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17mo campeonato de Lakers: Un título de desahogo que agiganta el legado de LeBron James

EN CIERTAS OCASIONES, aventurar un pronóstico es una invitación imposible de rechazar. En muchas otras, resulta ser una decisión demasiada arriesgada. Hay quienes prefieren no hacerlo nunca.

Hay quienes lo hacen constantemente por el solo hecho de tener la oportunidad de, si logra acertarlo, poder decir con el pecho inflado un contundente "se los dije". También se los respeta porque es parte de un juego en el que hay que vivir permanentemente con las consecuencias. Ensayo y error. Acierto o condena. Reconocimiento o cadena perpetua... Las sensaciones al inicio de una temporada pueden inclinarnos a pensar para un lado o para el otro.

Darle un favoritismo para un equipo determinado y simplemente decidirnos por algo otro que no sea el mismo del vecino que tengo al lado o enfrente. Por ejemplo: ¿a cuántos no se le habrá ocurrido apostar por Golden State Warriors cuando Kevin Durant decidió unir fuerzas con Stephen Curry, Klay Thompson, Draymond Green y el entrenador Steve Kerr?. Parecía que no había manera de evitarlo. Y durante dos temporadas, el tiempo les dio la razón. Pero al inicio de la temporada 2019/20 no era este el caso. Sin un plantel plagado de nombres, con el talento desperdigado desde el Este y hasta el Oeste, hacer pronóstico, y no digo acertarlo sino realizarlos simplemente, era una tarea que muchos preferían evitar.

El tiempo les dio la razón a aquellos que no se animaron a hacerlos. No lo hicieron por cobardía, sino porque era necesario. ¿Quién habría apostado por una final entre Lakers y Heat como la que nos tocó disfrutar? Quien lo haya hecho, que tire la primera piedra. Sin embargo, los Lakers hoy son campeones, algo que hace poco menos que un año y medio atrás parecía un imposible. Un sueño guajiro como dicen en México... ¿Por qué? Simplemente porque la desconexión entre los principales integrantes de la cadena de mandos era más que evidente, porque la desgracia se había mostrado como el único camino previsible a recorrer que marcaban 6 temporadas sin llegar a playoffs. Sin embargo, el milagro se consumó. Y lo que sigue es la crónica de un éxito no anunciado.

La historia podría comenzar en la noche en la que Magic Johnson tomó por sorpresas a todos, incluyendo a Jennie Buss, la dueña del equipo, anunciando su paso al costado como Vicepresidente de operaciones de basquetbol, pero es mejor ahorrarnos tiempo. ¿Quien ocuparía el lugar de Magic? Esa era otra de las preguntas que rondaban en el ambiente y pocos creían que se le daría poder (aunque sin cargo) al GM Rob Pelinka, lo que terminó sucediendo.

Ya sin Magic en el tablero se aceleraron algunas decisiones: terminada la temporada Luke Walton dejó de ser el entrenador y comenzó la búsqueda de su sucesor: Se pensó en Tyrone Lue, y se avanzó en las negociaciones, pero la oferta de 3 años no fue atractiva para el entrenador que pretendía 5. También se había hablado de Monty Williams, pero éste arregló con Phoenix Suns antes de que los Lakers llegaran a contactarlo. El entrenador elegido fue Frank Vogel, quien si aceptó la oferta por tres temporadas. Su presentación ocurrió horas después de que Magic Johnson saliera por ESPN en el programa de Stephen A. Smith, acusando a Pelinka de haberle clavado un puñal por la espalda.

Las trapos sucios no se lavaban en casa sino en la TV Nacional. Nada bueno podría salir de allí. Sin embargo, como no hay mal que dure 100 años, el 17 de junio, Pelinka pudo concretar lo que Magic no había podido meses antes: convencer a New Orleans Pelicans de que le mandara a Anthony Davis a cambio de Brandon Ingram, Lonzo Ball, Josh Hart y 3 selecciones de primera ronda de draft con la posibilidad de intercambiar el orden en dos de ellas. Lo que muchos vieron como un golpe de timón en la dirección correcta (finalmente lo fue), y la posibilidad de formar un nuevo Big 3 con una tercera estrella (¿Kawhi Leonard?) estaba latente, pero finalmente no se concretó.

Fue precisamente en el inicio de la agencia libre cuando los Lakers descubrieron que los Clippers (los de la vereda de enfrente) le arruinaban el sueño del nacimiento de una disnastía sumando a Leonard para juntarlo con Paul George quien llegó a cambio desde OKC Thunder. Antes de empezar a soñar en grande, el sueño de ganar un título pareció desvanecerse. El plan B ejecutado por la franquicia (formar el actual plantel) se pareció más a un premio consuelo que a la ratificación de ser candidatos a ganar un título. Pero todavía había que jugar la temporada...

El comienzo de la temporada no fue el que sus fans quería. Derrota contra Clippers en la noche inaugural, a la que se sumaron dos más en su propia casa: una contra los campeones Toronto Raptors y otra contra Dallas de Luka Doncic. Raptors en su propia casa. Sin embargo, el 11 de diciembre los encontraba como líderes del Oeste con marca de 24-3.

Pero llegó Navidad, un nuevo enfrentamiento ante Clippers y una nueva derrota impedían que se les otorgara el sello de favoritos, o mejor dicho posible candidato a pelear por un título. El equipo siguió unido y mejorando partido a partido.

Febrero fue un mes nefasto. No en lo deportivo sino en lo emocional: la pérdida de Kobe Bryant y 8 personas más en un accidente de helicóptero, puso a la franquicia en jaque nuevamente. El plantel cerró filas y salió dispuesto a pelear cada partido con la mentalidad que caracterizaba a a Kobe. Llegó marzo y con dos triunfos ante sus más temidos rivales como Milwaukee Bucks y LA Clippers, el ambiente empezó a tenerlos en cuenta por primera vez en mucho tiempo. Pero la pandemia tenía otros planes.

La burbuja de Orlando los encontró fuera de ritmo y con varios problemas por solucionar, como el tiro de tres puntos. Su escasa efectividad lo convirtieron en el peor equipo de la burbuja en esa estadística. Otra vez los nubarrones parecían quitarle el diploma de candidatos. Los playoffs los encontró enfrentando a un temible Portland que presagiaba un mal enfrentamiento para Lebron, AD y compañía. A la derrota en el primer juego le siguieron 4 triunfos en fila para avanzar a la segunda ronda. Contra Houston repitieron la misma receta y el mismo camino: derrota inicial seguida de cuatro triunfos en línea. De pasar a jugar con un equipo poderoso en la zona pintada como Portland había tenido que ajustar su plan para enfrentar a un rival bajo, pero más intensa, veloz y muy peligroso con el tiro exterior. No hubo problemas.

En las finales de Conferencia, Denver amenazaba ser un mal enfrentamiento para Lakers. Especialmente después de haber eliminado a LA Clippers estando en desventaja de 1-3. Pero la historia nos marcó que Lakers terminó siendo un enfrentamiento desfavorable para los Nuggets que cayeron 4-1.

Para la gran Final, la historia había cambiado. Nadie les quitaba el derecho de ser considerados favoritos, que se había ganado cuando los Clippers, Toronto y Milwaukee fueron eliminados en segunda ronda. La dupla Lebron-AD demostraron a lo largo del año de lo que eran capaces: cargarse un equipo y una franquicia al hombro para guiarlos a una nueva final y tratar de ponerlos nuevamente en la cima de la NBA.

Pero enfrente había un rival inesperado que se había ganador el pasaje a las Finales por méritos propios, trabajo, sacrificio y talento. Jimmy Butler fue su líder silencioso, el que predicó con el ejemplo contagiando a cada integrante del plantel y el que desafió sin miedo alguno al equipo favoritos con actuaciones memorable y definitivamente consagratorias. Le alcanzó para ganarse el reconocimiento de todos, para ser considerado una verdadera Estrella de la Liga... Pero no para quedarse con el título.

El título quedó para Lakers... Un equipo que trabajó en silencio. Un equipo que se hizo fuerte a partir de una química de conjunto a prueba de tempestades. Con un líder en LeBron y el mejor escudero posible en Anthony Davis.

Con un cuerpo técnico que supo conducirlo, cambiar cuando fuera necesario y tener siempre en claro que el objetivo era, parafraseando a Pat Riley, la gloria o la miseria.

Un equipo que confió en su dirigencia y que la ayudó a reencontrarse con el dulce sabor de los días victoriosos. Un equipo que, aunque varios no lo tenían en cuenta, terminó dominando el salvaje Oeste en la temporada regular y a toda la Liga en los playoffs.

Un equipo que se puso como misión regalarle un campeonato a modo de homenaje a quien fuera el Laker favorito de todos los tiempos y que supo cumplir.

Quienes hicieron grande esta franquicia como Jerry West, Elgin Baylor, Kareem Abdul-Jabbar, Magic Johnson, Gail Goodrich, Jamaal Wilkes, James Worthy, Pau Gasol y Shaq celebrant en algún lugar del planeta.

Mientras tanto George Mikan, Wilt Chamberlain, Kobe y Jerry Buss sonríen desde el cielo.