ARLINGTON, Texas -- Prince Fielder se secó las lágrimas, señaló hacia sus dos hijos que le acompañaban y se puso a hablar de rondar en camerinos de Grandes Ligas desde que tenía su edad.
Aún con la protección de un collarín, 12 días después de someterse a una segunda cirugía en el cuello, el corpulento pelotero de 32 años lloró al miércoles al explicar que sus problemas de salud le obligaban poner fin a su carrera de 12 temporadas.
"Será duro el no poder jugar", dijo Fielder, un jugador que rara vez se perdía un partido.
Sus hijos - uno que cumple 12 años la semana próxima y el otro de 10 - se sentaron a su lado en el podio, ambos cabizbajos y llorando. Se acostumbraron a acompañar a su padre en el estadio, al igual que éste lo hizo con sus padres, Cecil, un toletero que completó una carrera de 13 campañas con cinco equipos.
"Esos niños adoran más el béisbol que Prince. Fue un momento triste", comentó Elvis Andrus, su compañero de equipo con los Vigilantes de Texas.
Todos los colegas de Fielder, además de coaches y empleados de los Rangers, se presentaron a la sala de entrevistas para alentarle.
Cuando los Rangers le adquirieron en noviembre de 2013 por el segunda base Ian Kinsler, el primera base que había disputado al menos 157 juegos cada año desde 2006. Pero Fielder fue limitado a 289 juegos en Texas debido a dos cirugías en el cuello en un periodo de dos años.
"Aunque soy conscientes que la pasé mal con mi rendimiento, este fue el año en el que más me divertido y que más gozado el béisbol", dijo Fielder.
Fielder se despide con 319 jonrones en su carrera, la misma que acumuló su padre en una temporada adicional, pero con 141 juegos menos. El otro dúo padre-hijo con más de 300 jonrones cada uno fue el conformado por Bobby y Barry Bonds.