No son pocos los que afirman no comprender aún por qué hace 15 años, los entonces San Diego Chargers lo dejaron ir, pero al mirar hacia el pasado, dejar el sur de California fue lo mejor que pudo sucederle a Drew Brees.
Después de 20 años en la NFL, los últimos 15 con los New Orleans Saints, Brees decidió anunciar su retiro y así iniciar una cuenta regresiva que terminará con su llegada al Salón de la Fama en cinco años, destino que quizá no sería opción de no ser por su salida de San Diego luego de la temporada 2005.
Así como varios aún no comprenden por qué los Chargers dejaron que Brees dejara al equipo como agente libre en 2006, tampoco hay certeza de que su permanencia hiciera dar a los Chargers el paso para convertirse en contendientes permanentes al título de la AFC, como sí lo hizo Brees con los Saints en la NFC.
En 2006, los Chargers tenían aún como entrenador en jefe a Marty Schottenheimer, quien si bien había hecho a un lado la rigidez en su estilo para dirigir, mantenía la filosofía de dominar la línea de scrimmage a ambos lados del balón, lo que se traduce en tener un sólido ataque terrestre y golpear primero por esa vía al rival para, entonces, dar golpes certeros con el juego aéreo.
Esa filosofía hubiera limitado el accionar de Brees, quien llegó a los Chargers en 2001 como selección de segunda ronda (64 global) en el draft. Al año siguiente, Schottenheimer llegó a los Chargers e hizo a Brees su quarterback titular, pero en cuatro años, su mayor producción de yardas por aire fue de 3,576 en la temporada 2005.
Tras sufrir la dislocación del hombro derecho y la fractura del labrum en el último juego de la campaña regular en 2005, su último partido con el jersey de los Chargers, Brees explotó en el sistema adecuado y en su primer año con los Saints, con el esquema ofensivo más abierto y atrevido del coach Sean Payton, terminó como líder de la NFL en yardas por aire (4,418), posición que repetiría seis veces más el resto de su carrera. También terminó como líder de la liga en pases de touchdown en cuatro ocasiones, las últimas dos con más de 40 envíos de anotación (46 en 2011 y 43 en 2012).
Era sólo cuestión de estar en el lugar y sistema correcto para que Brees explotara sus habilidades.
Resulta complicado ubicar a Brees en la conversación sobre los mejores quarterbacks en la historia, pero no hay duda de que es uno de los más prolíficos en la historia de la NFL junto con Dan Marino.
En los años 80 y 90, Marino se estableció como el pasador más productivo de la historia en una época en la que los sistemas ofensivos eran más balanceados o se inclinaban más al ataque terrestre y en una ofensiva de los Miami Dolphins que prácticamente no contaba con un corredor de respeto.
Los rivales de los Dolphins sabían que Marino los intentaría vencer con su brazo y el pasador lo lograba.
Por su lado, Brees supo aprovechar las bondades de una época en la que los sistemas ofensivos y las reglas privilegiaron el juego aéreo y con su eficiencia, llevó a los Saints a ganar su primer y único Super Bowl y los mantuvo como contendientes hasta su último año.
No son pocos los quarterbacks que gracias a las bondades actuales del juego aéreo y las reglas que limitan el accionar de las defensivas rivales producen yardas a destajo, pero son pocos los que, en el proceso, mantienen a sus equipos como contendientes.
Brees aprovechó esas bondades, no sólo para engrosar sus credenciales como quarterback, también usó su la potencia y eficiencia de su brazo para cambiar radicalmente el rostro de una franquicia. Eso es algo que muy pocos quarterbacks pueden presumir en la historia de la NFL.