Lionel Messi, capitán de la Selección Argentina, con su participación en el debut en el Mundial de Qatar ante Arabia, se metió en el selecto grupo de futbolistas que disputaron cinco Copas del Mundo.
Hasta mediados de 2014, tan solo dos jugadores tenían ese privilegio: el mexicano Antonio Carbajal (1950, 1954, 1958, 1962 y 1966) y el alemán Lothar Matthäus (1982, 1986, 1990, 1994 y 1998). En los Mundiales de Brasil y Rusia se sumaron el italiano Gianluigi Buffon -que se quedó sin sexto por las fallidas clasificaciones de la Azzurra- y el mexicano Rafael Márquez, respectivamente.
En Qatar, donde se está disputando la vigesimosegunda edición del certamen, también lo pasaron a integrar el club Cristiano Ronaldo (37 años), Guillermo Ochoa (37) y Andrés Guardado (36). Messi fue el primer sudamericano en conseguir esta marca.
La realización 'tardía' de la Copa del Mundo, que se suele disputar entre junio y julio, no puso en duda la presencia de ninguno de estos jugadores, que son fundamentales para sus equipos adentro -solo Guardado, el capitán del Tri, sería suplente- y afuera de la cancha. Avances en los cuidados físicos, aun con torneos de este calibre en medio de la temporada, permiten a los futbolistas extender sus carreras y romper este tipo de marcas.
Lionel Messi, capitán, figura, goleador y número '10' de la Selección Argentina, disputó su primer Mundial hace 16 años y medio, con la mayoría de edad recién cumplida (festejó los 19 durante la participación de la Albiceleste en Alemania) y una prometedora carrera por delante. Según insinuó en una entrevista exclusiva con Star+, la de Oriente Medio sería su última Copa del Mundo como jugador, aunque por nivel y físico no sería irracional imaginarlo en Canadá/Estados Unidos/México 2026.
Ilusiones, alegrías, golpes, tristezas y amor. Esas cinco palabras podrían definir, más o menos, la experiencia mundialista del rosarino. 19 partidos (17 desde el inicio y 12 como capitán), con un saldo de 12 victorias, 3 empates y 4 derrotas, 6 goles y 5 asistencias, sus guarismos.
Con buenas y malas, más buenas que malas, la historia contemporánea de la Selección Argentina no se puede explicar sin la presencia de su goleador histórico (acumula 91 tantos y 50 asistencias en 165 partidos), que en Qatar buscará cumplir "el sueño máximo" que le queda.
Alemania 2006: los pimeros pasos y el ingreso que no fue
Desde su particular debut con la Selección absoluta en agosto de 2005 (lo expulsaron 92 segundos después de ingresar), Messi había evolucionado mucho. Empezó a ganarse un lugar en el equipo de José Pékerman y a tener mayor participación en un Barcelona que se consagró en LaLiga y la UEFA Champions League.
No obstante, en marzo sufrió un desgarro en su bíceps femoral derecho y, recaída mediante, fue baja durante un par de meses. Por este motivo, Pékerman, que había saltado a la fama por sus grandes resultados en los seleccionados juveniles, no alineó como titular a quien tenía muy bien considerado.
El estreno argentino en Alemania 2006 tuvo lugar en el Volksparkstadion de Hamburgo. Allí, la Albiceleste venció 2-1 a una Costa de Marfil que debutaba en Mundiales. Hernán Crespo y Javier Saviola adelantaron al conjunto rioplatense, mientras que, sobre la hora, Didier Drogba descontó y marcó el primer gol mundialista de su país.
Seis días después, el viernes 16 de junio, llegó el esperado estreno para Leo en Copas del Mundo. A los 75', con Argentina ganándole 3-0 a Serbia y Montenegro en el Veltins-Arena de Gelsenkirchen, reemplazó a Maxi Rodríguez y se paró en la banda izquierda. Por ese lado, desbordó a 3 minutos de su ingreso y habilitó con un centro cruzado al ras del piso a Crespo, que solo tuvo que empujarla para poner el 4-0. Y cuando el partido se acercaba a su ocaso, el jugador del Barcelona recibió un buen pase de Carlos Tevez y, de derecha, venció al arquero Dragoslav Jevrić, marcando el 6-0 final.
Si ese día ya se había convertido en el jugador más joven en representar al país en un Mundial, Messi aprovechaba para también anotar su nombre como el goleador argentino más precoz.
Gracias a sus dos triunfos en igual cantidad de cotejos, Argentina enfrentó a Países Bajos, que llegaba con los mismos resultados, en un duelo de equipos clasificados. Pékerman le dio la titularidad a Messi, que vestía la camiseta '19', y lo reemplazó a los 70' por Julio Cruz. Fue 0-0 en Frankfurt.
Con el regreso de los delanteros titulares (Crespo y Saviola) al XI inicial, Messi tuvo que esperar su oportunidad ante México, por los octavos de final, en el banco. Y a los 84 minutos del cotejo que se disputó el día de su cumpleaños número 19 reemplazó al Conejito. A los 92', cuando el alargue era inminente, Juan Román Riquelme le dio un gran pase a Pablo Aimar, quien dejó a Leo solo abajo del arco, sin oposición y convirtiendo el gol de la victoria, pero el juez de línea invalidó la jugada por un offside inexistente del Payasito. A fin de cuentas, la tremenda volea de Maxi Rodríguez le dio a la Albiceleste la clasificación a cuartos de final.
La historia de la eliminación del equpo de Pérkeman ante Alemania es conocida: con el 1-0 a favor en el marcador, se lesionó Roberto Abbondanzieri, el DT hizo un cambio táctico y, a diez minutos del final, puso a Cruz en lugar de un Crespo tocado para defender la pelota aérea. Escasos segundos después, llegó el empate teutón y los locales festejaron en los penales penales en el Olímpico de Berlín. La imagen de un joven Messi en el banco de suplentes lamentando la eliminación (y no haber entrado) es elocuente, pero el cuerpo técnico no reniega de esa decisión, tanto por el momento del Jardinero como por el estado físico de la Pulga, que poco después se operó del quinto metatarsiano del pie izquierdo.
Sudáfrica 2010: dos potencias se abrazan
La realidad de Messi de cara al segundo Mundial de su carrera era otra: si a Alemania 2006 llegaba como una joven promesa, a Sudáfrica 2010 arribaba como el mejor jugador del mundo. En su club, ya consolidado como la gran figura de uno de los mejores equipos de la historia, había conseguido todos los títulos habidos y por haber, mientras que a comienzos de año había ganado el primero de sus siete Balones de Oro, prestigioso galardón otorgado por la revista France Football que cuenta con los votos de toda la comunidad del fútbol.
La presencia de Diego Armando Maradona en el banco de suplentes le otorgaba, además, una especie de conexión mística a la Albiceleste, que a pesar de no haber convencido en lo futbolístico (se clasificó a la Copa del Mundo con lo justo y, aun con un buen porcentaje de victorias, no exhibía un juego vistoso) se ilusionaba con bordarle la tercera estrella a su escudo.
El comienzo de Argentina en el primer Mundial disputado en África fue positivo: le ganó 1-0 a Nigeria y, aunque no anotó, Leo jugó un partidazo y convirtió al arquero rival, Vincent Enyeama, en la figura absoluta del encuentro. Algo similar ocurrió cinco días después, en el 4-1 ante Corea del Sur; el gol se le negaba al '10', pero participó en los cuatro tantos de la goleada que clasificó con anticipación al equipo de Maradona a octavos de final.
Como Javier Mascherano descansó en el encuentro ante Grecia, que cerró la fase de grupos, Messi se erigió en el capitán más joven en la historia del conjunto nacional en Mundiales. Y su equipo, que vistió de azul en Polokwane, completó el pleno de victorias en la zona: a Messi se le negaba el gol, algo atípico teniendo en cuenta que en el Barcelona promediaba cerca de uno por partido, pero seguía siendo el líder de la Albiceleste en la cancha.
En octavos de final, de nuevo ante México, la Pulga asistió a Tevez -que estaba en posición adelantada- en la apertura del marcador. El 3-1 final, que tuvo al Apache y a Gonzalo Higuaín como goleadores, colocó a Argentina de nuevo entre los ocho mejores del planeta.
Y allí apareció, otra vez, Alemania. Después de cuatro partidos brillantes, en los que solo le faltaba el gol, el rosarino tuvo un flojo encuentro -como sus compañeros- y el seleccionado europeo no tuvo piedad del sudamericano: fue 4-0 en Ciudad del Cabo y despedida para los pupilos de Maradona.
La estadística goleadora puede ser injusta: a lo largo del campeonato en Sudáfrica, que terminó con el primer Mundial de España, Messi fue el que más intentó de Argentina. Arqueros rivales convertidos en figuras, palos, su generosidad para asistir a compañeros y un poco de mala suerte frustraron los festejos del '10', que se iba sin marcar pero como la gran figura del conjunto rioplatense.
Brasil 2014: el camino perfecto y el final imperfecto
Sin Maradona (ni Sergio Batista, su primer sucesor) en el banco, el que había tomado la posta era Alejandro Sabella. Un cominezo dubitativo en las Eliminatorias plantó ciertas dudas, pero el equipo de Pachorra tomó impulso con un triunfazo en Barranquilla y se transformó en el cómodo líder de unas Clasificatorias que no tenían a Brasil, por ser anfitrión del Mundial, desde la séptima jornada hasta el final.
El equipo se mostraba firme y, con un Messi consolidado en la élite del fútbol (se le había escapado su quinto Balón de Oro consecutivo por pocos votos, a manos de Cristiano Ronaldo), se ilusionaba con dar la vuelta en el país vecino. A diferencia de las Copas del Mundo previas, Sabella lo había designado como el capitán del equipo, aun con Mascherano como parte fundamental del plantel.
El esperado debut llegó el 15 de junio ante Bosnia y Herzegovina, que se presentaba por primera vez en un Mundial como nación independiente. Un centro de pelota parada de la Pulga desembocó en el primer tanto argentino, tras un desvío en Sead Kolašinac, mientras que el propio Messi anotó un golazo en el segundo tiempo, dejando previamente a dos rivales en el piso. El descuento de Vedad Ibišević le puso cifras definitivas al encuentro.
Seis días después, Messi fue el encargado de abrir un partido durísimo contra Irán. El equipo de Sabella lo había intentado por todos los medios, pero no podía romper el cerrojo defensivo del equipo de Carlos Queiroz. Pasados los 90 minutos, el '10' enganchó hacia adentro y con un zurdazo clavó la pelota cerca del palo derecho del arquero. A pesar de no haber disputado un buen partido, la calidad individual de Messi (y, por consiguiente, de Argentina) posibilitaba un nuevo triunfo en Brasil.
El 25 de junio, un día después de celebrar un nuevo cumpleaños en la concentración (Qatar será su primer Mundial sin festejar el aniversario de su nacimiento), Messi se 'vengó' de Enyeama, el arquero de Nigeria que le había traído dolores de cabeza cuatro años antes, y marcó su primer doblete en Copas del Mundo. Fue 3-2 (Ricky Álvarez lo reemplazó a los 63 miuntos) y otro pleno de victorias para la Albiceleste.
El partido de octavos de final ante Suiza se presentó complejo. Nadie rompió el cero en los 90 minutos y, cuando todo parecía indicar que la eliminatoria se iba a definir desde el punto penal, el mejor jugador del mundo se iluminó: recibió de Rodrigo Palacio, encaró por el centro de la cancha, esquivando de paso un intento de patada criminal, y asistió a Ángel Di María, quien de zurda la cruzó y anotó el único gol del partido, a los 118 minutos del cotejo disputado en territorio paulista. El palo de Blerim Džemaili en la última jugada solo le añadió más épica al triunfo argentino.
En los cuartos ante Bélgica, Leo no brilló y fue Higuaín el encargado de 'tirar del carro' para garantizar el primer acceso de la Albiceleste a las semis desde 1990. Y aunque en esa instancia, ante Países Bajos, tampoco pesó, convirtió su penal, el primero de Argentina (a media altura y la derecha de Jasper Cillessen, que se volcó hacia el otro lado), y festejó como nadie la clasificación a la final, la quinta en la historia de su seleccionado.
Finalmente, ante Alemania en el Maracaná tampoco se vio la mejor versión de Messi. Tuvo una chance clarísima apenas iniciado el segundo tiempo, pero su remate besó el palo izquierdo de Manuel Neuer, y la Albiceleste sucumbió sobre el cierre del tiempo suplementario por el recordado gol de Mario Götze. La imagen del rosarino mirando el trofeo habla por sí sola.
El emblema argentino fue elegido como el mejor jugador del Mundial, pero poco le importó: el objetivo había quedado a centímetros. O a minutos.
Rusia 2018: crónica de una muerte anunciada
Entre Brasil y Rusia corrió mucha agua bajo el puente. Argentina perdió dos finales más (las Copas América de 2015 y 2016), tres entrenadores ocuparon el puesto de seleccionador nacional (Gerardo Martino, Edgardo Bauza y Jorge Sampaoli) y hasta Lionel Messi renunció a la Selección. La Pulga volvió, claro, pero una clasificación agónica, hat-trick suyo en Quito mediante, y una goleada encajada ante España pocos meses antes de la Copa del Mundo auguraban un camino sinuoso para los rioplatenses.
En ese contexto, llegó el estreno ante una Islandia debutante en estos torneos. Sergio Agüero marcó su primer gol en Mundiales, pero al toque Alfreð Finnbogason igualó el encuentro en Moscú. Messi tuvo la oportunidad de desnivelar el marcador a los 64 minutos, mas Hannes Þór Halldórsson le atajó el penal y el resultado final fue 1-1.
Luego de cinco jornadas en las que no parecía reinar la paz, Croacia goleó 3-0 a Argentina y desató definitivamente una crisis interna. Trascendió que los jugadores habían pedido la salida de Sampaoli y la eliminacion parecía estar al caer. No obstante, el milagro ocurrió en San Petersburgo: ante Nigeria, Messi marcó un golazo en el primer tiempo y, pese a que Victor Moses empató parcialmente de penal, Marcos Rojo le dio la clasificación a la Albiceleste, gracias al triunfo croata en simultáneo.
El efusivo festejo de Messi, subido a las espaldas del defensor, demostró lo que necesitaba el equipo en general y su figura en particular ese triunfo. Sobre el final del cotejo, Leo hizo tiempo y fue amonestado por primera (y única) vez en Mundiales.
Cuatro días después, en Kazán, la Selección Argentina se topó con Francia, a posteriori campeón del mundo, y se fue a casa: Messi asistió a Gabriel Mercado y al Kun Agüero en dos de los tres goles de la Albiceleste, que cayó por 4-3 y estuvo muy cerca de forzar el alargue. Por primera vez en su carrera, el rosarino no se metió entre los ocho mejores de una Copa del Mundo.
Qatar 2022: dos títulos en el bolsillo, el invicto de 36 partidos y una gran expectativa
Lionel Scaloni, uno de los ayudantes de Sampaoli en Rusia, fue designado como seleccionador interino y, merced a sus prometedores resultados iniciales, fue confirmado en el cargo. Messi no formó parte de la primera convocatoria, pero visto el rumbo del proyecto, que incluyó una gran renovación (19 de los 26 convocados para Qatar, no tienen experiencia mundialista), se incorporó y no faltó nunca más.
A mediados de 2021, Leo fue el MVP de la Copa América de Brasil, que se definió con un gol de Di María en el Maracaná ante el local, y consiguió su primer título con la Selección Argentina. Un año después, lideró la goleada ante Italia en el marco de la Finalissima.
Con estos dos títulos vistiendo la camiseta celeste y blanca en su palmarés, el ahora astro del Paris Saint-Germain parece haberse sacado un peso de encima y arriba a Qatar con una confianza nunca vista por estos lares. Quizás sin tanto gol como en otras épocas a nivel clubes (en el plano internacional, para citar un ejemplo, le marcó 5 a Estonia), pero completamente involucrado en la generación de juego, Messi lidera a una Argentina que acarrea un invicto de 36 partidos, uno menos que el récord histórico (Italia entre 2018 y 2021), y se ilusiona.
En Oriente Medio, el hijo de Jorge y Celia superó en Copas del Mundo disputadas a Maradona y Mascherano (4). En total, acumula 25 partidos y llegó al tope de la lista, que lideraba Maradona. En cuanto a la tabla de goleadores, comenzó igualado con Kempes (6) y consiguió sobrepasar a Gabriel Batisuta (10).
Si será el último, el tiempo y el propio Messi lo determinarán. En cualquier caso, a sus 35 años, el pibe que debutó en un Mundial hace más de una década y media se muestra con la misma ambición del primer día, con el objetivo de por fin cumplir "el sueño máximo" que le queda.