BRISTOL, CT - No es fácil recibir una noticia como la que hoy nos embarga a toda la comunidad latinoamericana del béisbol. Es un dolor profundo tal y como cuando nos enteramos del deceso de íconos activos de nuestra pelota como José Fernández, Yordano Ventura, Andy Marte u Óscar Taveras, por solo nombrar casos recientes. Este va un poco mas allá por las circunstancias en la que ocurre.
En una temporada invernal en Venezuela con la misma cantidad de detractores que de fanáticos dadas las circunstancias político-sociales por las cuales atraviesa, Cardenales de Lara, como anfitrión y defensor a capa y espada de la Serie del Caribe 2019 en su casa y en su afán de conseguir finalmente el titulo, intenta desde el primer día de la contienda establecer un liderato en la liga.
Entre las piezas fundamentales de este plan estaban Luis Valbuena, de 32 años, figura de esta franquicia en su undécima temporada en el circuito, y José Castillo "El Hacha", de 37 años, veterano de 19 campañas en el circuito local y debutando con Cardenales de Lara, demostrando que aún podía aportar ofensivamente para el club y con la meta personal de alcanzar los mil imparables en su carrera.
Viejos conocidos. Amigos dentro y fuera del campo. Compañeros de equipo por primera vez. A ambos les tocó partir juntos.
Ambos tenían mucho en común, primero su personalidad. Bromistas, de buen espíritu, competitivos, líderes. Tanto "El Hacha" como Valbuena son esos peloteros que se hacen sentir en cualquier clubhouse, que hacen amigos y no enemigos, que disfrutaban el béisbol hasta con la ultima célula de su cuerpo. De esos por los cuales los fanáticos pagan una entrada.
Valbuena me decía "Primo". En una oportunidad le comenté que mi apellido materno era Valbuena, y como ambos somos oriundos del Estado Zulia (él de Bobures y yo de Maracaibo), pues decía que él era mi familia "negra".
La sonrisa del "Primo" y su personalidad invadían cualquier terreno y por eso fue uno de los favoritos de los fanáticos de los Cachorros, los Astros y los Angelinos. Era amable con los fanáticos y disfrutó al máximo cada vez que vistió un uniforme de Grandes Ligas, más allá de que esa piel fuera el sustento de su familia, fue por ese amor que trabajaba tan duro para mantenerse en el mejor béisbol del mundo, como lo hizo por 11 temporadas.
La última vez que vi al "Primo" fue en los recientes entrenamientos primaverales en Arizona. Entramos al terreno de juego previo a un partido de los Angelinos y el equipo se preparaba para hacer sus estiramientos, mientras la legión de periodistas japoneses seguía cada movimiento milimétrico de Shohei Ohtani. Mientras Ernesto Jerez, Daniel De Malas y yo esperábamos con paciencia que Albert Pujols tomara una pausa en su rutina para atender nuestra petición de entrevista, se escuchó de pronto entre el silencio del desierto:
-"Nooooooo, no, no, no, no, noooooooooooo.....Díganle que no a esa pelota!!!"
Al voltear para ver el origen del escándalo nos dimos cuenta que Valbuena se había emocionado al ver la presencia de Ernesto en el terreno. Luego se acercó y me dijo..."Oh pero si aquí esta el "Primo"...que regalo en este día" y comenzó así nuestra conversación donde nos habló de sus expectativas con el club, de sus ganas por ayudar y quedarse, de su preparación y del asombro que le causaba el joven japonés Ohtani.
Al final de la charla me dijo: "¿Primo y que hacen aquí parados?"
-"Esperando a Pujols", contesté.
-"¡Oh perdón! No los molesto. Sé que tengo que pegar 3,000 hits para que ustedes me entrevisten", me dijo en tono irónico.
-"¡Jamás primo, usted sabe que usted es de esta casa!". Tras un abrazo se fue a hacer lo que mejor sabía, a practicar sus rutinas en el terreno.
Ese era Luis Valbuena, un hombre querido y respetado en el terreno. Un trabajador incansable y un amante del béisbol.
Valbuena jugó 96 partidos en el 2018, terminó con promedio de .199 con 9 jonrones y 33 remolcadas, jugando como suplente de primera y tercera base y bateador designado ocasional. Su presencia en el roster le daba profundidad a la banca de Mike Scioscia y un bate de poder tras acumular 114 jonrones en 11 temporadas en las mayores.
Tras ser dejado como agente libre decidió regresar con Cardenales de Lara desde el inicio de la temporada con la meta de luchar por el título y conseguir un contrato para regresar a Grandes Ligas en 2019. "No entiendo qué vino a hacer aquí Valbuena en Venezuela. Él no necesitaba jugar aquí", dijo uno de sus compañeros de equipo que prefiere mantener el anonimato.
Ambos veteranos hicieron 'click' desde el inicio. Ambos sumaban 44 remolcadas para los pájaros rojos. Ya "El Hacha" había alcanzado su meta de los 1,000 hits en su carrera. El próximo paso era el título.
"El Hacha" era todo un personaje que se hacia sentir en sus 'clubhouses' pues se adueñaba de la música. Era un DJ frustrado, amante del reggaetón y la música urbana. Popularizó su apodo tras el éxito del tema del mismo nombre al hacer la señal del 'hacha' tras cada imparable conectado y después de hacer colocar el coro a 'full volume' en los parques de Venezuela y México durante su turno al bate:
"A tí te va a caeeeer el hacha...porque tu eres una sexy muchacha...".
Dos veces campeón en Venezuela, cinco temporadas en Grandes Ligas, dos en la pelota japonesa y luego se entregó en cuerpo y alma al béisbol mexicano, principalmente con los Rojos del Águila de Veracruz, ciudad a la cual amaba. Un bateador de esos que "mientras más veteranos... más rendidores". De esa especie que se convierten en el pelotero perfecto para el béisbol invernal, que juega sin restricciones, con ganas y hasta el final. Y además siempre disponible para vestir el uniforme de Venezuela en la Serie del Caribe.
Ambos jugadores salieron de Caracas vía Barquisimeto tras el partido ante Leones. En el vehículo propiedad del infielder Carlos Rivero que era manejado por su chofer y tanto Castillo como Valbuena fueron invitados a unirse a la 'cola' para no tomar el autobús del equipo. Una práctica común en el béisbol desde Clase A hasta las Grandes Ligas.
Viajar en carreteras en Venezuela es un viacrucis. No solo por las pésimas condiciones en la que se encuentra la vialidad, sino por la falta de condiciones de seguridad. Es bien conocido por sus habitantes el modus operandi de la delincuencia donde arrojan piedras a la carretera obligando a los vehículos a maniobrar provocando accidentes que hacen detenerse a los conductores para luego ser asaltados. El vehículo de los jugadores de Cardenales recibió este tratamiento por parte de los antisociales, pero en las volteretas del vehículo, ambos jugadores perdieron la vida al salirse del mismo. Rivero y su chofer resultaron heridos.
El presidente de la LVBP Juan José Ávila declaró ante este hecho que los peloteros deberían irse en los respectivos autobuses del equipo y no utilizar vehículos particulares. "Pienso que si hubiesen viajado en el autobús, esta cosa no hubiese pasado", declaró ante los medios locales tras el accidente.
Estas palabras causaron un revuelco en las redes sociales sobre todo por parte de los peloteros venezolanos quienes acusaron al mandamás sin pelos en la lengua, de desconocer la realidad de los autobuses que utilizan los equipos, no solo por la condición de algunas unidades sino por las mismas condiciones viales del país. No es un secreto la cantidad de veces que los equipos en Venezuela han sufrido accidentes en la carretera, y aunque gracias a la Providencia no han sido fatales, muchas han sido las quejas de los jugadores al respecto.
Es por eso que este es un luto que se convierte en indignación, pues no existen las condiciones en Venezuela para jugar béisbol profesional.
No existen las condiciones mínimas de seguridad para jugadores ni fanáticos. Por más agentes de seguridad que los equipos intenten colocar para mitigar los riesgos de la delincuencia, no están exentos de estos hechos. Es imposible mantener el béisbol en una bola de cristal.
La indignación es de los peloteros venezolanos, quienes han reventado en el espectro de redes sociales al presidente de la liga por sus declaraciones, de los fanáticos por la pérdida de dos de las figuras más populares de la pelota vinotinto en las ultimas décadas y de la opinión publica en general quienes hoy recuerdan de nuevo el crimen de la ex-Miss y actriz Mónica Spear quien murió en condiciones similares junto a su esposo en una carretera venezolana en 2014.
Es hora de que las Grandes Ligas y la Confederación del Caribe tomen cartas en el asunto. Es una ironía que bajo la supervisión de MLB no se haya dado el visto bueno al inicio de la temporada para jugar béisbol en el Estadio Luis Aparicio 'El Grande' de Maracaibo por las condiciones del terreno, pero que si se acepte un calendario de liga donde los equipos aún tengan que viajar en carreteras sin ley ni condiciones de seguridad en horario nocturno por ahorrar una noche de hotel para un equipo.
Es más importante que la grama del jardín izquierdo luzca bien, pero que la logística y operatividad intangible de la liga este llena de huecos.
Hacer un torneo sesgado en presupuesto y operatividad es sinónimo de fracaso así logren coronar un campeón. Esta es una de las consecuencias.
Viaja en paz "Primo", al menos tendrás al "Hacha" como buen DJ.
Leonte Landino es periodista y productor de Contenidos de Béisbol de ESPN International y Director del Capítulo Luis Castro/América Latina de la Society of American Baseball Research (SABR). Puedes seguirlo en twitter e instagram @leontelandino.