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¿Cómo Jordan Hicks aprendió que podía lanzar más rápido que nadie?

Jordan Hicks tendrá nuevas responsabilidades con su nuevo equipo. Jeff Curry-USA TODAY Sports

Jordan Hicks ha lanzado los tres pitcheos más veloces este año en el Béisbol de Grandes Ligas. Y después de ello, hizo los tres lanzamientos que les siguen. Luego, los tres siguientes. De hecho, el cerrador de los St. Louis Cardinals ha liberado todos y cada uno de los 20 ofrecimientos más fuertes en las Mayores esta temporada. Nada mal para un joven que no llegó a pitchear formalmente hasta llegar al bachillerato.

Hicks, quien creció en Houston, era aficionado de los Astros que idealizaba a bateadores de la talla de Lance Berkman y Craig Biggio. A sus 14 años, escribió un ensayo escolar en el cual expresaba sus deseos de convertirse en pitcher de Grandes Ligas (o abogado).

Poco después, visitó Atlanta para disputar un torneo y presenció un partido entre Braves y Reds en el Turner Field, donde vio cómo Aroldis Chapman lanzaba fuego puro.

“¿Cómo lo hace?”, se preguntaba Hicks.

Seis años después, el diestro de 22 años se encuentra presto a destronar a Chapman como el principal lanzallamas de las Grandes Ligas. En mayo pasado, en su temporada de novato, Hicks (quien llegó a la pelota mayor directamente desde Clase-A) soltó una recta frente a Odubel Herrera de los Philadelphia Phillies que fue registrada a velocidad de 105.1 millas por hora. Fue el lanzamiento más veloz en las Grandes Ligas en la temporada pasada y empató el récord de Chapman del envío más fuerte en la era del sistema Statcast.

Le pedimos a Hicks que compartiera con nosotros su momento eureka: el punto exacto cuando se dio cuenta de que contaba con un brazo diferente. Esto fue lo que nos contó, en sus propias palabras:

La primera vez que supe que podía lanzar tan fuerte, alcanzar las 100 millas por hora, fue el Juego de Estrellas en Clase-A baja. Era el año 2017. Era abridor y mi mecánica estaba realmente mal. El informe de scouting sobre mí indicaba que podía oscilar entre 89 y 99. Lanzaba una recta a 89, el próximo pitcheo sería de 96, el siguiente 92 y luego terminaba en 97. No tenía idea de lo que estaba haciendo.

Por eso, sólo dije: voy a intentar lanzarla. No voy a lanzar sliders. Era el Juego de Estrellas. No tiene ninguna incidencia en los resultados. Sólo estoy aquí para lanzar tan fuerte como pueda e intentar conseguir mi recta. No me importaba nada. Así que salí y solté todo lo que tenía.

Ingresé al partido en el octavo inning para enfrentarme a los dos primeros bateadores. Creo que hice siete u ocho pitcheos, los ponché a ambos. Se podía leer velocidad en la pizarra. Me volteé a ver y estaban medidos en 99, 100, 99, 100. Lo entendí. Los ponché a los dos. Siempre quise lanzar a 100 millas por hora y lo hice. Finalmente.

Después de ello, en mis dos apariciones siguientes, lancé por espacio de ocho entradas, con una recta entre 96 y 97 con un tope de 100. Inmediatamente después, pasé a jugar en la Florida State League. Conseguí mi mecánica y todo encajó. La gente suele decir que hay algo que sólo surge y hace que todo encaje: así fue en mi caso. Y me dejé llevar.

Luego pasé a la Liga de Otoño de Arizona. Allí comencé a alcanzar las 100 millas por hora de forma consistente. En mi último partido en la Liga de Otoño fui abridor, lancé tres innings y conseguí una velocidad de 102.6. Seguía aumentando. Pense: ‘Muy bien, puedo hacerlo’. El próximo año pasé al campamento de Grandes Ligas y fue allí cuando pasé al club grande.

El año pasado, cuando lancé a velocidad de 105.1, todo se compaginó y fue el momento perfecto. Jack (Flaherty, abridor de los Cardinals) acababa de recibir una ovación de pie. Comencé a correr y todo el estadio le aplaudía y fui capaz de canalizar esa energía a mi favor. Odubel iba a batear y en ese momento no me agradaba mucho porque él se tomaba una eternidad para ponerse en el cajón de bateo. Lo había visto el día anterior y todos hablaban de cuánto tiempo se tardaba: un pie sobre el cajón, demorando todo lo que quisiera. Me estaba enloqueciendo, por eso, canalicé la energía y lancé. Todo se compaginó y fue el momento perfecto.

St. Louis Cardinals: estadísticas de Pitcheo 2019

No hemos jugado contra él este año, por eso, no sé aún cómo me siento con respecto a él. Pero, si le veo haciendo eso otra vez…

Mucha gente me pregunta: ¿vas a lanzar hoy a 106 millas por hora? Les digo: no tengo eso en mente.

Me sentí sumamente bien el otro día y lancé a 104. Intenté dos lanzamientos distintos para conseguirlo y fueron dos bolas seguidas. Pensé: necesito concentrarme aquí. Es el noveno inning, con ventaja de dos carreras, necesito concentrarme. Por eso, no puedes evitarlo.

Lo puedes intentar de vez en cuando, pero si no lanzas en strike, no harás el trabajo. No estoy intentando embasar a alguien sólo para conseguir un record. Intento asegurar un triunfo para mi equipo. Hay momentos en los cuales puedes elegir si quieres dejar ir a uno en particular.

Está bien. A la vez, si no consigo, no me sentiré decepcionado.

Nadie ha lanzado a 106 millas por hora. Soy un competidor y me encantaría hacerlo. Quizás 105 sea el límite. ¿Quién sabe? Lo sabremos en un par de años.