ESPN.com recorrió la ciudad del principado a un día del comienzo de la actividad de las teloneras. Lío de tánsito, peatones perdidos, turistas por doquier y los equipos en pleno armado para la octava fecha.
Miércoles, 16:30, ESPN.com llega a Mónaco. Lo más recomendable para ir desde Niza, sin dudas, el tren. De dos pisos, silencioso y veloz, en 25 minutos se llega desde la estación Nice-Saint-Augustin hasta Montecarlo, por 13,80 euros ida y vuelta. Un dato: al salir de la estación de Mónaco, cuidado. Porque se puede caer en Sainte Dévote, si se va para abajo, o allá lejos del paddock, si se va para arriba. Es que la ciudad está en una montaña. Al salir para el lado de la primera curva, donde está la pequeña iglesia, ya comienza la imagen nítida de que ahí se correrá la octava fecha de Fórmula 1. Cientos de veces han seguido de largo los autos de la categoría en esa variante a lo largo de las 70 ediciones que se llevan disputadas del GP monegasco. Por eso, los operarios trabajan en las barreras de contención, que están armadas con cubiertas de auto, que en el centro tienen un cilindro de un material muy duro y paredes de Tecpro.
Todas las calles que comprenden el circuito de Mónaco están encerradas por guardrails y alambrados. Pero la vida cotidiana continúa, por eso en esa subida que desemboca en Massenet se verán autos, colectivos y motos circulando en ambos sentidos. Cada tanto, no mucho, por cierto, pasa algún coche que deja boquiabierto a más de uno: Ferrari, Lamborghini, Porsche… Después se llega al Casino, donde en ambos extremos del primer piso hay dos banderas que dicen: “Daghe Charles”, es decir, “Vamos Charles”. Justo en la curva que desemboca en el casino, el Hotel de París utiliza la mitad de la trazada como parking de sus clientes. Una Ferrari descansa a 90º. Este jueves deberán estacionarse en otra parte, sin dudas. La gente se saca fotos en la plaza del casino, mientras una Ferrari trata de maniobrar entre la gente. Ni siquiera la lluvia que comienza a caer espanta a los turistas.
El glamour está en cada rincón. Pero, claro, en pleno armado del circuito poco queda de la educación vial. La gente cruza por donde puede. Varias de las sendas peatonales ya están tapadas por los guardrails y paredones, así que no queda otra que mandarse por el medio, a las corridas y como se pueda. Algunas veredas se cortan de golpe por una pared y otras están regadas por los cables de la transmisión oficial de F1. El asfalto se ve muy nuevo, ya el color lo demuestra. Tiene un grano grande, pero se lo ve parejo, salvo, claro, las tapas de las alcantarillas. Ante eso, nada se puede hacer en un callejero.
El paso por el túnel se hace divertido. Se camina por una vereda que está separada de la calle por, sí, muros y alambrados. Del otro lado, una caída de unos 30 metros y, debajo, el Mediterráneo. Hacia el túnel está la salida de estacionamiento muy grande. Ahí quedarán guardados los autos cuando giren los F1, F2 y F3. Se llega a la chicana después del túnel y la salida hacia Tabac. Toda esta parte tiene en su costado izquierdo la fila de yates. Los hay para todos los gustos, eso sí, chiquitos, no. Toda esa zona no tiene tránsito vehicular. La parte abierta para el andar de los autos de calle es desde Anthony Noghes (la última curva) hasta la chicana. A partir de la chicana no pasan coches. Ahí se trabaja a destajo para abastecer los yates para el fin de semana. Dos empleados de uno de los barcos pasan con, por lo menos, 64 rollos de papel higiénico. Un poco más adelante, una camioneta está detenida y de ahí bajan botellitas de agua. Incalculable la cantidad.
Más adelante se llega a la zona de la piscina y ahí hay más yates y, del otro lado, vips que se están armando para los invitados. Y ahí hay agua y algunas bebidas un poco más espirituosas. En el paddock todo es trabajo. Los equipos ultiman el armado, mientras los bomberos de Mónaco realizan un simulacro de rescate de un supuesto piloto accidentado. Esa maniobra es la que atrae la atención de todos. La calle de boxes es estrecha y los edificios de hospitality le dan un brillo especial. Ese playón donde la F1 instala su paddock cada año, es utilizado en diciembre para armar una enorme feria navideña, llena de villancicos, comidas de todo tipo y hasta una gigantesca vuelta al mundo. Papá Noel no está ni cerca en mayo, así que es todo ruido de autos.
Este jueves ya todo estará cerrado y comenzará la acción con los autos de la F2 y F3. Para los pilotos de F1 será tiempo de atender a la prensa. Y, desde el viernes, les tocará salir a acelerar en el intrincado y glamoroso callejero, donde un error mínimo es golpe a la pared sin dudas.