Lo inexorable había ocurrido tras el quinto juego en las Finales del 2004. En un vestuario habían quedado los restos de los festejos de un campeonato de NBA, el tercero en la historia para Detroit Pistons. En el otro, el silencioso orden de quien había fracasado en el intento. Hubiera sido el título número 15 para Los Angeles Lakers.
Atrás había quedado también la premonición de Shaquille O'Neal en la conferencia de prensa: "Va a ser un verano interesante", había dicho el gigante como advertencia de que en el futuro de los Lakers no cabían dos estrellas: era él o Kobe.
Así llegó la cena final de todo el plantel con entrenadores y cuerpo médico. Kobe se sentó en una punta y Shaquille en la esquina contraria, una constante en toda la temporada. Ambos habían dejado una silla vacía a su lado. El último en sumarse fue Jerry Buss, el dueño del equipo, quien tras saludar a todos, se sentó al lado de Kobe. En ese mismo instante, Shaq supo que la estrella que no tendría lugar era él.
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Shaquille y Kobe llegaron a Los Ángeles el mismo año y con el mismo sueño: ganar títulos con los Lakers. Shaq como agente libre y Kobe vía cambio a través del draft. Cuatro años más tarde, y de la mano de Phil Jackson como entrenador, consiguieron el objetivo: no una vez, sino dos y hasta tres ocasiones consecutivas.
En esos tres torneos, los dos fueron la combinación más letal que conoció la NBA. Y Shaq no se cansó nunca de repetir, una y otra vez, que juntos conformaron el dúo más dominante de la historia. Lamentablemente, no todo fue color de rosa en esa relación.
Kobe era obsesivo. En los entrenamientos, en la manera de manejar su carrera, en dedicarse a pleno en la preparación de partidos y siendo hermético y ambicioso al máximo. Shaq, en cambio, era el talentoso que brillaba dentro de una cancha, pero con una visión de la vida diferente. La diversión también tenía lugar en su forma de vivir y la codicia por conseguir títulos no lo privaba de darse ciertos gustos. Las diferencias entre uno y otro estaban bien marcadas. Pero aunque por mucho tiempo fueron un matrimonio por conveniencia, los títulos se acumularon inexorablemente cuando los dos tiraron para el mismo lado.
Sufrieron un traspié con San Antonio Spurs en las Finales de Conferencia del 2003, pero un año más tarde estaban de regreso en las Finales de la NBA. Y aunque por entonces la grieta entre ellos era más profunda, pocos se animaban a pronosticar el divorcio que finalmente ocurrió.
Lo concreto es que durante las primeras cinco temporadas de la década, Kobe y Shaq se combinaron para anotar el 52% del promedio total de puntos de los Lakers, ya sea de la temporada regular como en playoffs. A eso hay que agregarle 18 rebotes de promedio, 8.3 asistencias 2.0 robos y 3.0 tapones combinados por juego, lo que habla a las claras del dominio ejercido por ambos dentro de la cancha.
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Concretado el divorcio, a Shaq le tomó apenas dos temporadas volver a consagrarse con Miami en el 2006. Kobe, en cambio, tuvo que esperar hasta el 2009 para sumar otro anillo a su colección, aunque al final pudo alcanzar cinco campeonatos al ganar también en el 2010 en un épico séptimo juego ante Boston Celtics en el Staples Center.
Fue Bryant el que dijo que de no haberse roto la sociedad que tuvo con Shaq, la cantidad de títulos que habrían conseguido podrían haber llegado a 10. Algo difícil de coincidir. Pero si el mejor Shaq pudo cargar por cinco temporadas a un Kobe inmaduro, llevar a los Lakers a cuatro finales en cinco años y ganar tres de ellas, en la segunda mitad del decenio, bien podrían haberse repetido esos número siendo el mejor Kobe quien cargara con el peso del equipo mientras Shaq hacía de "segundo violín" en el ocaso de su carrera.
Para ser claros: en el 2005 el campeón fue San Antonio, un equipo que en la temporada anterior había sido eliminado por Lakers. Un año más tarde se coronó Miami, algo que probablemente no habría sucedido si Shaq no llegaba desde LA. En el 2007 repitieron los Spurs y en el 2008 se coronó Boston derrotando a los Lakers de Kobe. ¿Suena entonces descabellada la teoría de Bryant sobre haber podido ganar 10 títulos si ellos dejaban los egos de lado y seguían siendo "amigos" dentro de la cancha?. Como reza la canción, "la respuesta está flotando en el viento".
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Poco antes del trágico accidente que le costó la vida a Bryant, estas dos leyendas se encontraron para una charla sincera y amena que las cámaras de TV captaron para todos los fanáticos. En ella, Kobe y Shaq, pero principalmente éste último, hasta parecieron arrepentirse por la forma en que se dieron las cosas. Pero ya era tarde para reescribir la historia. Una historia que no acepta la existencia del "que hubiera sido", pero que escribe con certeza que Kobe y Shaq formaron para los Lakers el dúo de estrellas más dominante de la historia de la NBA.