptar y que después de un primer curso de transición y en el que se apeló siempre a la 'herencia' de Ronald Koeman, su responsabilidad ya es máxima esta temporada.
De momento mantiene el favor de una afición que vuelve a llenar las gradas del estadio y cuya paciencia se descubre mucho mayor que con sus antecesores, pero el crecimiento futbolístico del equipo no es el esperado y el resultado final en su pulso con el Madrid puede desencadenar la euforia... O devolver al club al túnel de la depresión.
A dos meses de cumplirse dos años desde que Laporta arrasó en las elecciones a la presidencia, las ‘palancas’ (ventas de activos futuros) han salvado, que no solucionado, la peor situación financiera que se recuerda en medio siglo y el Barça empieza un año en el que todo se adivina vital en el resurgir, o sobrevivir, de un club que no avanza como se habría esperado y que sostiene el ánimo gracias a la clasificación.
Del Metropolitano a Arabia Saudí, de la Liga a la Supercopa de España, y de vuelta a la Copa en Ceuta para encadenar hasta diez semanas a pleno ritmo de competición que deben marcar la realidad, al menos, deportiva de este Barcelona al que, por lo menos, el Villarreal le obsequió con un inesperado y tardío regalo de Reyes.