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Qué se siente realmente al ser llamado a las Mayores

Aaron Judge, Cody Bellinger y otras de las estrellas más grandes del juego comparten sus historias del día en que los subieron al Circo Grande. Rich Schultz/Getty Images

Algunos reciben la noticia de forma directa. Otros son objeto de bromas pesadas. Sin importar como conocen la gran noticia, los peloteros de Grandes Ligas jamás olvidan el momento en el que son ascendidos a la Gran Carpa.

Si bien los rosters expandidos van por el mismo camino de la visita a la lomita (a partir del próximo año, el límite caerá de 40 a 28 jugadores), eso no cambia el hecho de que recibir la noticia de un ascenso a las Mayores es un momento de pura maravilla e ilusión.

Rindiendo honor al último año de los ascensos de septiembre tal y como los hemos conocido, le pedimos a varias de las estrellas más brillantes de la pelota actual que compartieran sus historias con nosotros.

Aaron Judge, New York Yankees

Me encontraba en Rochester, Nueva York. Jugábamos contra el equipo de Triple-A de la organización de Minnesota. Acabábamos de terminar el partido, salimos a comer en uno de los mejores y únicos sitios disponibles en Rochester al lado de nuestro hotel: el Dinosaur Bar-B-Que. Mi familia y mi novia se encontraban en esa ciudad y todo nuestro equipo estaba allí, cenando a medianoche. Súbitamente nuestro manager Alfredo Pedrique se aproxima a la mesa y me dice: "Oye, quizás querrás terminar un poco más rápido con tu cena: mañana tienes que ir a Nueva York a jugar el jardín derecho".

Miré a mi alrededor y le dije: "Lo sé, manager. Estamos en Rochester, Nueva York. Claro que jugaré al jardín derecho mañana". Me respondió: 'No, jugarás al jardín derecho en el Yankee Stadium".

Estaba en shock. Seguía esperando por mi plato. Tenía hambre. Realmente no me impactó. Mis padres comenzaron a volverse locos. Mi mamá lloraba, todos estaban felices. Mi pensamiento siguiente fue: "Pues bien, ¿cómo llegaremos hasta allá? ¿Cuál es el próximo paso? ¿Nos vamos en auto? ¿En avión?"

Como mi familia se encontraba allí, preparamos el auto de alquiler y nos fuimos todos juntos en esa noche. Le dije a mi madre que conduciría yo, pero ella me respondió: "No, tú necesitas descansar, así que duerme en el asiento de atrás". Le contesté: "Mamá, me acaban de ascender a Grandes Ligas. No voy a estar durmiendo en el asiento trasero de un auto". Apenas cabía allí. Me tuve que apretar bastante. Piernas arriba, rodillas arriba. Llegamos a las 5 (a.m.) y luego a las 6 de la mañana, alguien activó la alarma de incendios. Así que me tuve que levantar, salir del hotel, todos están sentados afuera. Cuando pude volver, eran las 7 y pensé: "Me iré al estadio". Sin dormir, sin descansar. Creo que eso me ayudó. La adrenalina surtió efecto y estábamos listos para jugar. Me fui de 3-2 con un jonrón (en su primer turno al bate en Grandes Ligas).

Creo que ese es el secreto, para ser honestos. Probablemente hay que dejar de dormir.


Xander Bogaerts, Boston Red Sox

Me encontraba jugando en Triple-A. Descansaba en mi habitación de hotel en Pawtucket (Rhode Island). Era tarde de noche y jugaba al dominó con varios compañeros. Mi manager en Triple-A me llamó por teléfono. La verdad no lo esperaba. Estaba en un momento complicado. Bateaba, creo, como de 10-0 con siete ponches. Ni siquiera aspiraba un ascenso. Me tomó por sorpresa. No tenía idea.

Pensé que, definitivamente, ellos no querían ganar. O sea, yo era un prospecto en ascenso y tenía una buena temporada pero durante ese último par de días, no estaba jugando bien.

Mi manager me dijo que alguien venía a buscarme para llevarme al hotel en Boston porque durante la mañana volábamos hasta San Francisco. Sentía muchas emociones. No le podía decir a mi mamá porque aún no era oficial. Sin embargo, la llamé de todos modos. Tenía que contarle a mi madre.


Christian Yelich, Milwaukee Brewers

Estaba jugando en Doble-A, en Tennessee, y me sacaron del partido como en el tercer inning, después de haber conectado un hit. Me dijeron que me iban a ascender. Pusieron un corredor emergente por mí, así que más o menos tenía una idea de lo que estaba sucediendo.

¿Por cuál otra razón me iban a sacar del partido en el tercer inning? No había otro motivo.

Jake Marisnick fue golpeado por el próximo pitcheo. Le sacaron del partido y también le dijeron que iba a ascender. Así que subimos juntos a las Mayores, como amigos.

Hombre, fue algo genial porque se trata de una experiencia importante, y él y yo éramos mejores amigos en ese momento. Seguimos siendo muy buenos amigos. Fuimos compañeros de habitación en Doble-A con J.T. Realmuto. Los tres vivimos juntos. Así que fue algo genial. Tienes la oportunidad de vivir esa experiencia con uno de tus amigos realmente cercanos. Sientes nerviosismo y no sabes lo que estás haciendo en absoluto porque nunca habías jugado en las Grandes Ligas.

En consecuencia, puedes vivir toda esa experiencia con alguien que tampoco tiene idea de lo que está ocurriendo o qué esperar. Los altos y bajos y todo lo que conlleva ser un pelotero novato en las Mayores... puedes vivirlo con un amigo muy cercano. Fui sumamente afortunado. Vivimos juntos ese año en Miami. Fue maravilloso.


Freddie Freeman, Atlanta Braves

Jugaba en Triple-A y tuvimos un día libre antes de los ascensos del 01 de septiembre. Apenas tenía 20 años, pero me decía: "Hombre, acabo de batear para .320, tengo 18 jonrones y 90 carreras impulsadas, así que tengo posibilidades de conseguirlo". Me llamaron a la oficina para decirme: has tenido una gran temporada y queremos saber que lo has hecho sumamente bien este año, así que te vas a la Liga de Otoño de Arizona". Respondí: "Ya lo sabía". Me sentí un poco decepcionado.

Me decía: todo está bien. Simplemente seguiré trabajando y terminaré esta temporada. Después, me dijeron que querían que primero fuera a Atlanta. Jason Heyward y yo vivíamos juntos. Compartimos durante todo nuestro trayecto en Ligas Menores: 2008 en Rome, 2009 en Myrtle Beach y Misisipi y en 2010 él compró un town house y me dijo: "¿Por qué no vivimos juntos?"

Pero en ese año, fue ascendido al equipo grande en Spring Training. Nos íbamos de allí; el partía a Atlanta y yo me dirigía a Gwinnett. Pensaba: "Hombre, como quisiera hacer lo mismo que él". Así que estaba descansando en su casa mientras que el equipo grande jugaba el día anterior. Finalmente, partí el 01 de septiembre.

Fui hasta el terreno y Bobby Cox estaba allí, vi la alineación y estaba bateando sexto y jugaba primera base. Pensaba: "Oh, vaya". Mariposas en el estómago de forma instantánea. Me enfrenté a Mike Pelfrey y los Mets. Lo recuerdo como si fuera ayer. Fue tan genial. Es lo que todos los niños sueñan con lograr. Y mi padre estaba presente en las tribunas.

Lo es todo. Cuando finalmente consigues ese llamado a las Mayores, no importa el día, o dónde ocurre, o lo que sucede... es el mejor momento que puedes vivir.


Cody Bellinger, Los Angeles Dodgers

Estaba en Oklahoma City. A las 2:30 de la mañana, mi compañero Trevor Oaks vino a despertarme. Gabe Kapler (quien era en ese entonces director del sistema de granjas) estuvo intentando contactarme e hizo cinco o seis llamadas y yo me encontraba dormido. No las escuché. Nunca oigo cuando mi teléfono suena, incluso durante el día. Siempre lo tengo en vibración. Entonces, Gabe llamó a mi compañero de piso, quien sí contestó su teléfono. Por eso, él fue a mi habitación y me dijo que llamara a Kap.

Él no me hubiera despertado a las 2:30 de la mañana para hacerme una broma de ese tipo, así que entendí que se trataba de algo real. Así fue como Kap me dio la noticia.

Entonces, llamé a mis padres a las 2:30 de la mañana y tenía un vuelo pautado para esa mañana a las 8 en ruta a San Francisco. Procedí a empacar una maleta en mi habitación, me fui al estadio, recogí mi maleta allí y me quedé en el estadio hasta las 6, para llegar al aeropuerto a las 6:30. No dormí en absoluto.


Shane Bieber, Cleveland Indians

Ocurrió el año pasado. Acababa de lanzar un partido sin carreras que fue suspendido por lluvia y estaba pitcheando bastante bien. Me encontraba trabajando para desarrollar mi cambio de velocidad, tal como lo he hecho durante toda mi carrera y trabajaba de la mano de Steve Karsay, quien era en ese momento nuestro coach de pitcheo en el Columbus. Él me dijo: "Oye, llega temprano para que yo pueda mostrarte unos videos". Así que llegué temprano. Estábamos en Gwinnett, Georgia. Fue algo inusual, pero llegué y estábamos viendo videos de unos cambios de velocidad lanzados por pitchers diestros y los estábamos comparando con mis pitcheos.

Súbitamente, nuestro manager Chris Tremie se acerca y dice: "Oh, ¿acaso Kars no te dijo?" Kars prosigue: "Oh, cierto. ¿No te diste cuenta de que todos los videos que te mostré fueron grabados en Minnesota?". Le respondí: "No". Continuó: "Cierto. Serás el abridor del jueves en Minnesota".

Ahora que lo recuerdo, cada video era de otro pitcher lanzando en el estadio de Minnesota contra los Twins. Fue una especie de informe de scouting. Fue genial. Estaba totalmente enceguecido.

Después de eso, era hora de jugar. No había formado parte de los entrenamientos primaverales. No había lanzado una sola pelota en Grandes Ligas. Eran un poco diferentes: ahora es que están usando pelotas de Grandes Ligas en Triple-A. Kars me dijo: "Oye, vamos a atrapar pelotas". Tomó unas cuantas pelotas y jugamos con ellas. Al día siguiente, me fui.


Whit Merrifield, Kansas City Royals

Nos encontrábamos en Tacoma (Washington). Era Día de los Niños, por eso teníamos un partido programado a las 11 a.m. Teníamos una partida de golf programada a las 3 (p.m.) en Chambers Bay, así que todos estábamos haciendo swing al primer pitcheo. Pon la pelota en juego y vámonos de aquí, pensábamos.

Acabábamos de terminar el juego. Caminaba al hoyo 18 y recibí la llamada de nuestro manager en Triple-A. Me dijo: "Oye, te necesitan. Tienes un taxi pautado para las 3 a.m. hasta el aeropuerto". Jugábamos dos cuartetos. Hunter Dozier estaba presente. Me sorprendí un poco. Había jugado bien y por eso aspiraba que ese ascenso se concretara eventualmente. Aunque también tenía 27 años en ese entonces y estaba jugando bien por un tiempo, así que no estaba totalmente seguro de que la llamada se produjera. Por eso, fue agradable ver cuando finalmente se concretó.

Fue un momento genial. Celebramos, regresamos al hotel y celebramos un poco más.


Franmil Reyes, Cleveland Indians

Estábamos jugando en Reno (Nevada). Usábamos implementos rosados en conmemoración del Día de la Madre. Tuve un día bastante bueno. Le di ventaja a mi equipo con un triple. Justo después del partido, me duché y cambié de ropa para comer en una de las mesas del clubhouse. Lance Burkhart, el coach de bateo, me dijo que Rod Barajas quería hablar conmigo. Sabía que venían buenas noticias, así que dejé mi comida a un lado y me dirigí a su oficina.

Barajas me pidió que me sentara en una de las sillas y me comentó: "Oye, no vas a jugar mañana porque le hiciste swing a dos lanzamientos malos". Le respondí: "Wow, no le hacen eso a nadie. ¿Acaso no voy a jugar mañana solo porque bateé a dos pitcheos malos?". Y él me dijo: "No, se trata de que jugarás mañana con los San Diego Padres".

No lo podía creer. La primera persona que llamé fue a mi mamá. Después a mi esposa. La pasé muy bien. Volé al día siguiente. Cuando llegué a San Diego, celebré con mi mamá, mis primos y mi mejor amigo, Franchy Cordero


Charlie Blackmon, Colorado Rockies

Teníamos un partido en horario vespertino en Colorado Springs y cuatro o cinco de nosotros salimos bastante rápido después de ese encuentro diurno. Nos fuimos en auto hasta las montañas para pescar truchas.

Fue un día bastante difícil: creo que fui el único en pescar algo ese día. Justo mientras nos aprestábamos a regresar, me llamaron y me dijeron que preparara mis cosas y volviera a la ciudad porque me iban a ascender. Así que tuve que suspender ese viaje para pescar.

Pero fui el único en pescar algo y me ascendieron. Así que fue un día grandioso mientras que los demás tuvieron un día terrible...