Kansas City no debería tener problemas contra un equipo que ha dominado en los recientes 11 enfrentamientos
Hace poco más de un mes, cuando los Kansas City Chiefs navegaban con marca de 3-4, la incipiente dinastía estaba en entredicho y el multimillonario contrato de Patrick Mahomes era cuestionado. Es increíble lo que cuatro victorias consecutivas pueden hacer por un equipo en la NFL.
La mejor noticia para Kansas City (7-4) no está en el periódico de ayer, sino en la edición de mañana. Un enfrentamiento el domingo por la noche en casa ante unos Denver Broncos (5-6) que han perdido sus últimos 11 enfrentamientos ante los Chiefs y en sus últimas cinco visitas al Arrowhead.
“Somos mejores que los recientes equipos de Broncos”, declaró el entrenador Vic Fangio. “Tenemos mejor equipo”.
Por un lado, Fangio tiene razón. Los Broncos han ganado tres de sus últimos cuatro partidos — dos de ellos ante equipos con balance favorable de triunfos — para meterse en la pelea por los playoffs. Fangio finalmente le ha puesto su sello a una defensiva que ha concedido menos de 17 puntos en siete de 11 juegos esta campaña y, como resultado, es la tercera mejor de la NFL.
La van a necesitar ante un Mahomes que nunca ha visto a un equipo de Denver que no pueda derrotar. Tiene nueve pases de anotación, dos intercepciones y 112,9 puntos de rating en sus últimos cinco enfrentamientos ante los Broncos.
Pero, para sorpresa de muchos, ni Mahomes ni la ofensiva son la razón por la que Kansas City está de regreso en la cima divisional y en posición privilegiada con tres duelos divisionales consecutivos luego de su semana de descanso. El responsable de esa transformación es una defensiva que ha concedido apenas 12,8 puntos por encuentro en sus últimos seis juegos luego de admitir 32,6 en los primeros cinco partidos del año.
Esa defensiva de Kansas City tendrá que levantar la mano ante unos Broncos que basan su accionar ofensivo en el ataque terrestre. Denver tiene marca de 4-0 esta campaña cuando ganan 120 yardas por tierra de manera colectiva. Una fórmula eficiente para consumir el reloj y mantener fresca a una defensiva intensa.
RAVENS (8-3) en PITTSBURGH (5-5-1)
El horizonte está plagado de nubarrones negros para los Pittsburgh Steelers en su intento por frenar una racha de tres partidos sin ganar. No solo su defensiva se ha desmoronado con 41 puntos en contra en cada uno de los últimos dos partidos, sino que intentarán frenar su mal momento en contra del primer sembrado en la Conferencia Americana.
Lo que ha llegado a convertirse en una de las rivalidades por excelencia de la NFL se presenta el domingo como un duelo disparejo en Heinz Field. La visita de los Baltimore Ravens es el inicio de un tramo brutal del calendario para Pittsburgh, que enfrentará a equipos que fueron a postemporada el año pasado en cinco de sus últimos seis juegos.
Los Ravens, desde luego, son uno de ellos. Y este año se disponen a repetir la hazaña armados con Lamar Jackson, una defensiva en franca mejoría y un potente ataque terrestre — el segundo mejor de toda la NFL. Este último aspecto es particularmente preocupante para una defensiva de los Steelers que han admitido al menos 100 yardas por tierra en seis de sus últimos siete compromisos y que podría no contar con el estelar T.J. Watt por protocolos de COVID-19.
Pese a que estos equipos se encuentran en momentos diametralmente opuestos, nada está escrito cuando se trata de Ravens y Steelers. El duelo del domingo será el 30mo enfrentamiento entre los entrenadores Mike Tomlin y John Harbaugh. ¿El récord entre ellos? 15-14 en favor de Tomlin.
En ese lapso, 18 de esos 29 enfrentamientos se han decidido por seis puntos o menos, y si bien Pittsburgh ha ganado los últimos dos de la serie, Baltimore llega al encuentro con amplia experiencia esta campaña en partidos dramáticos, con marca de 3-1 en duelos definidos por puntos en la última jugada.