A falta de un partido para el final del Sudamericano Sub 20, la Selección Colombia clasificó al Mundial de Indonesia. Su actitud innegociable y solidez defensiva fueron definitivos para conseguirlo.
Invicta ante Brasil. Con dos empates en Cali y Bogotá. Pudo ser más. Sin embargo, la falta de efectividad en minutos decisivos, lo impidió. Tuvo al máximo favorito contra las cuerdas y perdonó. Aún se reprocha eso...
Esta tricolor sigue entera porque dejó todo. Con entrega sostuvo la confianza para ir de menos a más. No se rindió pese a que dio pasos en falso en su juego desde el inicio. Se rebeló, buscó y compensó con rendimiento de 62 por ciento en casa: cuatro victorias, tres empates y una derrota.
Salió al frente en las difíciles. Le empató a Paraguay en el debut, remontó ante Perú y descifró a la rocosa Argentina a través de la paciencia en las contras para avanzar a la segunda ronda. Superó con amor propio la baja del goleador John Durán.
Frente a Uruguay perdió, aunque insistió hasta la última jugada por la igualdad. Hizo figura a su arquero sin sonrojarse por llenar de centros el área. Reaccionó pronto con la goleada 3-0 a los paraguayos, arropada por la fidelidad de el estadio El Campín.
La defensa es su sello. Recibió cuatro goles en ocho partidos. Junto con la de Brasil, la mejor del hexagonal, con apenas uno en contra. La dupla de centrales conformada por Kevin Mantilla y Fernando Álvarez identifica ese actitud. El lateral Édier Ocampo brilla por la derecha e impulsó el crecimiento de Oscar Cortés, el mejor atacante con tres goles.
El domingo cerrará el Sudamericano contra Venezuela ante los hinchas incondicionales que llenaron el estadio para respaldarla.
Cumplió sus dos primeros objetivos. Tiene cupo al Mundial de Indonesia y a los Panamericanos de Chile. Se le escapó el título, caso una tradición de local. Mostró otro perfil, de actitud, empuje. Así también se vale.