A pesar de que una derrota hubiera dejado al equipo en la cornisa, el agónico empate de la Selección Argentina Sub 23 ante Paraguay dejó un sabor amargo en los protagonistas, que esperaban doblegar a la Albirroja para encauzar su rumbo en el Preolímpico.
El equipo de Javier Mascherano depende prácticamente de sí mismo de cara al partido frente a Brasil, del próximo domingo, pero solo una combinación de resultados, incluyendo el encuentro de este jueves entre la Canarinha y Venezuela, le permitirá sacar boleto para París 2024 empatando frente al vigente campeón olímpico, por lo que la igualdad, más allá de las formas y los tiempos, no satisfizo a la delegación argentina.
De hecho, la Albiceleste tiene la posibilidad de quedarse sin la clasificación aun invicta, ya que no perdió en todo el torneo: acumula dos victorias (Perú y Chile) y cuatro empates (Paraguay en dos ocasiones, Uruguay y Venezuela), entre ellos sus últimos tres compromisos.
Con diferencia es el equipo más goleador del Preolímpico -festejó 16 veces en 6 presentaciones, casi 3 por noche-, pero también es el más goleado (encajó 9 tantos, prácticamente 2 por cotejo). Thiago Almada es su máximo artillero (5), pero Luciano Gondou (3), Aaron Quirós (2), Santiago Castro, Baltasar Rodríguez, Francisco González, Pablo Solari, Federico Redondo (1) completan una nómina de celebraciones muy variadas.
No obstante, uno de los grandes inconvenientes del conjunto de Masche, que no termina de plasmar una idea en el campo de juego, es la fragilidad defensiva. El flanco derecho, debilitado de entrada por la baja de Julián Malatini y luego acechado por lesiones, es una prueba partido a partido, mientras que otras bajas por problemas físicos y suspensiones (hoy no estuvieron a disposición los suspendidos Valentín Barco y Gonzalo Luján, que volverán el domingo) no le dejaron al DT mantener un XI inicial.
Leandro Brey, el arquero titular del equipo, una fija para el entrenador, tampoco dio seguridad, alternando buenas atajadas con errores garrafales en goles rivales. Y lo que el equipo genera en el arco rival, lo sufre en el propio, quedando a veces descompensado en las transiciones y recibiendo mucho en las chances que le generan, algo que no termina de configurar en ofensiva.
Ganarle a Brasil significaría un premio doble: conseguir el cupo olímpico y, de paso, eliminar al rival de toda la vida, que llegó a Venezuela con Endrick como su superestrella. Pero un traspié no solo dejará a Mascherano al borde del abismo (él mismo reconoció este jueves que podría significar su salida), sino que conformará un nuevo fracaso de este ciclo a nivel selecciones juveniles.