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Las dos caras de Canelo Álvarez: ¿Cuál veremos ante Berlanga?

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Ahora Canelo construye su legado económico (1:05)

Saúl Álvarez ya es una leyenda sobre el ring, ahora tiene otros retos fuera del encordado. (1:05)

Canelo Álvarez noqueó por última vez en 2021 y ha mostrado en sus cinco peleas recientes una cara más conformista y menos explosiva.


Se cumplen casi tres años desde la última vez que Canelo Álvarez noqueó, que encendió la máquina de demolición, que aportó a la pelea lo que el boxeo le reclamaba, que había prometido noquear y salía a cumplirlo, que se le veía agresivo, con los ojos abiertos, dientes apretados y músculos tensos por ese golpe decisivo. Hace casi tres años Canelo noqueaba a Caleb Plant, convirtiéndose en campeón indiscutido de las 168 libras (AMB, FIB, CMB y OMB), pero más allá de eso, fue la última ocasión en que mostró su cara más letal, determinante y arrolladora.

Canelo (61-2-2, 39KOs) había noqueado a dos de los tres campeones mundiales de las 168 libras. Le había quedado claro que no bastaba con ganar, tenía que buscar el éxtasis del público: el nocaut. Y ese pugilista que se atrevió, que tomó riesgos, que sacrificó físico por descargar sus golpes y consumó una de las proezas más grandes para el boxeo mexicano: ser campeón mundial indiscutido en supermediano, se fue diluyendo a medida que pasaban sus siguientes combates. Parecía que tras haber alcanzado el pináculo de su objetivo cambió la perspectiva de ver las cosas, dándole paso a la otra cara de Canelo.

A partir de ese momento el mexicano agudizó su conformismo. Perdió contra Dmitrii Bivol en 175 libras, pero más allá de la derrota, lo grave fue la falta de ese espíritu que te motiva a buscar el combate hasta el último instante como sucedió con Julio César Chávez ante Meldrick Taylor, dedicándose a realizar lo justo en cada asalto. Luego se vio otra vez esa cara ante Gennady Golovkin en la tercera pelea a sus 42 años. Ya el kazajo se veía lento, con golpes dibujados y sin la potencia y habilidad de antaño. Golovkin presentaba una pelea franca y abierta. Estaban todos los ingredientes para que un Canelo más rápido, inteligente y agresivo cerrara la rivalidad de forma impactante, pero, aún ganando sin sombras de dudas fue menos de lo esperado. No hubo forma de encender esa mecha de la explosión en el ring.

Más tarde llegó John Ryder y graficó mejor que nadie la otra cara de Canelo. Cuando se pensó que lo remataría tras mandarlo a la lona en el quinto asalto, lo dejó respirar, no existió una lenta y cruel destrucción, sino que evitó cualquier riesgo a ser despeinado y la pelea se fue al alargue. Se repitió con Jermell Charlo tras caer en el séptimo asalto y después ante Jaime Munguía, quien tocó la lona en el cuarto asalto, quedando demostrado que la pegada natural de Canelo está presente, lo que cambió fue la determinación para buscar el nocaut.

¿Pasará lo mismo contra Edgar Berlanga? Esta vez hubo un clic previo a la pelea que podría cambiarlo todo: Canelo se soltó como nunca para insultar y darle sentencia final (noquear antes del octavo asalto) al peleador boricua. Escupió frases que dan señales de una resurrección de ese peleador que olfatea la sangre y busca liquidar. La última vez visto de forma similar había sido ante Caleb Plant hace casi tres años y ahora sus palabras pueblan la imaginación, la del despertar un pugilista que se había olvidado de complacer a un público exigente que pide desesperadamente nocauts.