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¿El peor récord en la historia de MLB? White Sox, en camino de sumar la mayor cantidad de derrotas

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Los White Sox deberían buscar a Ozzie Guillén (3:40)

En ESPN Béisbol debatimos si Ozzie Guillén es la solución para estos White Sox. (3:40)

¿El peor equipo de la historia? Mientras las derrotas se acumulan, analizamos las probabilidades de Chicago de alcanzar las 120 derrotas, el ambiente en el vestuario y dónde todo salió mal en el South Side.


Los Chicago White Sox 2024 están haciendo historia por todas las razones equivocadas. El lunes, empataron el récord de derrotas consecutivas de la Liga Americana tras perder su 21º juego consecutivo antes de finalmente conseguir una victoria el martes por la noche en Oakland y volver a retomar la senda del infortunio un día después.

Transcurridas casi tres cuartas partes de la temporada, las cifras son asombrosas: un porcentaje de victorias de .239 que sitúa a Chicago en la senda de las 123 derrotas, una marca de 28-89 que ya está a 40.5 juegos del líder, Cleveland, en la División Central de la Liga Americana, y un diferencial de carreras negativo de 248, que es 69 carreras peor que el equipo más cercano (Colorado Rockies).

Para poner todo esto en perspectiva, les pedimos a los expertos en MLB de ESPN Bradford Doolittle, Jesse Rogers y Jeff Passan que analicen las posibilidades de que los White Sox terminen la temporada con el peor récord en la historia de MLB, el ambiente en el club mientras sufre estas históricas dificultades, y cómo un equipo que ganó 93 partidos hace apenas tres temporadas pudo hundirse a este nivel de infortunio.


¿Cuáles son las probabilidades de que los White Sox batan el récord histórico de derrotas?

Los Medias Blancas tienen una marca de 28-89. Mira esos números y piensa en ellos. Es irreal, insondable e impensable. Es probable que lleguen a las 90 derrotas antes de alcanzar las 30 victorias. Para empezar a estimar en qué podría devenir esto, construyamos nuestro camino a partir del contexto histórico, echemos un vistazo a la pretemporada y hagamos un repaso general de cómo han evolucionado las cosas antes de pensar en lo que queda del calendario.

Los White Sox nunca habían sido así de malos en sus 122 años de historia en las Grandes Ligas. Ya en la segunda semana de agosto, mis simulaciones les dan un 99.9% de probabilidades de batir el récord de la franquicia de 106 derrotas establecido en 1970, en los tiempos de Bill Melton, Tommy John y Wilbur Wood. Para evitar romper ese récord, tendrían que registrar una marca de al menos 28-18 a partir de aquí, e incluso después de haber cortado su épica racha de 21 derrotas, parece muy poco probable que los White Sox tengan 28 victorias por delante en 2024.

Con la ignominia local prácticamente asegurada, podemos preguntarnos por destinos aún más duraderos e indeseables. A saber: ¿Están los White Sox realmente en la conversación del peor equipo de todos los tiempos? Desde luego.

Ya en la pretemporada, estaba convencido de que éste era un equipo realmente malo. Mi pronóstico final de pretemporada fue de 101 derrotas, lo cual lo convertía en el peor equipo de la Liga Americana. Lo que no sabía era que mi pronóstico era tremendamente optimista.

En la tercera semana de abril, en medio de un inicio de 2-15, mis simulaciones ya situaban su pronóstico en un promedio de 50.1 victorias. Se recuperaron un poco, pero para finales de junio, la media ya estaba por debajo de las 50 victorias y ha ido empeorando. Al momento de publicar esto, su promedio total de victorias en las simulaciones es de tan sólo 42.3 victorias. Si cambiamos la perspectiva, eso se traduce en 119.7 derrotas. Estamos hablando de un equipo históricamente malo.

Y la cosa se pone peor. Las simulaciones se basan en el rendimiento de la temporada hasta la fecha y en una evaluación anticipada de su profundidad para el resto de la campaña. En el caso de Chicago, esa profundidad se debilitó considerablemente en la fecha límite de intercambios, y desde principios de julio hasta ahora, la medida de referencia de la plantilla de los White Sox ha caído en más de cinco victorias, de poco más de 55 a apenas más de 50. En parte se debe a la aceleración del porcentaje de derrotas, pero también al vaciamiento del plantel.

Para llegar a 43-119 y evitar igualar el récord de derrotas de los Mets de 1962, los White Sox deberían compilar una marca de 15-31 -- un mal porcentaje de victorias (.326), pero es bastante mejor de lo que Chicago ha hecho hasta ahora. El calendario restante no presenta nada destacable en ninguno de los dos sentidos. A los White Sox les queda un número similar de juegos locales y visitantes, aunque en este momento es difícil decir que obtendrían mucha ventaja jugando en casa más a menudo. La calidad agregada de sus adversarios restantes es exactamente promedio, lo que se traduce en la de un equipo de 81 victorias.

Cuando se tienen en cuenta estos factores, la base decreciente de los White Sox y su calendario promedio restante, las simulaciones no son amables. Como ya mencionamos, el total promedio de victorias es de 42.3, pero la clave está en la distribución de ese total de victorias simulación por simulación. Y es ésta:

Probabilidades de alcanzar un récord de franquicia de 107 derrotas o más: 99.9%.

Probabilidades de alcanzar un récord moderno de 121 derrotas o más: 41.9%.

Por último, hay un par de puntos de referencia más a tener en cuenta. Como sabemos, los Mets ostentan el récord moderno de derrotas. El récord de derrotas de todos los tiempos, incluidos los polvorientos contenedores de archivos de las grandes ligas del siglo XIX, es de 134, de los infames y desafortunados Cleveland Spiders de 1898. Bueno, los White Sox tendrían que perder todos los partidos que les quedan para igualarlo. Eso no sucederá... ¿verdad?

Más realista es el récord del menor porcentaje de victorias en una sola temporada, que actualmente es de .23504, de los Philadelphia Athletics de 1916, que terminaron con una marca de 36-117 con un empate. Los White Sox, que actualmente están en .24138, definitivamente pueden igualarlo. El total de victorias a vigilar es 39. Si Chicago lo consigue, evitará ese récord. Si termina con 38 victorias o menos, disminuirán la carga histórica de Connie Mack en un gran punto.

Y según las simulaciones, los White Sox tienen un 14.2% de probabilidades de lograr 38 victorias o menos. No hay nada más sombrío que eso. -- Bradford Doolittle


¿Qué ambiente se respira en el club a medida que se acumulan las derrotas?

Lo creas o no, podría ser peor. De hecho, el ambiente en torno al equipo era aún más deprimente la temporada pasada, cuando se esperaba que el equipo compitiera antes de terminar 61-101. Los chicos se ocupan de sus asuntos antes de los encuentros como lo haría cualquier equipo, pero una vez que empieza el juego, esta versión de los White Sox no tiene vida. Los jugadores se han mostrado responsables después de las derrotas, pero Chicago ha sido tan malo durante tanto tiempo que realmente no hay signos externos de enfado. Sin embargo, sí hay frustración, sobre todo en los rostros de los bateadores de una alineación que ha rendido por debajo de sus posibilidades. Es un grupo veterano que se ha llevado mucho mejor que el año pasado, pero que no ha producido en el campo de juego. Tommy Pham describió un aspecto frustrante de la alineación de esta temporada después de haber sido canjeado de los White Sox a los St. Louis Cardinals en la fecha límite.

"Es una pena que hayamos desaprovechado tantas ventajas porque eso hizo que los demás equipos cambiasen la clase de relevista que hacían entrar", dijo Pham. "Muchas veces, mi cuarto bate tenía que enfrentar al mejor del otro equipo en vez de alguien que tenían intenciones de sumar cuando estuviesen en desventaja. No estoy responsabilizando a nadie. Sólo digo que es frustrante para los bateadores".

Todos los que usan uniforme pueden entender lo desmoralizante que pueden sentirse los jugadores en el clubhouse cuando un equipo no para de desaprovechar las ventajas. La rotación ha sido la única luz al final del túnel, pero muchas de las actuaciones de calidad de Garrett Crochet, Erick Fedde (antes de su pase a St. Louis) y otros terminaron siendo desperdiciadas por el bullpen. Según ESPN Stats & Information, los White Sox son dueños del peor porcentaje de victorias (.391) esta temporada en partidos en los que han liderado y tienen la segunda peor marca de todos los equipos desde 1990. Chicago ha desperdiciado 42 ventajas mientras que ningún otro equipo en las mayores ha desperdiciado más de 30. De hecho, los White Sox han desperdiciado la mayor cantidad de una, dos y tres carreras en MLB.

Es difícil imaginar cualquier clubhouse sobreviviendo a todo eso.

Luego está el entrenador, Pedro Grifol, que acaba de ser despedido por la franquicia. Un ejemplo de la imposibilidad que Grifol tenía para poder conectar con el clubhouse se vio en mayo, cuando el abridor de los Orioles, Kyle Bradish blanqueó a los White Sox en siete entradas. El equipo simplemente se vio superado, pero el entrenador en su segundo año eligió reprenderlos y criticarlos después del partido. Eso les cayó mal a muchos dentro de la organización.

No hay alegría en el equipo de los White Sox. El hecho de perder, sin dudas, acentúa esta situación, pero esta vibra ha estado sobrevolando al equipo durante las dos últimas temporadas. -- Jesse Rogers


¿Cómo es que han caído hasta este punto - y hay alguna solución en el corto plazo?

Todo estaba bien hace cuatro años. Los White Sox se habían embarcado en una reconstrucción y la misma estaba comenzando a rendir sus frutos. El cambio de Chris Sale, con el que dieron inicio a la estrategia de descender para ascender en diciembre de 2016, los dejó, quizá, con el mejor prospecto en el béisbol (el tercera base, Yoan Moncada) y con uno de los brazos más talentosos (Michael Kopech). Un día después, los White Sox se 'robaron' a Lucas Giolito en un intercambio por Adam Eaton. Ocho meses después de eso, el cambio de José Quintana les aseguró a Eloy Jiménez, que se terminaría estableciendo como un prospecto top 5 en MLB, y Dylan Cease, una máquina de sumar ponches en el montículo. Ficharon al cubano, Luis Robert Jr., seleccionaron a Nick Madrigal y Andrew Vaughn con picks dentro del top 5 en el draft, vieron a Tim Anderson convertirse en un campeón de bateo, todavía tenían a José Abreu y acertadamente creían que eran dueños del mejor núcleo joven de la Liga Americana, o tal vez del béisbol en general.

Y no estaban equivocados. Ahora es fácil olvidarse, pero los White Sox han sido un buen equipo de béisbol en esta década. Llegaron a la postemporada en 2020 y ganaron la División Central de la Liga Americana en 2021. Pero había señales de que quizá no estaban del todo bien. Y pronto estas señales comenzaron a dar destellos con una luminosidad cada vez más brillante.

Moncada retrocedió. Kopech no era abridor. Giolito era inconsistente y Jiménez siempre se lesionaba. Robert tampoco logró jugar una temporada completa. Ni Madrigal, ni Vaughn lograron alcanzar sus expectativas. Anderson se desmoronó. Todo lo que se suponía que iba a ser de una manera, terminó siendo de otra. Fue un enorme fracaso del desarrollo de jugadores, pero los problemas de los White Sox van más allá de la incapacidad de sus individuos al momento de manifestar su excelencia y se trata más de la función de una cultura que arranca en la cima de la organización.

La decisión del propietario, Jerry Reinsdorf, de contratar a su amigo, Tony La Russa, como mánager antes de la temporada 2021 ilustró todo lo que está mal con respecto a los White Sox. Recurrir a alguien que no había estado en el dugout de las mayores durante casi una década, durante uno de los períodos más transformadores en la historia del béisbol, y esperar que desparramase polvo mágico de hadas sobre toda la operación, era ignorar que los White Sox estaban intentando meter el motor de un Ferrari adentro de la estructura de un Yugo.

Reinsdorf nunca invirtió el dinero necesario para construir los sistemas de analítica y de desarrollo de jugadores robustos que tienen los mejores equipos, y por lo tanto la infraestructura necesaria para dar lugar a la transición de La Russa de regreso al campo de juego no existió. Dejando de lado su voluminoso conocimiento sobre béisbol, La Russa entró para terminar fracasando. No ayudó su toma de decisiones sin sentido, como dar un pasaporte intencionalmente a un bateador enfrentando un conteo 1-2. O verlo dormirse en el dugout durante un juego. El deseo de Reinsdorf de corregir su error del pasado, de despedir a La Russa, terminó convirtiéndose en un error definitivamente atroz. Tomar decisiones por las razones equivocadas terminan resultando en malas decisiones.

Más allá de eso, Reinsdorf cometió un pecado capital para los equipos en reconstrucción: No complementó a su núcleo joven con agentes libres de impacto. Durante el invierno de 2018-19, los White Sox intentaron fichar a Manny Machado y hablaron con Bryce Harper. Terminaron sin poder sumar a ninguno. La mayor cantidad que los White Sox han invertido en la agencia libre ha sido el desastroso acuerdo por $75 millones de Andrew Benintendi. Los únicos equipos que han invertido menos en un agente libre son equipos de mercados pequeños como los Oakland Athletics, los Pittsburgh Pirates, los Tampa Bay Rays, los Cleveland Guardians, los Cincinnati Reds y los Kansas City Royals. Los White Sox, sólo como un simple recordatorio, juegan en Chicago.

De todas maneras, sugerir que esta terrible, horrible, mala, pésima temporada promete aún más, sería un error. Los Royals tenían una marca 56-106 el año pasado. Por medio de fichajes astutos y un fuerte desarrollo de sus jugadores clave, en este momento se encuentran con una marca 64-52 y son dueños del último lugar del comodín en la Liga Americana. Si Reinsdorf expande el presupuesto de los White Sox y el gerente general, Chris Getz, logra sumar a otros jugadores como Erick Fedde, el status de felpudo de Chicago puede terminar antes de lo esperado.

Los White Sox necesitan dejar en nada el cambio de su as Garrett Crochet este invierno y también convertir a Robert en algo sustancial. Necesitan que Drew Thorpe lance como la pieza en el acuerdo que envió a Cease a San Diego y que otras adquisiciones - los jugadores derechos, Jairo Iriarte y Nick Nastrini; los zurdos, Ky Bush y Jake Eder; el catcher, Edgar Quero; y los jugadores que se sumaron por Fedde, los jardineros Alexander Albertus y Jeral Pérez - se desarrollen. Necesitan que Noah Schultz continúe lanzando como el mejor prospecto zurdo en el béisbol y que el campocorto, Colson Montgomery mejore sus marcas .207/.326/.372 en la Triple-A y vuelva a mostrarse como una pieza fundacional.

Es mucho pedir. Los White Sox no están camino a convertirse en el peor equipo de la historia por accidente. El deterioro institucional está impregnado en toda la organización, y comienza en la cima. Hasta que las cosas no cambien allí - ya sea por medio de un cambio de enfoque o un cambio al por mayor - seguramente seguiremos viendo más de lo mismo.