Desde la adquisición del equipo de Boston por el actual grupo de propietarios en el 2002, múltiples choques con jugadores de nivel se han hecho públicos.
Boston Red Sox tiene una potencial crisis entre sus manos. La situación del 2025 con Rafael Devers, en la cual el principal jugador de la franquicia ha criticado públicamente la toma de decisiones por parte de la organización en dos ocasiones distintas pudiese terminar siendo una distracción que descarrile el plan a corto y largo plazo del equipo, así como el rompimiento definitivo de una relación que en un momento se pensó sería para toda la carrera del dominicano.
Sin embargo, la situación de Devers no es un caso aislado para los Red Sox. Desde la adquisición del conjunto por parte de John Henry en el año 2022, cuando se convirtió en el vigesimosegundo propietario principal del combinado, han sido varias las decisiones cuestionables y los enfrentamientos públicos que propietario, gerencia y jugadores han tenido.
Probablemente, pocas situaciones fueron tan públicas como la forma en la que terminó la relación entre Manny Ramírez y los Red Sox, por la cual el equipo terminó cambiando a su jardinero estrella hacia Los Angeles Dodgers. Ramírez tuvo mucho para decir contra los Red Sox al momento de su salida del equipo.
“Los Red Sox no merecen un jugador como yo. Durante mis años aquí, he visto como ellos han maltratado a otros grandes jugadores cuando no querían que ellos intentaran poner a los fanáticos en su contra”, le dijo Ramírez a ESPN Deportes en julio del 2008.
“Los Red Sox les hicieron lo mismo a tipos como Nomar Garciappara y Pedro Martínez y me quieren hacer lo mismo a mí. Su meta es pintarme como el malo. Amo a los fanáticos de Boston, pero los Red Sox no me merecen. No hablo sobre dinero, la paz mental no tiene precio y no tengo paz aquí”, cerró diciendo el dominicano.
Con respecto a Garciaparra, este fue, sorpresivamente, cambiado en 2004, durante la fecha límite, de cambios, tras disputas salariales que fueron muy públicas y por el historial de lesiones del jugador. El entonces gerente del equipo, Theo Epstein, justificó el cambio de una de las figuras principales de la escuadra al señalar que defensivamente, las lesiones habían convertido la defensa de Garciaparra en su punto más débil.
Según recuentos contenidos en el libro “Feeding The Monster” (“Alimentando al Monstruo”), Garciaparra llegó a comentarle a amigos cercanos que sentía que los Red Sox habían dado instrucciones al personal de terreno de no arreglar apropiadamente el terreno del campocorto para hacerlo ver mal defensivamente. Sin embargo, durante las dos temporadas anteriores, se rumoró bastante el hecho de que “Nomar se encontraba molesto” con el equipo, lo cual, según señaló el jugador a ESPN durante una entrevista, no se correspondía con la realidad.
Martínez también dejó a los Red Sox tras disputas contractuales, ya que, tras su último año con el equipo en 2004, estos le realizaron una propuesta salarial que él encontró como irrespetuosa, según dijo en una entrevista con Rich Eison. Incluso, esperando que el equipo reconsiderara, Martínez dio un plazo de 15 para que los Red Sox igualaran la oferta contractual hecha por los Mets, lo cual el equipo no hizo.
Boston eventualmente enfrentaría otros problemas públicos por temas salariales con varios miembros de su equipo. Jacoby Ellsbury es otro caso de un jugador que se vislumbrara como parte del futuro de la franquicia, pero tras no poder ponerse de acuerdo, el jardinero abandonó Boston con rumbo a Nueva York, donde jamás fue el mismo.
Pablo Sandoval y Hanley Ramírez son otros dos casos de estudio interesantes. Sandoval, una estrella de postemporada junto a San Francisco Giants, llegó para resolver la ausencia de un tercera base de todos los días, mientras que se esperaba que Ramírez fuese un jugador de todos los días en el cuadro interior o los jardines, a pesar de haber perdido tiempo por lesión en tres de los cuatro años anteriores a llegar a Boston.
Los problemas de peso de Sandoval fueron notorios desde el primer día y el equipo fue duramente criticado por no lograr que el jugador hiciera algo al respecto de manera consistente, por lo que terminaron liberándolo en 2017, Ramírez había perdido condiciones ofensivas y a pesar de que tuvo una buena temporada en 2016, sus números fueron deteriorándose de manera continua.
Sin embargo, declaraciones del entonces gerente Dave Dombrowski, así como del dirigente Alex Cora, apuntan hacia que la decisión de cortar al jugador fue de este último, amparándose en que el rol del jugador iba a reducirse en las semanas siguientes.
Tras esas situaciones, llegó uno de los momentos más negros de la historia reciente de los Red Sox, el cambio de Mookie Betts. Tras meses de discusión sobre una posible extensión contractual, el gerente Chaim Bloom tomó la decisión de enviar a Betts hacia los Dodgers, luego de que unas negociaciones que fueron bastante públicas no llegaran a ninguna parte.
Betts declaró en repetidas ocasiones sentirse irrespetado por las ofertas recibidas por los Red Sox, aunque con el paso del tiempo ha suavizado su posición con respecto a lo que pasó.
Una situación muy similar se vivió con Xander Bogaerts quien tras su salida del equipo dijo que la oferta hecha por Boston estaba “muy lejos” de lo que él esperaba que le ofrecieran.
“Vi a múltiples grandes jugadores con quienes jugué pasar por esa organización y no están ahí ya. Algunos de los muchachos pasaron de ser incambiables a cambiables. Eso me abrió los ojos, hizo que viera las cosas de manera diferente”, indicó el campocorto de San Diego.
Finalmente, llegamos a la situación con Rafael Devers, quien en dos ocasiones ya ha reiterado que “el equipo no tiene palabra”. En todos los casos anteriores, los jugadores terminaron abandonando la escuadra o siendo cambiados, por lo que el destino de Devers es uno que está envuelto en más dudas que otra cosa, pero si la historia puede mostrarnos algo del futuro, las señales apuntan a que el tiempo del dominicano en la organización pudiese tener fecha de expiración.