LOS ÁNGELES – El desastre a cámara lenta que arruinó la temporada de Los Angeles Dodgers comenzó a las 8:31 p.m. hora local del miércoles y concluyó 52 minutos después. Un pitcher futuro miembro del Salón de la Fama cuyas deficiencias en la postemporada han llegado a definirle terminó siendo fiel a su reputación. Un manager que logró conducir a su equipo a alcanzar 106 victorias terminó olvidando cómo ser manager. Un año repleto de éxitos, hinchado de promesas, terminó desinflándose de forma espectacular. Los Dodgers, el mejor equipo de la Liga Nacional, la organización que hace tantas cosas bien, fracasó en el momento más inoportuno.
Las repercusiones de su derrota 7-3 ante los Washington Nationals en un decisivo Juego 5 de la Serie Divisional de la Liga Nacional, disputado a 10 innings, terminaron siendo difíciles de presenciar. Clayton Kershaw, el pitcher futuro miembro del Salón de la Fama, se responsabilizó por lo ocurrido y dijo: “Ahora, veo que todo lo que dice la gente sobre la temporada es cierto”. Dave Roberts, el manager, defendió su lamentable toma de decisiones, aunque expresó: “Si la culpa termina recayendo sobre mí, no tengo problemas al respecto”.
Mientras los Nationals se llenaban de regocijo gracias al grand slam de Howie Kendrick que les dio la ventaja y aseguró su primera victoria en series de postemporada desde que la franquicia se mudó de Washington a Montreal, los Dodgers quedaron reflexionando sobre los escenarios posibles y quedarán tratando de adivinar lo que sucedió. Lo cual, en muchos casos, fue consecuencia de tanto adivinar, porque los movimientos de Roberts, incluso al momento de producirse, se asemejaban a una marioneta sacudiéndose a manos de un titiritero inexperto y aficionado.
En una noche de cambios sorprendentes, el hecho de que Roberts (quien normalmente es un astuto estratega) tuviera semejante actuación causó el mayor asombro de todos los asombros.
Kershaw fue fiel a su libreto. Después de heredar un problema en el séptimo inning y escapar con un ponche a Adam Eaton, el zurdo salió a lanzar en el octavo para enfrentarse a Anthony Rendon, el candidato de los Nationals al premio al Más Valioso, con el zurdo Juan Soto en el círculo de espera. Los Dodgers tenían ventaja 3-1. Estaban a seis outs de concretar su cuarta aparición consecutiva en la Serie de Campeonato de la Liga Nacional.
Armado con una recta y slider que registran velocidades similares en la pistola de radar, y lejos de ser aquel Kershaw que ganó tres premios Cy Young y contó con siete apariciones entre los cinco primeros en la votación, logró tener éxito esta temporada gracias a su maña. Rendón y Soto se burlan de los pitchers mañosos. Rendón saltó frente un pitcheo bajo de 89 millas por hora y lo despachó por encima de la barda entre el jardín izquierdo y central. Soto atacó el lanzamiento siguiente, también a 89 millas por hora, por todo el medio de la zona de strike y lo envió a una distancia de 449 pies, por los lados de las gradas entre el jardín derecho y central.
Kershaw jamás ha concedido un par de jonrones en pitcheos consecutivos durante la temporada regular, según la investigación del Elias Sports Bureau. No obstante, esta fue la segunda oportunidad en la cual le ha sucedido en la postemporada. Kershaw fue retirado del partido y se sentó en la banca a solas, confundido, obnubilado, estupefacto… sobre todo, entristecido. La multitud conformada por los 54,159 asistentes al Dodger Stadium, animado cuando se acercaba a la media hora, había quedado mudo del asombro.
“Tenía sólo una labor que cumplir: Sacar tres outs. Sólo logre sacar uno”, afirmó Kershaw. “No logré sacar los otros dos y terminaron por encima de la barda y eso nos costó el partido, justo allí. Es una sensación terrible. No hay excusas. Simplemente no hice los pitcheos correctos y un pelotero del otro equipo la despachó por encima de la barda, en dos ocasiones”.
Kershaw estaba sobre la loma porque su nombre es Clayton Kershaw. Roberts aprecia bien quién es como persona y lo que ha sido como lanzador. Sin embargo, en esta situación (seis outs separaban a los Dodgers de jugar el primer partido contra los St. Louis Cardinals, con un bullpen repleto de enfrentamientos superiores a la orden), la urgencia requería dejar a un lado la lealtad y la confianza, además del historial. Si la espalda de su camiseta no tuviera cosida la leyenda “KERSHAW”, Roberts habría tenido un momento muy difícil intentando justificar su presencia en el partido.
El camino hacia la victoria tenía muchas rutas distintas. Roberts pudo haber ordenado poner en el terreno a Kenta Maeda, su stopper del bullpen experto en momentos de alta presión, para que éste superara al corazón ofensivo de los Nationals. O pudo haber utilizado a Pedro Baez, pitcher que tiene promedio de bateo en contra por parte de toleteros diestros de .172 en la presente temporada, para enfrentarse a Rendon y después, movilizar al siniestro Adam Kolarek, cuya única labor durante toda la serie era específicamente sacar out a Soto. En un encuentro de vida o muerte, si no ejecutas, terminas muerto.
Ésta fue la explicación dada por Roberts: “Tenía buenas sensaciones con respecto a Clayton en ese momento. Eaton, y cuando tienes enfrente a Rendón y Soto, pues me gustaba la idea de usar a Clayton. Él lanzó, no sé, un par de pitcheos, y teníamos a Clayton listo para cualquier circunstancia hoy. Entonces, viendo que Maeda se enfrentaba a Soto, Kenta en este rol, realmente nos gustaba contar con él para enfrentarse al diestro. Y (considerando) el éxito que ha tenido Clayton contra Soto, con una ventaja de dos carreras, prefiero en cualquier momento utilizar a Clayton en una situación así. Solo creo que fue una de esas ocasiones en las cuales era fácil para mí utilizar a Clayton con los pitcheos bajos, para sacar out a Rendón para después enfrentar y neutralizar a Soto. Y después usar a Kenta. Esa fue mi idea, en vez de poner a Kenta a enfrentarse a Soto”.
Eso es mucho para digerir. Gran parte de lo anterior no tiene sentido. El promedio de jonrones de Kershaw se disparó hasta llegar al peor nivel de su carrera este año. Rendón, tanto este año como en su historial, batea mejor contra pitchers zurdos que contra diestros. La idea de que a Roberts le gustara utilizar a Kershaw contra Soto con una ventaja de dos anotaciones está bien. Los Dodgers no tenían ventaja de dos carreras en el momento que Soto se puso al plato. Su ventaja era de una anotación; además de poder utilizar a un zurdo como lo es Kolarek, quien había ponchado a Soto en dos oportunidades e indujo a un roletazo en su tercer choque.
Los actos de torpeza no terminaron allí. Luego de que Maeda sustituyó a Kersaw y logró sacar el octavo inning sin contratiempos, Roberts entregó la pelota a Joe Kelly, quien trabajó una novena entrada rápida y fácilmente. Y volvió para el décimo. Apenas la semana pasada, Kelly sufrió una lesión sin identificar. No había lanzado más de una entrada desde el 24 de agosto.
El cerrador Kenley Jansen estaba disponible. Al igual que Báez. Y Kolarek. Y Dustin May. Estuvieron disponibles cuando Kelly confirió pasaporte a Eaton para arrancar el inning. Estuvieron disponibles cuando Rendón soltó doblete para llevar a los corredores a segunda y tercera. Estuvieron disponibles cuando Roberts otorgó boleto intencional a Soto para llenar las bases. Estuvieron disponibles y a pesar de ello, Roberts se aferró a Kelly para enfrentarse a Kendrick.
Ésta fue la explicación de Roberts: “Kelly entra, lanza 10 pitcheos y está pitcheando realmente bien. Se podría argumentar que es nuestro relevista con mayor descanso y considerando la forma cómo estaba lanzando, sentí que era algo bastante fácil. No tengo muchos hombres disponibles detrás de Kenley. Me agradó contar con Joe en esa situación. Realmente así fue. Después de 10 lanzamientos, no había presión. La pelota salía bien. Entonces, (decidí que) él saliera e hiciera out el inning y que Kenley se encargara de la otra parte del orden ofensivo, realmente me sentí muy bien con esa idea. Y en lo que respecta a ese segundo y tercer bates, sin outs, estás en un partido empatado, cierto, podías utilizar a Kolarek, el infield jugaría cargado, esperabas dar el golpe, pero simplemente sentí que Joe tenía buenas posibilidades de hacer que Howie bateara un roletazo y potencialmente, poner a Kenley a enfrentarse a Zimmerman. Y entonces, mi idea era intentar que el rival bateara un roletazo. Entonces, estás pensando en la efectividad potencial. No creo que hubiera alguien más efectivo que Joe en ese noveno inning. Entonces, fueron 10 pitcheos, la velocidad, el dominio, la curva. Entonces, con respecto a la idea de ponerlo en la loma para otra ocasión, fue algo con lo cual me sentía sumamente bien”.
Muy bien. Kelly tuvo descanso porque en su última actuación había otorgado tres boletos, un imparable y dos carreras sin registrar un out. Después de ello, Roberts le pedía hacer algo que no había hecho en más de seis semanas. Incluso, si las tendencias de Kelly a inducir roletazos (y son excesivamente fuertes) se compaginan bien con la predilección de Kendrick a batear hacia abajo, mantenerlo en la lomita después de un boleto y un doble, con Jansen listo para saltar al terreno, demuestra una fidelidad a los números que no es cónsona con el momento que se estaba viviendo.
A veces, se puede asumir un mal resultado si el proceso fue sólido. El proceso no fue sólido en este caso y cuando Kendrick destruyó la pelota para enviarla más allá de la barda del jardín central a las 9:23 p.m., ya todo estaba escrito. Después, Roberts ni siquiera utilizó a Jansen con Ryan Zimmerman al plato, tal como sugirió que iba a hacer, limitándose a utilizar a su cerrador después de un sencillo de Yan Gomes al jardín derecho.
Es imposible decir que toda esta debacle era evitable. Otros lanzadores pudieron haber desperdiciado la ventaja de la misma forma que lo hicieron Kershaw y Kelly. No obstante, los Dodgers se encuentran donde están, con un roster armado para el hoy y el mañana, debido a un proceso riguroso de toma de decisiones. El único rigor mostrado en las decisiones de Roberts fue de la especie mortis, porque convirtieron a la temporada de los Dodgers en un cadáver.
Lo que vendrá después será tan interesante como los tristes acontecimientos de los Dodgers en la noche del miércoles. Esta es la clase de derrota que podría complicar el futuro de Roberts con los Dodgers. El estratega firmó una extensión contractual a cuatro años en diciembre pasado y en muchos aspectos (desde las sensaciones que tienen sus jugadores con respecto a él hasta su buen desempeño como representante de la organización y marca), Roberts es un manager ideal para este equipo y su mercado. Sin importar el buen aspecto que muestran los Dodgers con miras al futuro, la idea de que un partido de esta magnitud pueda ser mal manejado de semejante forma siempre generará toda clase de análisis.
Adicionalmente, Andrew Friedman, actual presidente del equipo, quien construyó este equipo que alcanzó 106 victorias y convirtió a su sistema de granjas en toda una maquinaria de desarrollo de peloteros, tiene un contrato que está a punto de vencerse, a finales de octubre. Se ha manifestado interés mutuo en su permanencia dentro de los Dodgers y ese será el resultado más probable; no obstante, se trata de otra asignatura pendiente en una temporada baja que estará llena de intrigas.
Por ejemplo, ¿estarán dispuestos los Dodgers a revertir la tendencia de evitar la contratación de agentes libres costosos e intentarán hacerse con los servicios de Rendón o Gerrit Cole? ¿Podrán utilizar a May y Tony Gonsolin, dos novatos con alto potencial, para sustituir a los agentes libres Hyun-Jin Ryu y Rich Hill como miembros de la rotación? Incluso, si Jansen decide no rescindir su contrato (lo cual es una posibilidad, no una certeza en ninguna circunstancia), ¿cómo podrán mejorar su bullpen?
Es evidente que Roberts sentía que no contaba con la clase de opciones que sí tienen otros equipos, aunque ni los Nationals ni Dave Martínez, su manager, se las arreglaron con lo que tenían. Antes del inicio de la serie, Roberts era percibido como el táctico claramente superior. No fue un caso en el cual su rival lo superó en la estrategia; más bien, Roberts se arrinconó con sus propios errores.
Y así acabó la temporada de los Dodgers, saltando de la gloria a la alcantarilla en menos de una hora. Algunos peloteros de los Dodgers estuvieron al borde de las lágrimas después del partido y eso es totalmente comprensible. Ellos creían que este era su año. Creían que este era el equipo que iba a acabar con su sequía de 31 años sin un campeonato. Se sabían especiales. Por el contrario, ahora sólo les queda preguntarse qué pudo haber ocurrido, lo que debió haber sucedido. Nunca lo sabrán.
Y eso es lo más difícil de asumir.