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Entre la trampa, la necedad y el enojo, las revisiones a los lanzadores están destinadas al fracaso

La recepción a las reglas de revisión para sustancias pegajosas han sido ampliamente negativas. ESPN

Las primeras reacciones con respecto al procedimiento para detectar sustancias que mejoren en el agarre de las pelotas han sido inmensamente negativas y contraproducentes a la meta principal del comisionado Rob Manfred, reducir la duración de los partidos

¡Que desastre!” Fueron las palabras que dijo una persona mientras veíamos a Max Scherzer ser revisado por tercera ocasión en cuatro entradas durante la jornada del martes en el juego que vio enfrentarse a Washington Nationals contra Philadelphia Phillies, justo antes de que los ánimos se caldearan entre el lanzador y el dirigente contrario, Joe Girardi.

Desde el martes han pasado los partidos, más revisiones, más incomodidad, hasta Sergio Romo de Oakland Athletics tiró todo al piso y se bajó los pantalones antes de que lo fueran a revisar y el dominicano Freddy Peralta, lanzador de Milwaukee Brewers, antes de poder tirar un pitcheo, fue llamado para quitarle su guante (con el que siempre ha lanzado) porque el color era “demasiado claro”, según dijeron los comentaristas al momento de que ocurrió el hecho.

Y no solo es la inconformidad de la comunidad de lanzadores de Grandes Ligas, quienes están pagando por algo que la liga permitió por años (hasta que fue un problema), sino que la recepción de los fanáticos a cada uno de los “cateos policiales” que se ve a los árbitros realizar ha sido ampliamente negativa. En el fondo, la medida es correcta, se debe eliminar la trampa, en la forma, lamentablemente y hasta el momento Rob Manfred y MLB han sacado un cero en la calificación.

Al final del día se debe recordar que los lanzadores son los principales responsables de que esto esté ocurriendo y aunque se entienda que se molesten por cada una de las revisiones, abusaron de la inobservancia de MLB (obviamente, no todos), pero tampoco se puede permitir que esto sea un circo de mal gusto, como hasta el momento lo ha sido.

Arriba de todo, la medida lo que ha hecho es retrasar los partidos, contrario a todo lo que ha tratado Rob Manfred en sus años como comisionado para reducir el tiempo de cada encuentro. En resumen, la aplicación de la medida no hace ningún sentido. Adicionalmente, crea un problema debido a que los dirigentes pueden mandar a revisar a los lanzadores cuantas veces quieran sin que haya una consecuencia real, lo que se terminará convirtiendo en una forma para desconcentrar al lanzador.

Sobre esto, hay una medida que la dio el exjugador Will Middlebrooks la cual es bastante interesante. Si un mánager manda a revisar a un lanzador y este no tiene nada, su equipo pierde la posibilidad de retar jugadas en lo que reste de partido. Es lo justo y evitará un mayor caos.

En medio del enojo de lanzadores y fanáticos, de las trampas que llevaron a esta situación a donde está y a la necedad de una liga que quiere pretender que no ha causado un problema mayor al que ya tenía, lo único que verdaderamente sufre es el béisbol. Es por ello que este plan, desde ya y por lo pronto, es un fracaso.