<
>

La historia de las reuniones tras la mudanza de los Athletics a Sacramento

El divorcio siempre pareció inevitable. Pero incluso la última semana de los Atléticos en Oakland tuvo muchos giros y vueltas.


ÉSTE ERA el momento de John Fisher. Era una mañana fría y lluviosa en el Sutter Health Park en el occidente de Sacramento. El micrófono fallaba cada vez que el propietario de los Kings Vivek Ranadive intentaba elogiar al dueño de los Oakland Athletics, pero este era el sitio (el único y solitario lugar en todo el universo conocido) donde se congregó un grupo de personas para ensalzar las virtudes de Fisher por voluntad propia.

Aplaudieron fervorosamente, y quizás ingenuamente, a este multimillonario, singular por su falta de carisma. Fisher es dueño de algo que ellos creen que quieren y que ahora tienen (temporalmente). El momento era el anuncio oficial de que su equipo de béisbol, históricamente caracterizado por su mediocridad, desmantelado por Fisher de forma sistemática y desmontado en varias piezas para maximizar las ganancias, jugará en un estadio de ligas menores en su patio local a partir de la próxima temporada. ¿Por cuánto tiempo? Dos años, tres... lo que les funcione mejor. ¿Cuánto les costará? Pues, resulta que no les costará nada.

En esta mañana, el primer jueves del mes de abril, nada de eso importó. Aplaudieron porque son sus empleados, o podrían serlo dentro de poco, o porque forman parte de una entidad que podría beneficiarse de lo que este hombre posee. Se pusieron de pie y aplaudieron porque le dieron a este hombre todo lo que quería, a pesar de estar conscientes de que pronto habrán desempleados en Oakland, y de que la afición de Oakland perderá su equipo. Se pusieron de pie y aplaudieron, a pesar de los montones y montones de pruebas que dan a entender la probabilidad de que cualquier vínculo con este hombre y su franquicia de béisbol acabará entre la frustración y la ira.

Ranadive, operador en la concreción del negocio y dueño del equipo de Triple-A Sacramento River Cats, disertó sobre la visión de su "gran amigo". La alcaldesa de West Sacramento Martha Guerrero se refirió directamente a Fisher: "John, manejar un equipo es trabajo duro". Barry Broome, presidente y CEO del Consejo Económico del Gran Sacramento (GSEC por su abreviatura en inglés) alabó la buena fe cívica de Sacramento y sugirió que cuando llegue el momento para que el Béisbol de Grandes Ligas analice su posible expansión, podrían tener a un defensor de su ciudad trabajando desde dentro. Más tarde, embriagado por el entusiasmo del momento, Broome dijo: "Creo que los Fisher están encantados con la acogida que les están dando hoy".

Debía tener fe. El agasajado habló por aproximadamente 140 segundos. Trastabilló en sus dichos antes de agitar el brazo detrás de él, apuntando al estadio de ligas menores y a cada uno de sus 10.000 asientos. Se refirió a lo emocionante que será ver a "peloteros de los Athletics o Aaron Judge" bateando jonrones en "el estadio más íntimo de las Grandes Ligas".

Quizás sea comprensible su falta de voluntad, o incapacidad, para nombrar a uno de los peloteros de su propio equipo. Se trata de un hombre que, durante el último año, ha creado un ambiente tan tóxico en Oakland que no puede asistir ni a uno solo de los juegos de su equipo. Ese acto tan básico de atención (sentarse en las gradas) es algo que no puede hacer, a pesar de que sus agentes critican reiteradamente a la afición de Oakland por cometer el mismo pecado. Quizás sea el aspecto más triste de una empresa triste.

Pero aquí se encontraba, aproximadamente una semana después de que miles de seguidores de los Athletics pagaron estacionamiento para mantenerse fuera del estadio en el Día Inaugural y gritarle exigiendo que venda la franquicia. Disfrutará de las glorias de dos o tres campañas sin pagar alquiler en Sacramento antes de hacer maletas con rumbo a Las Vegas. Es la fórmula interminable, la misma que Fisher aplica torpemente; pero que, por algún motivo, le hace exitoso: siempre hay una ciudad demasiado ansiosa de ser reconocida en el concierto de las Ligas Mayores, dispuesta a postrarse ante la oportunidad de mirar al vacío y creer que es el sol.

John Fisher: héroe.

¿Quién lo habría creído?

Al terminar la breve ceremonia, y el viento y la lluvia corrían bajo la explanada por la línea del jardín izquierdo, el héroe había partido. Se había desvanecido. No estrechó manos ni respondió preguntas. Cruzó por las mesas con cruasanes y jarras de café preparadas para la ocasión, desapareciendo entre la oscuridad de esas últimas horas de la mañana, el primero en abandonar su propia fiesta.


LA VISTA al mar desde las oficinas de los A's en la plaza Jack London de Oakland es magnífica: transbordadores que entran y salen, la luz que brilla sobre la bahía, el horizonte de San Francisco lo suficientemente cerca como para estirar el brazo y tocarlo (la ubicación del abandonado proyecto del equipo en Howard Terminal está ligeramente hacia el norte). En una sala de conferencias ubicada para aprovechar esas vistas al máximo, varios representantes del equipo y de la ciudad de Oakland se reunieron a las 8:30 a.m. del 2 de abril, exactamente 49 horas y media antes de las festividades en West Sacramento, con la intención de discutir la posible renovación del arrendamiento del Oakland Coliseum y decidir, de una vez por todas, el destino del equipo en la ciudad.

Fue una sorpresa que se sostuvieran reuniones con Oakland. Luego que los A's se retiraran de la propuesta valorada en $12.000 millones para construir un campo de béisbol en Howard Terminal (un proyecto imposible para un estadio, espacios para tiendas y oficinas que la ciudad estaba cada vez más cerca de ejecutar) en abril pasado, la alcaldía tomó una pausa y esperó a ver si el equipo estaba interesado en renovar el contrato. Despreciada y agotada por lo que percibía como falta de sinceridad en la postura de negociaciones de los Athletics, la ciudad no estaba de humor para hacer el primer movimiento.

A principios de febrero, sin ningún intento por parte de los A's, los representantes de la ciudad creían que el equipo había encontrado otra plaza donde jugar. Se acercaba la fecha límite para definir el calendario de la temporada 2025 del béisbol mayor, y el comisionado Rob Manfred se había limitado a declarar que los A's jugarían "en algún sitio del Oeste [de Estados Unidos]". El presidente de los A's Dave Kaval empezó a plantear posibilidades con distintos niveles de viabilidad: Oakland, Sacramento, Salt Lake City, el estadio de la sucursal Triple-A de la franquicia en Las Vegas, el Oracle Park de San Francisco.

The city went forward with leases for the Oakland Roots and Soul, the men's and women's professional soccer teams in the United Soccer League. And then, in mid-February, the team reached out to Oakland, in a move that echoed the clumsy "parallel paths" approach Kaval announced when the team pitted Las Vegas against Oakland.

La ciudad procedió a firmar los arrendamientos para los equipos Oakland Roots y Soul, franquicias de fútbol profesional masculino y femenino de la United Soccer League. Posteriormente, a mediados de febrero, los A's se comunicaron con el ayuntamiento, un gesto que recordaba la torpe filosofía de "caminos paralelos" que Kaval anunció cuando la franquicia puso a competir a Las Vegas contra Oakland.

"Contactarnos a mediados de febrero nos hizo ver que no tenían seriedad", afirmó la jefe de gabinete de la ciudad de Oakland Leigh Hanson. "Una negociación normal habría empezado dos meses después de su retiro en abril pasado. La confianza se había deteriorado mucho, pero pensamos darles el beneficio de la duda y nos dimos cuenta de que la organización pasaba por una gran transición. Creíamos que era nuestra responsabilidad con la afición y la ciudad seguir adelante e intentar que funcionara bajo nuestras condiciones".

Kaval fue el primero en tomar la palabra, algo que se había convertido en costumbre. Expresó su sorpresa porque los términos del arrendamiento con la ciudad fueron revelados por ESPN dos días antes de la reunión. Dichos términos, indicados en las hojas que circularon por la sala aquella mañana, incluían un contrato de alquiler por cinco años con opción de rescisión ejercible por el equipo después del tercero, una "comisión por extensión" de $97 millones y un acuerdo para que los A's asumieran los gastos de conversión de terreno cuando Roots y Soul empiecen a jugar el próximo año en el Coliseum. Asimismo, la ciudad quería que los A's ayudara a obtener garantías por parte de Major League Baseball de que la ciudad recibiría una ventana de un año para buscar grupos de propietarios de una nueva franquicia de expansión.

En su conjunto, era mucho pedir. Desglosada individualmente, la comisión por extensión era claramente el mayor obstáculo para el equipo. Con los A's, el dinero siempre es el mayor problema. Kaval dijo que la cifra de $97 millones (exigible independientemente de si el equipo decidía quedarse por cinco años o rescindía el arrendamiento después de tres) era inasumible y preguntó cómo el ayuntamiento había llegado a semejante cifra. Se le respondió que el equipo del alcalde Sheng Thao había investigado exhaustivamente y que la cifra tomaba en cuenta los costos en los que incurriría la franquicia al emprender dos mudanzas entre los próximos tres a cinco años, los $67 millones anuales que cobra el equipo a la cadena NBC Sports por los derechos de transmisiones televisivas dentro del Área de la Bahía de San Francisco (cantidad que, de acuerdo a lo afirmado por la ciudad, incluye apenas $10 millones en ingresos por publicidad, lo que implica que NBC Sports asume un subsidio cercano a $57 millones anuales) y el alquiler del Coliseum sumamente favorable a los A's, por el cual paga $1,5 millones.

"La cifra está por encima del valor del mercado", indicó Kavan. Hanson dijo estar de acuerdo. "Lo es", respondió, "y su contrato está criminalmente por debajo del valor del mercado". La ciudad no recibe ingresos por concepto del estacionamiento del Coliseum, no cobra ninguna porción de las ventas de bebidas y comidas. Apenas se lleva una pequeña porción de los ingresos por boletería. La comisión por extensión, según enfatizó Hanson, no debía malinterpretarse como alquiler, sino simplemente como el costo de seguir en Oakland. "El objetivo", afirmo, "no es hacer el negocio más barato posible. El objetivo es que esto funcione para la ciudad".

"Pues", reiteró Kavan. "Esto no funcionará para nosotros".

Hanson indica haberse encogido de hombros al escuchar la tajante afirmación del ejecutivo de los A's. "Es su responsabilidad decidir adónde van a jugar al béisbol", indicó. "Nosotros recogemos la basura, asumimos el control policial y nos preocupa el desarrollo económico, pero no es nuestra responsabilidad albergarlos a ustedes".

Quizás ésta era la señal más clara hasta entonces de que la paciencia de la ciudad de Oakland estaba a punto de agotarse y que el equipo tendría que acceder a términos favorables al ayuntamiento si no quería buscar otra urbe donde jugar. A pesar de que la administración actual solo llevaba 15 meses a cargo de la ciudad, el peso acumulado de los últimos 20 años de incertidumbre había caído en sus hombros. Las ventajas de seguir en Oakland eran más que evidentes: no había que asumir gastos de reubicación, ni costear los gastos de desarraigo de sus empleados, con un contrato de televisión solo disponible en el décimo mercado mediático más importante del país según la empresa Nielsen. Y a pesar de sus variadas fallas, muchas causadas por los propios A's, el Coliseum sigue siendo un estadio de Grandes Ligas.

A pesar de que la ciudad no presentó los términos económicos de su propuesta hasta la cuarta reunión, los parámetros básicos (cinco años de arrendamiento y la cláusula de rescisión ejercible por el equipo) estaban sobre la mesa. Sin embargo, varias fuentes indican que los A's nunca presentaron una hoja de oferta, ni siquiera un papel con exigencias o sugerencias. En un momento de la segunda reunión sostenida en marzo pasado, Kaval sugirió que los A's podrían estar dispuestos a aceptar "el contrato de los Raiders"; o sea, el pacto por dos años y $17 millones aceptado por el propietario de los Raiders Mark Davis para los dos últimos años de su franquicia en Oakland antes de mudarse a Las Vegas.

"Primero que todo", respondió Hanson, "por favor, no lo llame el contrato 'de los Raiders'. Eso les trae malos recuerdos a todos en esta ciudad. Y segundo, eso no va a funcionar".

Apelar al "contrato de los Raiders" fue la única táctica de negociación empleada por Kaval, según indican fuentes familiarizadas con la negociación. A pesar de ello, se mantuvo un intenso intercambio de opiniones. Kaval se opuso a la oferta de un arrendamiento por cinco años, porque el equipo cree que su futuro estadio en Las Vegas (con fecha de inicio incierta y financiamiento por definir), que se ubicará en el terreno de 9 acres del Tropicana Casino and Resort (aún por demoler) estará listo para la temporada 2028. Quizás, un año antes.

Hanson afirmó que la ciudad había hecho sus propios cálculos, y dichos cálculos indicaban que los A's requerirían por lo menos de cinco años para finalizar la construcción de su estadio en Las Vegas. Lo que no se ha dicho aún, según indican las fuentes, era que persistían las dudas sobre la posibilidad de que llegara a concretarse el acuerdo con Las Vegas y que la táctica de los cinco años era una protección contra la posibilidad de volver a negociar con los A's.

En la última reunión, ya era palpable la opción de ir a Sacramento. Kaval había informado que el equipo sostenía conversaciones diarias con Ranadive y Sacramento y discusiones semanales con Salt Lake City. Algunos personeros del bando de Oakland creían que la franquicia ya había concretado un pacto con Sacramento antes del inicio de la reunión... y no eran los únicos. Broome, CEO del GSEC, estuvo presente durante las negociaciones con Ranadive y afirmó a ESPN haber estado en conocimiento de que los A's jugarían en Sacramento 10 días antes del anuncio oficial.

Después de esa cuarta y última reunión con los A's, y tras la objeción visceral a la comisión por extensión de $97 millones, el personal de la alcaldía abandonó las oficinas de los A's a las 9:30 y volvió a reunirse en el ayuntamiento para revisar los detalles. Las conversaciones siguieron durante todo el día y antes de caer la tarde, Hanson obtuvo la aprobación de Thao para presentar una oferta revisada: un contrato de arrendamiento por tres años con una comisión por extensión de $60 millones.

A las 7:15 de la noche, Hanson llamó a Kaval para presentarle la nueva oferta. La funcionaria afirma haber tenido la impresión de que el ejecutivo mostró interés (a pesar de que éste declaró posteriormente que ambas partes se mantenían "muy distanciadas" incluso después de la nueva oferta) y le agradeció la llamada. En cuestión de 24 horas, surgieron rumores de que Sacramento era la opción preferida de los A's, publicados en la cuenta de Twitter de "Carmichael Dave", personalidad radial de Sacramento con buenas conexiones con Ramadive y los Kings. A las 7:36 de la mañana siguiente, Kaval llamó a Hanson para darle la noticia. Cinco minutos después, Fisher procedió a informar a Thao a través del hilo telefónico. Para las 10 a.m., prácticamente a la misma hora que los A's abordaban un vuelo rumbo a Detroit, Ranadive estaba de pie en el podio, con el viento azotando su cabello, agradeciendo a su buen amigo.

Posteriormente, Kaval declaró que la decisión de elegir a Sacramento en vez de Oakland se basó en parte en el cronograma abreviado y en parte, por factores fuera el control de los A's, como las garantías que buscaba Oakland por parte de MLB para una franquicia de expansión futura. El equipo debía actuar rápidamente, según indicó, para asegurarse de que la oficina del Comisionado pudiera elaborar un calendario para 2025 con algo más que "Plaza por definir" al lado del nombre del equipo. De hecho, los A's crearon un cronograma insostenible para Oakland y lo utilizaron en su contra.

Al final de la jornada laboral en Oakland, Hanson reunió al equipo del alcalde y cruzaron la calle para ir a Fluid 510, su bar favorito, para brindar por el final: el final de las negociaciones, de las líneas paralelas, las falsas esperanzas y lecturas entre líneas. No celebraban la inminente partida de los A's; más bien, brindaban por la conclusión de un intercambio aparentemente interminable, y eternamente frustrante, con un equipo en el que nunca creyeron que podían confiar.


FISHER SIGUE FIEL a su camino fallido: alquiler gratis en Sacramento, $380 millones de fondos públicos en Las Vegas, sin rendir cuentas en Oakland. Recibió la aprobación unánime de los 29 dueños de equipo restantes para mudarse a Nevada. Major League Baseball, a instancias de Manfred, renunció al cobro de tarifas por reubicación porque (según afirma una fuente vinculada a la liga) sería demasiado gravosa para Fisher. "Digamos que se cobra una tarifa por reubicación de $2.000 millones", indica la fuente. "Siendo realistas, ¿cómo vamos a conseguirla?"

Cuesta ver el valor que Fisher le aporta a los otros 29 equipos. Parece haberse beneficiado de una versión para multimillonarios de la zona de confort que generan las expectativas bajas. Su gerencia ha logrado llevar equipos a los playoffs (equipos que juegan en playoffs a bajo precio, gracias a un trabajo brillante de construcción de roster), pero esos días han quedado tan lejos que pertenecen a una era distinta. La nómina de su equipo es la más baja de toda la liga, pero eso no basta para contextualizarlo adecuadamente. La nómina de los A's para 2024 (valorada en $60 millones) es 41% menor a la del equipo ubicado en el puesto 29 (Pittsburgh Pirates) en un circuito en el cual organizaciones tales como los Tampa Bay Rays y Detroit Tigers presentan rosters con nóminas que superan los $100 millones. Desde 2016, cuando Fisher se convirtió en el único propietario de los A's, su organización ha ostentado tres veces la nómina más módica de todo el béisbol. Nunca ha superado el puesto 24.

Fisher ha sido objeto de la condena generalizada en el mundo del béisbol. El ex lanzador de los Athletics Ron Darling, que actualmente labora en las transmisiones de los New York Mets, afirmó al aire sentirse "horrorizado" por el comportamiento de Fisher en los últimos meses. Los locutores de los circuitos de Tigers y Angels (empleados por sus equipos) han condenado públicamente la forma en la que Oakland ha sido abandonada por la franquicia. El pitcher retirado Trevor May, que jugó con los A's en la temporada pasada, fue entrevistado en el pódcast "Foul Territory" en el cual expresó: "Perder seguidores es una cosa, pero tratarlos de esta forma envía un mensaje a toda la afición".

Podría haber otras opciones. El dueño de los Golden State Warriors Joe Lacob indicó que mantiene su oferta de adquirir a los A's y construir un nuevo estadio en el terreno donde actualmente se encuentra el Coliseum, la misma que hizo cuando el entonces comisionado Bud Selig aprobó la venta del equipo a su antiguo amigo de fraternidad Lew Wolff (y a Fisher) en 2005. "Y, ¿de qué equipo es dueño Lacob?", preguntó retóricamente la fuente de la liga, ya que la respuesta es un equipo que salió de Oakland para llegar a San Francisco.

Mientras tanto Kaval, el eterno optimista, ha planteado la idea de que Las Vegas curará todos los males, que los A's abandonarán su mentalidad Moneyball y gastarán como apostadores febriles cuando empiecen a recibir el dinero que correrá en Nevada. Si eso llega a producirse (y la historia no tiene indicios de que podría ser así), los A's se enfrentan a tres temporadas más apretándose el cinturón antes de acampar en Las Vegas. En una videoconferencia para todos sus empleados previa al anuncio oficial en Sacramento, Kaval informó al personal en Oakland que sufrirían un recorte significativo de personal al final de la temporada. Gran parte del trabajo hecho por departamentos específicos (mercadeo, boletería, relaciones públicas) será asumido por empleados de los Kings y River Cats.

La ciudad, que ha asumido gran parte de la culpa en el pasado, ahora deberá lidiar con ciudadanos desempleados. Y si bien los A's llevan 20 años buscando una nueva casa, sólo los últimos ocho se han centrado en Oakland. De esos ocho años, hubo dos dedicados a un proyecto condenado al fracaso antes de empezar en pleno centro de la ciudad en el Laney Community College. Dos años del proyecto de Howard Terminal se vieron frenados por la pandemia. Incluso entonces, la ciudad estaba a menos de $97 millones (la comisión por extensión original era una palmadita en la espalda) de darle a Fisher todo lo que buscaba para su miniciudad de $2.000 millones en Howard Terminal.

Nada de eso importó dentro de la fraternidad de dueños de equipo, a quienes se les había agotado la paciencia. Y Oakland, blanco fácil del escarnio, ya no era más que un problema para resolver. "Después de 15 años de esta situación, los dueños de equipo están con Rob", expresa la fuente vinculada a la liga. "Ellos quieren saber: '¿Qué pasa en Oakland? Vamos, es hora. O corres o te encaramas".


EN WEST SACRAMENTO, persisten las incógnitas sobre temas logísticos. Aún no se definen los aspectos físicos sobre cómo los River Cats, sucursal Triple-A de los Giants, y un equipo de Grandes Ligas como los A's podrán compartir estadio. Es necesario hacer mejoras sustanciales al Sutter Health Park para cumplir con las especificaciones establecidas en el último contrato colectivo laboral y recibir la aprobación de la Asociación de Peloteros del Béisbol de Grandes Ligas. Se debe mejorar la iluminación, renovar los bullpens y construir una segunda jaula de bateo. El clubhouse del equipo local se encuentra más allá de la barda del jardín izquierdo, ubicación poco cónsona con las instalaciones a las que un ligamayorista está acostumbrado.

A pesar de todo esto, la euforia desenfrenada era la orden del día mientras la lluvia y los fuertes vientos azotaban en la mañana del jueves. Broome dijo: "Lo único que le pido a los Fisher es que, cuando ganen la Serie Mundial en los próximos tres años, hagan que el desfile pase por el centro de nuestra ciudad".

Se refería a los A's, un cascarón de equipo de béisbol. Ganar ni siquiera es tema de conversación y mucho menos un objetivo. Hace pocos años, su gerencia conformó un núcleo vibrante de jóvenes peloteros (Matt Chapman, Marcus Semien, Matt Olson, Sean Murphy) que pudo haber sido contendor por varios años, si les importara ser contendores. Los restos están atados con alambre de embalar, cuerda y reparto de ingresos.

Broome no se deja amilanar. "Sólo necesitamos un chico de 19 años llamado Vida Blue, un chico de 20 años llamado Reggie Jackson", afirma. "Sólo necesitamos tres, cuatro, cinco chicos. Tenemos que buscar en la República Dominicana a un campocorto, a Omar Vizquel". (Vizquel nació en Venezuela)

En Sacramento, todo se siente fresco y novedoso. Las posibilidades son infinitas. Ranadive, el hombre que en 2013 salvó a los Kings de un futuro en Seattle, se paró frente a los sonrientes asistentes e indicó que Sacramento estaba en "posición privilegiada" para un futuro equipo de expansión. Afirmó que no volverán a ser "segundones" de nadie, aunque eso es lo que precisamente serán si Fisher tiene éxito en su plan de quedarse en la ciudad por dos o tres años antes de mudarse a Las Vegas. Los A's ni siquiera incluirán en su nombre a Sacramento. Por el contrario, utilizarán los términos "A's" o "Athletics" sin referirse a ninguna ubicación, como si la vinculación con Sacramento fuera a sugerir algo permanente, o real.

¿Qué gana Ranadive? Una fuente vinculada con Major League Baseball insistió en que no se les prometió a Ranadive y Sacramento nada distinto a una visita temporal de los A's. "Ni siquiera tenemos un proceso de expansión en marcha", afirma la fuente. "Primero, los dueños de equipo deben votar para explorar la expansión y luego conformar un comité. No hay garantías".

Fuentes cercanas a la negociación tanto en el bando de Oakland como en el de Sacramento creen que Ranadive ha calculado que los A's no lograrán mudarse a Las Vegas. "Sin duda, Vivek es brillante", indica una fuente que declaró bajo condición de anonimato. "Hizo un análisis: [la opción de] Las Vegas se caerá eventualmente y el equipo se quedará donde esté en ese momento. No es el único en creerlo".

Más allá de donde jueguen los A's en 2028, en 2024 el equipo parece estar ansioso de reconciliarse con una afición a la que ha alejado en los últimos años. Después de salir de Oakland y elegir nueve acres de un estacionamiento de Las Vegas, los A's parecen creer que los fanáticos se aferrarán a la nostalgia de los últimos 56 años para despedirse con cariño.

"Creemos que habrá mucha gente emocionada por ir y ver un último juego en el Coliseum", indica Kaval. "Tengo la esperanza de que pueda ser una experiencia positiva y haremos todo lo que esté a nuestro alcance para que así sea. Se pueden crear nuevos recuerdos y tenemos toda una temporada para hacerlo".

Kaval está de pie, a pocos metros del podio en el Sutter Health Park, suficientemente refugiado como para protegerse de la lluvia. Habla rápidamente, con los ojos bien abiertos. Sus palabras son un torrente de lugares comunes buscando dar un giro favorable a su causa, llenas de esperanza y con su estilo característico de optimismo indetenible. Se dirige a una afición que, con o sin razón, lo detestan a él y a Fisher, al punto de que se alejan del estadio y no asisten a los partidos con la única intención de protestar su existencia. Y ahora, se encuentra en la explanada del futuro hogar temporal de su equipo, un agradable estadio de ligas menores ubicado cerca del río Sacramento, con vistas al puente Tower y la ciudad, a 15 minutos a pie de la arena de última generación de los Kings, dispuesto a despojarse del pasado.

"Sé que la gente es negativa", afirma Kaval. "Creo que se puede lograr".

Habrá promociones. Asientos a precios módicos. Eventos con estrellas del pasado. Homenajes a las glorias del pasado. Diversión para toda la familia. Quedan setenta y cuatro juegos de local en el calendario. Vengan al estadio, dice Kaval, y ayuden a los A's a despedirse de su triste historia por todo lo alto. "Es béisbol", expresa con los ojos abiertos de par en par. "Y el béisbol es para divertirse".