En la séptima entrada del Juego 1 de la Serie Mundial, el relevista de los Cleveland Indios Andrew Miller se encontró en medio de una olla donde bullía el agua. Le habían confiado la tarea de mantener una ventaja de 3-0 sobre los Cachorros de Chicago después que el abridor Corey Kluber había permitido un sencillo arrancando la entrada. Miller concedió un boleto al siguiente bateador, Kyle Schwarber, y luego permitió sencillo de Javier Báez para que se llenaran las almohadillas sin la sombra de un out. Como sucede a menudo en el béisbol, en un abrir y cerrar de ojos una tenue brisa se convirtió en tormenta. A partir de ese instante cada pitcheo pareció un enfrentamiento al más fiel estilo del lejano oeste, donde fallar no era una opción.
De repente lucía como si toda la Serie Mundial estuviera en juego. Kluber había navegado sin problemas, lanzado apenas 88 lanzamientos, pero mirando al futuro, el manager de Cleveland Terry Francona apostó por Miller, quien había sido tan bueno, tan fiable -a pesar de que no había lanzado en casi una semana-, sacando a su as, en un Juego 1 que tenía que ganar sí o sí contra los favoritos Cachorros y así brindarle a Kluber una mejor oportunidad para abrir tres veces en la Serie Mundial. Pero perder ese partido socavaría todo el plan.
Miller atacó al siguiente bateador, Willson Contreras, quien conectó un elevado corto al jardín central que Rajai Davis atrapó. En la prisa por evitar que Ben Zobrist anotara desde la tercera, Davis perdió una oportunidad fácil de doble play en segunda o en primera. "Estaba tan concentrado en el receptor", aclaró después Davis. "A propósito, fue una larga carrera también".
Había un out, pero debido a que Davis lanzó al plato Miller tenía que conseguir dos outs más en lugar de uno. Entonces dominó por la vía de los strikes al campo corto Addison Russell y luchó con un antiguo compañero del equipo de Boston, David Ross, con las bases llenas y en conteo de 3-2, ponchándolo con un envío que habría sido la cuarta bola, pero Ross no pudo aguantar su swing.
Fue un sudoroso, y delicioso, partido de final de octubre. De nuevo Chicago trajo la carrera del empate al plato en la octava entrada ante Miller, y éste escapó otra vez, en esa ocasión ponchó a Schwarber para sentenciar el peligro. Librados, los Indios anotaron tres carreras en la parte baja del octavo para amarrar la victoria, 6-0, en el Juego 1.
La medianoche había terminado, pero en verdad, el enfrentamiento en la serie solo acababa de empezar. Miller no lanzó en el triunfo de los Cachorros, 5-1, en el Juego 2, pero su versatilidad y capacidad de domar la temible alineación de los Cachorros a través de múltiples entradas se ha convertido en una especie de drama de la serie. Miller tiró 46 lanzamientos en el Juego 1. Los Cachorros tuvieron posibilidades, no fueron totalmente dominados, pero aun así, no pudieron producir ante él.
Pero él ya no era más solo Andrew Miller. Era Andrew Miller, la pieza perdida de la Serie Mundial en la fecha límite de cambios. Era Andrew Miller, la personificación del cerrador confiable, que podría lanzar en cualquier momento cuando el juego está en problemas, lo mismo si se trata de la quinta entrada o del noveno. Era Andrew Miller, la resurrección de Rollie Fingers, Goose Gossage y Bruce Sutter, los antiguos cerradores de juegos que hicieron el juego tres entradas más corto. Lo más importante, sin embargo, ahora él era Andrew Miller, el Jugador Más Valioso de la Serie de Campeonato de la Liga Americana.
"No me refiero a Andrew Miller", dijo el analista de béisbol Alex Rodríguez de Fox, que jugó con Miller en los Yankees esta temporada. "Fenomenal persona. Lanzador fenomenal. Sé que suena a cliché, pero él es un tipo que luchó solo, y cambió las cosas, creyó cuando quizás nadie más lo hizo. Eso es notable".
"Esta es una historia escrita 150 veces en los entrenamientos de primavera. Hay chicos que compiten por un puesto, te haces daño y pierdes. Yo estaba fuera de las opciones, y si quería jugar en un equipo de Grandes Ligas, tenía que encontrar una manera de llegar. No hubo puestos entre los abridores y el bullpen era el camino a seguir. En retrospectiva, fue una bendición disfrazada, pero no lo supe en ese momento. En el momento, lo único que sabía era que ya no era un abridor, y fue un shock, pero quieres llegar a las Grandes Ligas. Y encuentras una manera. Estoy contento de que haya ocurrido." Andrew Miller, relevista de los Indios de Cleveland
PARA APRECIAR SOLO cuán remarcable ha sido la historia de Andrew Miller considere que fue reclutado sexto en el draft global por los Tigres de Detroit en junio de 2006 y, dentro de los 90 días, ya estaba lanzando en las Grandes Ligas -el zurdo de 6 pies y 7 pulgadas apenas tuvo preparación de ligas menores. Él era el nuevo prototipo que emerge en el béisbol moderno: con talla de basquetbolista y con poderoso brazo.
Considere que Miller tiene 31 años, ha estado en las Grandes Ligas 11 temporadas. Tenga en cuenta que es el factor X de esta Serie Mundial. Agreguemos que no fue capaz de imponerse como abridor, o en sus palabras, era una "pieza de cambio" constante sin seguridad, y está jugando para su sexto equipo -con el manager de los Cachorros, Joe Maddon refiriéndose a él como "con esa pícara y curvilínea slider que tiene". Duró 21 juegos en partes de dos temporadas con los Tigres antes de ser traspasado a la Florida en 2007 en el trato de Miguel Cabrera-Dontrelle Willis.
"Fue el comando. No tenía el comando", recordó el exmanager de los Tigres, Jim Leyland. "Pero creo que tiene las cosas bien. Este juego es difícil. El éxito no es definitivamente una línea recta, pero ¿estás dispuesto a trabajar?".
Con los Marlins los problemas de control le condenaron. Principalmente en 2010 como abridor logró marca de 1-5 con una efectividad de 8.54, permitiendo 51 hits y 26 bases por bolas en apenas 32 2/3 de entradas. Miller era el chico que nadie quería ser.
"En 2010, yo había estado en las Grandes Ligas por partes de los cuatro años anteriores, y era el peor jugador de mi equipo de Doble-A, por lo que en ese momento yo estaba muy frustrado", dijo Miller. "Sólo un poco de perspectiva. No escuchas a ningún chico hablando de equipos de ligas menores, y yo era tal vez el segundo más viejo, y pensaba que era un tipo de ocurrencia tardía. El verdadero punto de inflexión fue cuando llegué a Boston. Ya no era una pieza de comercio; se me pidió trabajar porque ellos se habían desecho de otras piezas. Solo a empezar de nuevo. A enfocarse en el béisbol".
Realmente el camino al MVP en la SCLA, como el relevista versátil que ha demostrado ser, se produjo por accidente. El gerente general de los Medias Rojas Ben Cherington adquirió a Miller después de la temporada de 2010 para ser abridor. En 2011, Miller inició 12 juegos para Terry Francona, entonces manager de los Medias Rojas, y esa es la última vez que Miller trabajó como abridor.
"Se suponía que debía ser uno de los siete u ocho jugadores luchando por un puesto en el quinteto de abridores y me lesioné", dijo Miller de su temporada 2011. Entonces fui eliminado".
Los próximos poco más de dos años en Boston, Miller se convirtió en una pieza valiosa del bullpen de los Medias Rojas, pero se perdió el playoffs de 2013 y la Serie Mundial con una lesión en el pie izquierdo sufrida en el Juego de las Estrellas.
"Es como que lo vimos y dijimos 'solo enfócate en ser un relevista'", dijo el lanzador de los Cachorros Jon Lester, quien fue compañero de equipo de Miller en Boston. "Podías ver como creció a lo largo de ese año, y, por desgracia, se lesionó. Nuestro bullpen fue clave al final del año".
MILLER ESTÁ AHORA en su mejor momento. Los Medias Rojas lo cambiaron a Baltimore durante la temporada de 2014, pero permaneció como relevo. Después de la temporada, se unió al "equipo de baloncesto" de los Yankees como agente libre, con Aroldis Chapman (6 pies 5 pulgadas), CC Sabathia y Michael Pineda (ambos de 6'7") y Dellin Betances (6'8"). En 2015 tuvo una efectividad de 2.04 con 100 ponches en 61 2/3 de entradas. A medida que se acercaba la fecha límite de 2016, el valor de Miller se hizo aún más evidente. El comando estaba allí. Terminó con balance de 6-1 con una efectividad de 1.39 y 77 ponches en 45 1/3 entradas. Miller, por fin, se había encontrado a sí mismo.
"Simplemente no es fácil. Creo que nos desviamos cuando ves a los jugadores que son las grandes estrellas, el Kris Bryant del mundo, el Francisco Lindor, los chicos que son jóvenes y que tienen éxito y que parecen que nunca han tenido que mirar atrás", apuntó Miller. "Creo que eso no es normal. Todos los demás tienen que pasar por momentos a través de altibajos. Esos tipos tienen momentos malos en una semana. Yo tuve un mal momento que duró años".
Ahora, él tiene una bola rápida que alcanza las 97 mph, una slider en torno a las 84 mph haciendo el diferencial bastante difícil de descifrar, no importa el movimiento que engaña a tantos bateadores. Su versatilidad en la postemporada, con sus duelos singulares y numerosos días libres, permite a Francona usarlo en la quinta entrada, tal como lo hizo contra Toronto en la Serie de Campeonato, o en situaciones al final del partido.
"¿Miller? Es un hombre malo", dijo el retirado bateador designado de los Medias Rojas David Ortiz de su excompañero de equipo, quien ayudó a eliminar a Boston de los playoffs en una barrida en la Serie Divisional a principios de este mes.
"Es genial verle crecer en confianza y en el repertorio que tiene. Ves lo que es capaz de hacer con su slider, pero no sólo eso, con su bola rápida", dijo Lester. "Localiza su velocidad. No es un tira piedras allá arriba de la loma, tirando y esperando a que el bateador falle. Él tiene una idea".
Miller probablemente sería un premio viniendo de la agencia libre después de la temporada 2018, pero ni Maddon como tampoco Francona creen que para Miller será posible lanzar con tanta capacidad durante la temporada regular. Simplemente no hay suficientes días de descanso. Aun así, Maddon considera a Miller como uno de los nuevos relevistas "híbridos" haciendo una analogía con la década del 70', cuando los relevistas lanzaban múltiples entradas en diferentes momentos durante el juego. Pero esa flexibilidad, y la forma en que los Cachorros lidien con ello será un factor determinante en la serie -similar a cómo Miller hace cuatro años trabajó para sobrevivir y salvar su carrera.
"Esta es una historia escrita 150 veces en los entrenamientos de primavera. Hay chicos que compiten por un puesto, te haces daño y pierdes", dijo Miller. "Yo estaba fuera de las opciones, y si quería jugar en un equipo de Grandes Ligas, tenía que encontrar una manera de llegar. No hubo puestos entre los abridores y el bullpen era el camino a seguir. En retrospectiva, fue una bendición disfrazada, pero no lo supe en ese momento. En el momento, lo único que sabía era que ya no era un abridor, y fue un shock, pero quieres llegar a las Grandes Ligas. Y encuentras una manera. Estoy contento de que haya ocurrido".