Sebastián Martínez Christensen nos cuenta cómo se vivió el memorable Juego 1 de las Finales de la Conferencia Este.
NUEVA YORK -- Desde el momento en que pisé el Madison Square Garden, me di cuenta de que era un día especial.
Siempre se vive un aire diferente en la Meca del básquetbol, pero los Knicks estaban de regreso en una Final de Conferencia por primera vez en 25 años, y los fans estaban incluso más prendidos que de costumbre.
Los Indiana Pacers iniciaron el partido al rojo vivo, encestando sus primeras nueve canastas, y cuando finalmente fallaron la primera, la afición se hizo sentir, y la energía sólo fue subiendo de allí hasta los tres minutos finales.
Parece una frase hecha decir que algún estadio es más factor que otros, pero la realidad es que la pasión y el sufrimiento de los fans neoyorquinos, por momentos parece una extensión del equipo. Tristemente para ellos, fueron testigos de una de las recuperaciones más improbables de la historia, y pasaron en cuestión de segundos, de la algarabía a la desazón.
Los Knicks llegaron a tener una ventaja de 17 puntos en el último cuarto, y todo parecía estar saliendo a pedir de boca.
Nunca se hizo más evidente ese sentimiento que luego de que Jalen Brunson recibiera su quinta falta personal.
Allí se sintió una tensa calma, porque los Knicks saben que suelen sufrir sin su principal estrella en cancha.
Sin embargo, New York hilvanó una racha de 14-0 y pareció tomar control del partido.
Los Pacers empiezan con una gran racha al anotar sus primeros nueve tiros de campo ante los Knicks.
¿Encuentro terminado?
Al menos eso pensaron los fans de los Knicks, cuando vieron a su equipo arriba 14 puntos con 2:41 por jugar. Nuevamente, se reforzó ese pensamiento cuando se encontraron nueve puntos arriba en el último minuto de juego.
Precisamente a falta de tres minutos, me fui acercando a mi posición en cancha para hacer mis reportes posteriores; yo también pensé que el partido estaba terminado.
Me crucé con varios fans de los Knicks, que ya se retiraban del estadio para ganarle al tráfico, al grito de “¡Ya tenemos uno!”, Ni me quiero imaginar la sorpresa que se llevaron cuando llegaron a su casa.
Es que ni ellos ni yo contábamos con que Aaron Nesmith se transformara en la reencarnación de Steph Curry en ese último cuarto.
Aaron Nesmith encesta cuatro triples para acercar a los Pacers al final del partido.
Neismith encestó seis triples en el último cuarto, y lo hizo a pesar de desgastar un sinfín de energía tomando a Jalen Brunson de cancha completa durante casi todo el encuentro.
Fue curioso ver que los Knicks no intentaron negarle la bola cuando se dieron cuenta que él tenía la mano caliente.
A veces cuando estás cansado, no piensas claramente.
Por allí pasaba la clave en la antesala, y por allí sigue pasando la clave de esta serie.
Rick Carlisle quiere imponer ritmo, porque sabe que su rotación es más larga, y aunque hubiesen perdido ayer, él está convencido de que a la larga tienen las de ganar con ese estilo.
Quizás la fatiga llegó antes de lo pensado para los Knicks.
Pero volvamos a ese final para el infarto.
Fue Jalen Brunson, quien merecidamente ganó el premio al Jugador Clutch del Año, pero seguimos subestimando a Tyrese Haliburton, y es hora de que sus detractores despierten.
Última bola, Haliburton fue por la yugular. La pelota pico en el aro y se quedó en el aire lo que pareció una eternidad. Contra todo pronóstico, entró limpia, y con Reggie Miller en el piso comentando el partido, Haliburton revivió su festejo icónico tomándose el cuello.
El pie de Tyrese Haliburton está justo en la línea de gol cuando su tiro rebota en el aro y cae, obligando al tiempo extra.
El drama no terminaría allí, dado que su pie estaba en la línea, y nos fuimos a tiempo extra.
Una vez más Haliburton, estuvo fino en los últimos cinco minutos, la física defensiva de los Pacers generó algunas pérdidas, y Obi Toppin tuvo un par de canastas cruciales para darle la victoria a Indiana.
Lo que siguió fue un silencio fúnebre cuando los fans se retiraban del estadio. Pienso que les costaba procesar lo que acababa de suceder, y no los culpo porque yo todavía estoy intentando racionalizarlo.
Los Knicks no pudieron anotar el triple del empate en varias ocasiones y los Pacers sobrevivieron para ganar el Juego 1 de las finales del Este.
La realidad es que los Knicks hicieron muchas cosas bien; dominaron la pintura, las segundas oportunidades y sus principales estrellas brillaron.
Sin embargo, cuando se da una derrota semejante, todo lo táctico queda de lado.
El viernes se vuelven a ver las caras en el Madison Square Garden, y la pregunta ahora es cómo los Knicks se van a recuperar de esa cicatriz psicológica.
Lo cierto es que, si New York no gana el viernes, la serie está terminada; el sentido de urgencia es ahora más grande que nunca.
Crédito para Indiana, que nunca negocia la intensidad, y que ya tiene una historia de recuperaciones milagrosas.
Y si alguien tiene alguna duda, estoy seguro de que los fanáticos de los Knicks los pueden ilustrar.
Los Pacers son un candidato escondido en plena luz del día.