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Este no es el momento para eliminar la Regla Selig

Nota del editor: Los analistas de béisbol de ESPN Doug Glanville y Alex Cora debaten los méritos de la Regla Selig, que requiere que cada equipo considere a candidatos de minorías para posiciones de alto nivel dentro de las organizaciones. Pueden ver la nota en inglés aquí.

Estimado Alex:

Después de que los Bravos despidieron a Fredi González, estábamos en el estudio sosteniendo un debate amistoso. Estamos de acuerdo en algo: Los retos a los que se enfrenta un candidato minoritario a un puesto directivo son únicos. (Tú te entrevistaste con los Padres. Yo me entrevisté con los Rays. Lo sabemos de primera mano) La Regla Selig existe para garantizar que pongamos un pie en la puerta, pero no es necesariamente la solución a todos estos retos. Tú, en específico, has expresado las desventajas de obligar a los dueños a entrevistar a candidatos minoritarios y cómo esto puede impedir que un equipo vea las aptitudes de una persona y no solo lleve a cabo las entrevistas para cumplir con un requisito.

Lógicamente, esto te ha llevado a concluir que se debería eliminar la Regla Selig. Yo he visto el otro lado de la moneda.
La Regla Selig va más allá de los managers en el campo. Ha incorporado prácticas de contratación no discriminatorias, con resultados positivos, para mucha gente en la liga y dentro de la directiva de un equipo. La buena voluntad es importante para revertir la tradicional falta de diversidad a los más altos niveles del béisbol. Sin embargo, también es importante que exista una política e incluso un marco jurídico para garantizar ese futuro; aprendizajes que considero que están vinculados al movimiento de derechos civiles en los Estados Unidos.

Jugué béisbol en las ligas de invierno en Puerto Rico, tu país natal, en 1994 y 1995. Mi experiencia no solo transformó mi carrera, sino también mi vida. Aprendí mucho en el campo y me aceptaron como si fuera familia a pesar de no ser nativo, y desde entonces siento una profunda responsabilidad y obligación con los jugadores de ascendencia latinoamericana.

Hace dos semanas, cuando los Bravos despidieron a González, el único manager latino en las Grandes Ligas, escuché con atención las preguntas que surgieron sobre la posición de la MLB en torno a la diversidad. Hay solo dos managers de minorías en las mayores, ninguno de los cuales es latino. ¿Qué hace falta para crear un ambiente que refleje la diversidad del béisbol en todos los ámbitos del liderazgo?

La Regla Selig se introdujo en 1999 con el fin de alentar a los equipos a ser más incluyentes en el proceso de entrevista. En ese momento, el comisionado Bud Selig señaló que los clubes debían considerar candidatos minoritarios para "las posiciones de gerente general, asistente del gerente general, gerente de campo, director de desarrollo de jugadores y director de exploración". Se refirió a la equidad y destacó que el béisbol limitaría su potencial si las cualificaciones fueran vistas a través de un lente monocromático.

He escuchado tus preocupaciones por algunas de las consecuencias de esta política. Como latino que ha dedicado su vida a este deporte, quizá sientas que el requisito obligatorio de entrevistar a candidatos minoritarios de la Regla Selig únicamente obedece a una cuota racial. Te sientes marginado tan pronto como cruzas la puerta. Y si consigues el puesto, te sientes como el manager latino que tiene la fortuna de estar ahí. La política no ha dado los resultados que Selig hubiera imaginado. Los dos managers de color, ambos afroamericanos, fueron contratados a última hora en la pasada temporada baja.

Para mí, la Regla Selig refleja una acción afirmativa y otros recursos legales necesarios para que las instituciones estadounidenses sean incluyentes, con el fin de diversificar y representar de modo más equitativo a las personas a las que se les ha negado acceso a estas instituciones desde la creación del país. En un principio, las minorías a las que finalmente se les otorgó acceso, sintieron (y se les hizo sentir) como si hubiera sido algo simbólico. Esto me recuerda mi primer año en la Universidad de Pennsylvania. Había personas indignadas por mi presencia. Me dijeron que la única razón por la que me habían aceptado en una escuela de la Ivy League, era por mi raza o porque era beisbolista.

En mi primer año, quería que la gente supiera que estaba calificado. Finalmente aprendieron algo más sobre mí, aunque eran pocos los que querían hablar sobre la otra cara de la moneda: el privilegio. Los alumnos que vienen de una tradición académica recibían trato preferencial, un beneficio que pocas minorías recibían en aquel momento. Esta ventaja histórica influyó de manera exponencial en el presente. Son como los acuerdos hechos en el campo de golf, en donde clases enteras de personas no pueden obtener una membresía. Esto aún sucede en el béisbol, donde los jugadores latinos representan casi el treinta por ciento de los miembros de este deporte.

A lo largo de la historia de los Estados Unidos, el progreso ha sido el fruto del valor de aquella primera persona que intentó cambiar la norma. Jackie Robinson es el ejemplo perfecto. Sin embargo, incluso detrás de su enorme valor, el proceso legislativo debió garantizar dicho progreso.

Llegó antes del movimiento de derechos civiles (muchos lo reconocen como la chispa que lo inició), que llevó finalmente a Brown vs. el Consejo de Educación, la Ley de los Derechos Civiles y la Ley del Derecho al Voto. La buena voluntad no era suficiente. También necesitaba haber una ley.

La Regla Selig surgió porque el comisionado del béisbol, por su propia evaluación, sabía que las cosas no estaban cambiando lo suficiente. El béisbol aún se tambaleaba como consecuencia de los comentarios del ejecutivo de los Dodgers, Al Campanis (quince años después de que Robinson le pidiera al deporte contratar entrenadores y gerentes negros) que formuló el sentimiento tóxico hacia los afroamericanos en el sentido de que no sentían la "necesidad" de ser líderes. Campanis fue satanizado, pero sus comentarios también desenmascararon un problema aún mayor: el favoritismo generalizado. Selig estaba convencido de que debía asegurarse de que los equipos al menos consideraran elementos externos calificados. También quería sacar a la luz que estos elementos externos se consideraban como tal, en parte debido a su raza y que necesitaba abordar el problema histórico de la falta de oportunidades para ellos en este deporte.

Los dueños dirigen empresas y tienen el derecho de contratar a la persona que consideren más adecuada. Es mucho lo que está en juego, pero mucho de lo que se considera "adecuado", se debe a que la gente en el poder, como Dan LeBatard observó, "suele contratar a personas que tienen puntos en común... experiencias compartidas, puntos de conexión".

Cuando los más altos niveles de poder solo reflejan un segmento del deporte, la distribución del poder acaba reflejando un liderazgo homogéneo y una desigualdad creciente, a no ser que se cambien las reglas.

El béisbol tiene una gran deuda con el legado de los peloteros latinos. He visto a entrenadores y personal en Puerto Rico que han dedicado toda su vida a este deporte y trabajaban como mentores, ejemplificando dedicación y experiencia. Piensen en el "Dream Team" de Puerto Rico: Roberto Alomar, Carlos Delgado, Edgar Martínez, Iván Rodríguez, Carlos Baerga, Juan González y Rubén Sierra por mencionar solo algunos famosos. No solamente son talentosos, sino que tienen mentes beisbolísticas brillantes. Y ellos aprendieron de gente como Sandy Alomar Sr., quien ha sido entrenador durante toda una eternidad. En Puerto Rico, comprendí que, mientras que yo descansaba durante el invierno, había miles de jugadores en América Latina que seguían jugando, demostrando pasión y compromiso todo el año. Me gustaría pensar que dichos rasgos son ingredientes fundamentales de un manager fantástico.

Nadie ha reflejado más pasión y compromiso que el gigante puertorriqueño, Roberto Clemente, quien sufrió el escrutinio perpetuo debido a una división cultural, pero a pesar de ello fue agente de transformación en este deporte y las comunidades alrededor del mismo, gracias a su dedicación desinteresada. El béisbol está obligado a que las generaciones de jugadores latinos que llegaron antes y después de Clemente estén representadas a los más altos niveles. Hemos tenido generaciones de peloteros latinos que no han tenido un lugar en la mesa con los agentes del poder del béisbol. Pese a ello, el béisbol ha cultivado desde hace mucho una relación con los jugadores latinos para mejorar el rendimiento, obedeciendo en un principio al reducido costo del talento latinoamericano.

Sin embargo, debemos recordar que se han logrado progresos importantes gracias a personas que se preocupan de verdad por el problema de la inequidad del béisbol. Pero estos cambios de paradigma necesitan tiempo, especialmente en una sociedad en la que desde hace mucho existen obstáculos que impiden la diversidad. Es un proceso largo, que necesita un firme compromiso. Considero que Manfred (y la Asociación de Jugadores de Grandes Ligas) ha identificado algunas buenas prácticas que deberíamos adoptar colectivamente.

A mitad de la temporada pasada, los Marlins contrataron a su gerente general, Dan Jennings, para dirigir en el campo. Forma parte de la nueva corriente de jugadores respetados, como Craig Counsell, Brad Ausmus, Mike Matheny, Paul Molitor, Matt Williams, Walt Weiss y Robin Ventura, que fueron contratados para puestos directivos. No tenían experiencia directiva y, a pesar de ello, muchos triunfaron. Sin embargo, la falta de experiencia a menudo se cita como motivo para no contratar directivos minoritarios. Es fácil preguntar: ¿Por qué no Joey Cora? ¿http://espndeportes.espn.com/beisbol/mlb/jugador/_/id/2137/sandy-alomar-jr? ¿Dave Martínez? ¿Doug Glanville? ¿Por qué no tú?

Alex, sé que ambos queremos ver lo mejor de nuestro deporte para dirigir su futuro de modo responsable, independientemente del origen de dicho líder. Han habido tantos candidatos asombrosos que se han perdido la oportunidad de dirigir porque nacieron en un momento en el que la raza y el béisbol aún no se adaptan. No solo mereces ser parte del club, también eres dueño de parte del legado del béisbol. Deberías tener una llave.

El béisbol tiene una rica historia en temas de justicia social y siempre desafiaré a los directivos del béisbol para que mantengan el alto nivel que se creó cuando se convirtió en la primera institución estadounidense en integrar voluntariamente, antes de que se creara el marco jurídico para el resto de nuestra sociedad. Continuemos exigiendo que se cumpla este alto estándar y celebremos lo que más valoro del potencial de nuestro deporte: la diversidad no discriminatoria.

Todos amamos el béisbol, todos ayudamos a construir este deporte y merecemos estar representados.

En todos los niveles.

Con el mundo de respeto y sinceridad.

Tu pana y hermano de Puerto Rico,

Doug