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La Chica del Banquillo: España, el preludio de Sudáfrica 2010

ESPN

Ciudad de Fútbol de Las Rozas. Madrid. Estamos en la sede de la Real Federación Española de Fútbol y soy reportera pasante -o becaria, como dicen aquí- de Radio Marca. A las nueve de la mañana llegamos al recinto, en la periferia de la capital, para atender a la reunión del estratega nacional Luis Aragonés con los directivos de La Roja. Hay rumores. España acaba de ser eliminada, otra vez, en el Mundial de Alemania 2006. Dicen que a Aragonés le van a echar.

Aquellos cánticos de “Au Revoir Zinedine Zidane” mutaron, tras el 1-3 ante Francia, a un “jugamos como nunca y perdimos como siempre”. La oleada de optimismo con respecto a la selección española se diluyó al minuto 40 con un gol de Ribery. Luego quedó sepultada por Vieira y el propio Zizou. Los españoles regresaban a casa, nuevamente, en octavos de final. Querían retirar a Zidane, que ya había colgado los botines en el Santiago Bernabéu, y resulta que fue él quien los mandó de vuelta. Su partido de despedida como merengue me lo perdí, por cierto, por una fiebre terrible. Aún lo lamento.

A esa roja la he visto debutar en Leipzig. He venido de mochilera a mi primera Copa del Mundo. Acerté el marcador en la televisión alemana, que estaba haciendo encuestas en la calle: 4-0 ante la Ucrania de Andriy Shevchenko. No, no vi a la Brasil del 70, pero pude ver a la España de Xavi e Iniesta. La generación brillante de Iker Casillas.

A las tres de la tarde, de nuevo en Las Rozas, vemos salir a Luis Aragonés. Se detiene, tranquilo, ante nosotros los reporteros. Coloco el micrófono de Radio Marca, pero tengo un problema. Llamé hace diez minutos para anunciar que en cinco estaríamos con el DT y ahora nadie me contesta en la cabina. El chico encargado ha bajado a fumar. Un colega me dice que me pasa la grabación. Perdemos de tener al aire, en vivo para toda España, las dos primeras respuestas. Finalmente me atienden. Resumimos: Aragonés se queda.

Hay una ola de dudas con respecto al técnico. Varios periodistas comentan que es momento de un cambio en el banquillo. Que El Sabio de Hortaleza no sabe los modos. No gustan sus métodos. Yo no opino. Mi mente perfeccionista se ha quedado estancada en el momento previo a la rueda de prensa, en la que el operador no me ha atendido el teléfono. Regreso a la radio y reclamo. Ya se te pasará esa pasión del pasante, dicen. Catorce años me doy cuenta de que se equivocan.

Aragonés tiene razón. En 2008 gana la Eurocopa con un estilo de juego impecable. Invicto. Con los jugones, como les llaman en la tele. Con el Tiki Taka como denominación de origen. El fútbol de asociación de Xavi, Iniesta y Cesc. La defensa de Marchena y Puyol. Los goles de Villa y Torres. Y contra Italia, las paradas de Casillas a Rossi y Di Natale. Se rompía la maldición de los cuartos de final y también de los penaltis.

Ese fue el preludio de Sudáfrica con Vicente del Bosque. Dos copas sin Raúl. El técnico campeón del mundo de 2010 recuerda la imagen del apuro de Robben en Soccer City… el roce de Iker para desviar aquel balón. El silencio previo en el autobús. “No sabemos qué hubiera pasado. Son cosas indemostrables en el fútbol”, reconoce diez años después.

La Holanda de las virtudes, de las contras, comprobó el poder de recuperación de una España acosada por el fantasma de su debut ante Suiza. Los neerlandeses, subcampeones del mundo tras un gol de Iniesta. Vuelvo a recordar aquella conversación que tuve con Ruud Van Nistelrooy en Brasil 2014 en donde me afirmaba que cambiaría la manera de jugar de la Naranja Mecánica por un título. Pero en 2010 España lo tuvo todo, el estilo de juego y, también, la Copa Del Mundo. Porque los títulos son los que se exhiben, pero el estilo de juego es lo que se presume.