Ha pasado año y medio desde que la Seleccción Mexicana quedó eliminada de Qatar 2022, y de entonces a la fecha sólo ha habido promesas incumplidas por parte de los ‘genios’ de la FMF.
LOS ÁNGELES -- ¿El principio del fin para Jaime Lozano? ¿El fin del principio para Jaime Lozano? Ante Uruguay, este miércoles inicia su recorrido por la pasarela intimidante del Juicio Final.
No es su culpa. No totalmente. Lejos está de serlo. Jaime Lozano llegó al Tri en las condiciones menos auspiciosas. Llegó de emergente a un futbol que se rige por emergencias y no por la planeación ni el orden… ni la solidaridad.
No, no es su culpa, no totalmente de Jimmy.
Manos y cerebros torpes están detrás de la crisis, en un país donde el futbol ha dejado de ser una encomienda deportiva hace décadas, hace decenios, y que, evidentemente, empieza a dejar de ser negocio, porque semana a semana, en la fase regular del torneo, cada vez más gente rehúye los estadios o rehúye apoltronarse en el sillón de su casa para ver la Liga Mx.
Manos y cerebros torpes… y acobardados. Porque nunca quisieron leer, entender, valorar ni reaccionar ante el parteaguas mayúsculo del 30 de noviembre de 2022, cuando la Selección Mexicana fue eliminada del Mundial de Qatar.
Consumado el fracaso, los dueños de equipos se agazaparon bajo los faldones culpables de La Rosa de Guadalupe y su engendrador, Emilio Azcárraga Jean, quien urdió, velozmente, el camino a seguir, ése, el que deleita a la pusilanimidad del aficionado mexicano ante reiterados fracasos: dar atole con el dedo a los lengüetazos rabiosos de la frustración.
El 1 de diciembre de 2022, afeitadito, retocadito, impecable, a no ser por las ojeras profundas, Yon de Luisa apareció en rueda de prensa, y dijo lo que todos los bobalicones querían oír, eso, promesas infundadas, eso, pues, atolazos con el dedo, urdidos por la mente- procazmente maliciosa de Azcárraga Jean.
De entre quienes presuntamente tienen el poder del cambio, no surgió ninguna voz, ninguna respuesta, ninguna protesta, ninguna propuesta, ningún reclamo, ninguna esperanza. Los apareados de la #YuntaDeDueños (dixit Sven-Goran Eriksson) siguieron ahí, recluidos, silentes, silenciados.
Hasta hoy, 18 meses después, no ha habido ningún cambio sustancial, enérgico, revolucionario. El futbol mexicano no vive un estancamiento, entró ya en una fase de decadencia vertiginosa, arrastrando no sólo el nivel de la Liga Mx, sino el de la Selección Mexicana.
Por eso, queda claro, Jaime Lozano no es el culpable, no totalmente, no el único, no el mayor de los convictos de un eventual fracaso en la Copa América. Es, al final, la carne de cañón de los aparentes alcahuetes como Juan Carlos La Bomba Rodríguez.
De existir en este universo, poderosamente financiero, del futbol mexicano, auténticos líderes, defensores dignos de sus derechos, de sus posesiones, de sus dineros, de sus equipos, del honor personal de seres humanos íntegros, habrían urgido a cambios estructurales. Pero al frente del futbol mexicano abundan los cretinos, tipos patéticos, que viven en eterno conflicto y bajo eternos miedos.
18 meses después, habiendo motivo para grandes decisiones, sólo ha habido una estela de promesas incumplidas. Sí, el Gatopardismo de La Bomba en su máxima expresión: hacer cambios para que nada cambie.
18 meses después, con menos armas que las que tuvieron Juan Carlos Osorio y Gerardo Martino, sale obligado Jaime Lozano a cumplir promesas ajenas. “Llegar a la Final de la Copa América”, prometió Duilio Davino. “Ser campeones”, juramentó Ivar Sisniega, quien, reculando, culipandeándose de manera dramática y bufonesca, ahora dice que será un laboratorio experimental para el Mundial 2026.
Incluso, este lunes la FMF despliega un tríptico que en realidad es una tira cómica, en la que enaltece los nada novedosos ni trascendentes logros conseguidos por Ivar Sisniega a pesar de su gestión por ausencia, y a pesar de su supina ignorancia sobre el futbol. Lo curioso es que se embarnecen de oropel los pequeños logros, pero se estercolan de silencio los grandes fracasos, principalmente seguir siendo el guiñapo y el patiño favorito de la Selección de Estados Unidos.
Un técnico de Selección Mexicana debe soportar todo. Así ha sido. Con todos, incluyendo el que se hace pasar por el más rudo de todos, como Ricardo LaVolpe, quien, con video incluido, aceptó que no quiso “meterse en problemas (con Jack Warner)”, y perdió el partido contra Trinidad y Tobago para que los antillanos clasificaran aún en detrimento de Guatemala.
Y es el turno de Jimmy de resistir. Habla de un proyecto de recambio, cuando deja fuera a un necesario Henry Martín (31 años), y recluta a Memo Martínez (29 años).
La realidad es que Lozano recurre a lo poco que tiene disponible. No es su culpa. Las grandes canteras del futbol mexicano han dejado de producir futbolistas solventes, con personalidad, competitivos, ambiciosos, con temperamento de sentir plenamente a la camiseta de la Selección Mexicana. Escasean hoy los espartanos, pero abundan influencers y maniquíes.
Atlas no genera ya aquellos futbolistas que dejó de herencia Marcelo Bielsa: Oswaldo Sánchez, Rafa Márquez, Pável Pardo y Jared Borgetti, a los que se sumaría Andrés Guardado. América no dispone ni de canteranos hoy para su cuadro titular. La cantera de Pumas, de los Hugos, Negretes, Félix Cruz, Claudio Suárez, García Aspe, está más estéril que el útero de una momia guanajuatense. Y por Chivas, su última apuesta fue Javier Hernández con vigencia en el Tri, y los mejores momentos de Carlos Salcido.
¿Quién secó las canteras del futbol mexicano? ¿Quién le fue quitando suministros de primer nivel a la Selección Mexicana? La corrupción, la complicidad perversa entre los promotores y los técnicos y directivos, apostando por algunos extranjeros –porque sí hay excepciones--, que nunca encontrarían un sitio en su selección nacional, y tal vez ni en sus equipos de primera división.
18 meses tirados a la basura. Porque con el poder de Emilio, el primero de diciembre de 2022, pudo iniciarse el gran cambio, la gran revolución: reinstalar ascenso y descenso; reducir el número de extranjeros y bloquear a promotores rufianes; acabar con la Multipropiedad, y crear un programa nacional de fuerzas básicas, incluyendo un saneamiento a la Liga de Expansión, algo parecido al proyecto MLS Next, que es la gran amenaza, sigilosa, dentro de cuatro o cinco años, para el futbol mexicano.
18 meses, y de semejante desperdicio de tiempo, quien tendrá que pagar la cuota será Jaime Lozano, expuesto este miércoles ante Uruguay y enseguida ante Brasil, y después a la fase de grupos de la Copa América, ante Jamaica, Ecuador y Venezuela.
Versiones hay de que en la #YuntaDeDueños del 17 de junio, La Bomba Rodríguez hará finalmente un anuncio de impacto en la Liga Mx (ascenso y descenso, y reducción de extranjeros), y para la Selección Mexicana (la llegada de Javier Aguirre al frente de un proyecto que sí incluye a Jimmy).
Pero, son versiones, dedazos de atole. Que en nada resarcen los 18 meses de incompetencia y traspiés.
Lo mejor que le podría pasar a Jaime Lozano es que ese 17 de junio se confirme que sí, que tiene toda la confianza de La Bomba y de Aguirre, pero, principalmente saber que él también puede confiar plenamente, en La Bomba y Aguirre. La una, sin la otra, es una emboscada.