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Uruguay es campeón del mundo sub 20 porque tuvo la valentía que se necesita para serlo

LA PLATA-- "En el fútbol no hay lógica", dice el lugar común. Y es cierto, aunque la cuestión es mucho más compleja que este insuficiente enunciado. El juego más popular del mundo es misterioso y ni siquiera puede asegurarse su imprevisibilidad. Para ganar se necesita bastante más que solo jugar mejor que el rival. Sin embargo, hacerlo suele ser el primer paso hacia el éxito.

Uruguay es campeón del mundo sub 20 porque fue al frente. Porque atacó desde el primer minuto de la final contra Italia hasta el último. Porque no se rindió. Porque fue valiente. Porque tomó riesgos. Hizo todo el gasto del partido y tuvo recompensa. Quizás el fútbol carezca de lógica, pero esta vez en el estadio único Diego Armando Maradona sí la tuvo.

La Celeste demostró que tener carácter también es ir al ataque con criterio y decisión. Sabe muy bien que su principal virtud es la solidez defensiva, tanto por funcionamiento colectivo como por calidades individuales. Y aún así decidió jugar la final en campo rival. Sacar la línea de cuatro lejos de Randall Rodríguez y tener la iniciativa. Y así justificó su título.

La valentía en el fútbol se puede confundir. Defender en tu propia área, jugar con violencia y sacarla como sea está lejos del coraje futbolero, más allá de algunos preconceptos simplistas. Uruguay tiene futbolistas como para refugiarse muy bien y desde esa certeza del cuidado del arco propio, intentar lastimar. Sin embargo, decidió ir a lastimar a Italia primero.

Fue una gran actuación charrúa en La Plata. Completa. Fabricio Díaz jugó su mejor partido del torneo. Desde su figura en el centro del campo, Uruguay se plantó en campo italiano y no dejó respirar al que había sido el mejor seleccionado de la Copa. La Azzurra nunca encontró la pelota. Nunca pudo salir con comodidad. El capitán uruguayo, con inteligencia y decisión, fue la clave de ese posicionamiento en zona ofensiva para presionar y para atacar.

Luciano Rodríguez, el héroe autor del gol, y Juan Santos acompañaron muy bien a Díaz, mientras que Anderson Duarte se ofreció siempre como descarga y Franco González también se asoció con criterio. En defensa, Facundo González estuvo otra vez impasable y Alan Matturro demostró por qué es la gran esperanza del fútbol uruguayo.

Fue una actuación casi perfecta de Uruguay para cerrar un torneo de ensueño. Es el primer título mundial sub 20 del primer país campeón de mayores y este hecho es valioso por sí solo. Aunque lo más importante en una categoría aún formativa es la forma en la que se coronó campeona la Celeste. Con las virtudes de siempre y con la intensidad de hoy.

Uruguay fue un equipo valiente. Pero valiente para atacar, para ir al frente, para no especular. Para luchar cada pelota con el objetivo claro de lastimar al adversario. Un plantel que se repuso de las lesiones y las suspensiones. Lo hizo porque tenía la rotunda decisión de ganar la Copa del Mundo.