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Báez y Lindor reflejan nueva camada de peloteros boricuas

CLEVELAND -- Faltaban cuatro meses para el draft amateur de 2011, cuando más de un centenar de cazatalentos acudió a una academia privada al oeste de Orlando con el fin de ver a un par de adolescentes de Puerto Rico que se destacaban en el circuito de béisbol de escuelas secundarias.

Años antes, Francisco Lindor y Javier Báez habían dejado la isla para instalarse en el estado de Florida. La exhibición en la sede de la Academia Montverde tenía como protagonistas a los dos boricuas, señalados como los torpederos más cotizados del inminente draft.

''Fue como una mini Serie Mundial'', evocó el lunes Báez, actual segunda base de los Cachorros de Chicago sobre aquella noche de febrero.

Lindor jugaba para Montverde, que en 2013 le puso el nombre del puertorriqueño a su complejo de béisbol. Báez lo hacía para la escuela Ade Arlington Country Day en Jacksonville.

Cinco años después, Báez y Lindor se encuentran en una Serie Mundial como tal. A partir del martes, los Cachorros de Báez se enfrenta a los Indios de Cleveland, el equipo donde Lindor brilla en el campocorto.

Revelaciones de la postemporada por la efervescencia con la que juegan y el notable aplomo con el que desafían su juventud, Báez, de 23 años, y Lindor, de 22, también reflejan una camada de peloteros de Puerto Rico que sugiere un resurgimiento del béisbol en la isla, al atascarse el surgimiento de talento cuando en 1990 se le incluyó en el draft.

''Recuerdo que invertimos una inmensa cantidad de tiempo siguiéndoles a los dos. Javier también era un tremendo pelotero'', recordó Brad Grant, el director de scouts de los Indios. ''Me tocó estar en ese juego, con 100 scouts presentes. Estuvimos debatiendo sobre a quién escoger. Al final, nos gustó la habilidad de Francisco como torpedero, además de ser bateador ambiestro con buenas capacidades a la ofensiva''.

Lindor fue tomado por los Indios con la octava selección de la primera ronda. Báez fue seleccionado por los Cachorros con el siguiente turno. Al año siguiente, el torpedero Carlos Correa se convirtió en el primer puertorriqueño en ser escogido como número uno en el draft, por los Astros de Houston.

Correa ganó el premio al Novato del Año de la Liga Americana el año pasado, y Lindor lo escoltó en la votación. Báez acaba de recibir el galardón al Jugador Más Valioso de la Serie de Campeonato de la Liga Americana, que compartió con el as zurdo Jon Lester, tras una actuación que incluyó el robo del plato en el primer juego.

''El haber madurado a temprana edad, no solo como atletas, sino como personas, les ayudó para establecerse en las Grandes Ligas'', señaló Edwin Rodríguez, el manager de la selección de Puerto Rico para el Clásico Mundial de Béisbol el año próximo y dirigente en las menores de los Indios.

En una sala del Progressive Field de Cleveland, Báez recordaba una conversación que tuvieron en otro torneo, en Jupiter, Florida, en la que Lindor le adelantó el orden en el que iban a ser seleccionados en el draft.

''Me decía que íbamos a salir uno y dos. Al final acabamos ocho y nueve'', dijo Báez. ''Hemos tenido vidas muy similares''.

''Somos como hermanos, nos conocemos desde que nos enfrentábamos en Puerto Rico. Es una locura que nos encontremos en una Serie Mundial'', añadió Lindor.

El cercano vínculo entre los dos también se fortificó por los sacrificios que hicieron sus familias. María, la madre de Lindor, trabajó como recepcionista en un hotel de Disney.

La familia de Báez se mudó a Estados Unidos con el fin de que una hermana suya, Noely, pudiese recibir tratamiento por una malformación vertebral que tuvo al nacer. Noely falleció en abril del año pasado, a los 21 años.

''Nuestro trayecto fue el mismo, salimos para ayudar a nuestras familias, buscando un futuro mejor'', dijo Lindor, quien en la postemporada se ha ido con 10 hits en 31 turnos.

Poco después de que los Cachorros vencieron a los Dodgers de Los Ángeles para avanzar a la Serie Mundial, Lindor recibió un mensaje de texto de Báez.

''Me puso que, '¿esto es un sueño?'. Pienso que sí y no quiero despertarme'', contó Lindor.