Los Dallas Cowboys tienen un problema más grave que las nueve derrotas sufridas en la actual temporada y éste son las constantes fallas en los principios más elementales del futbol americano en cualquier nivel.
Con la derrota por 34-17 ante los Baltimore Ravens, Dallas aseguró su primera temporada con marca perdedora desde 2015 y lo hizo en un año que inició con altas expectativas y la noche del martes volvieron a mostrar las deficiencias que han marcado su 2020: no jugar durante 60 minutos a máxima intensidad y fallas en fundamentos como el bloqueo y el tacleo.
Los Cowboys de 2020 son, quizá, el peor equipo en la historia de la franquicia y no tanto por el récord, pues ya ganaron tres partidos y los Cowboys han tenido años en los que sólo ganaron un juego.
Los Cowboys de 2020 son el equipo que menos energía y ambición han mostrado en la historia del club, el que menos talento defensivo tiene casi en todas de sus posiciones y el que peor plan de juego y envío de jugadas a ambos lados del balón ha tenido del que se tenga memoria.
Los Ravens aprovecharon los defectos de los Cowboys y hasta reconocieron como “dinero fácil” la vitoria luego de su último touchdown, una carrera de seis yardas de J.K. Dobbins, quien entró a la zona final sin que nadie prácticamente lo tocara.
La defensiva de los Cowboys tuvo casi dos semanas para prepararse para un equipo que tiene una ofensiva unidimensional y que es la penúltima en el juego aéreo. Sabían a la perfección que los Ravens tratarían de correr la mayor cantidad de ocasiones posible y peor aún, que apenas se enteraron el domingo pasado que su quarterback titular, Lamar Jackson, podría jugar tras superar la cuarentena por el COVID-19.
“Es decepcionante”, reconoció el coach Mike McCarthy. “Tuvimos mucho tiempo para este partido. Era una gran oportunidad y obviamente no la aprovechamos”.
Los Ravens (7-5) corrieron para 294 yardas, incluidas 196 antes del primer contacto, ante Dallas, que en sus dos más recientes partidos ha permitido 476 yardas por carrera.
Peor todavía que las estadísticas está el que los jugadores prácticamente caminen junto al corredor que tenga el ovoide y denoten pocas o nulas ganas de taclear, como sucedió con el safety Xavier Woods, quien ha tenido una temporada de pesadilla. DeMarcus Lawrence aún es inconsistente y así otros jugadores.
El linebacker Jaylon Smith intenta “cascarear” por todos lados, pero su velocidad y lectura alcanzan para poco o nada. Su colega Leighton Vander Esch sufrió en reacción y tacleo.
Los Cowboys permitieron tres carreras de al menos 30 yardas en el mismo partido por vez primera en los últimos 40 años, de acuerdo a Elias Sports Bureau.
Baltimore sólo necesitó lanzar lo indispensable (17 pases para 107 yardas) para completar el triunfo y seguir en la pelea por un puesto en la Postemporada en la AFC.
La ofensiva de los Cowboys compitió, pero dejaron demasiados puntos en la mesa, porque en la NFL es difícil ganar sólo con goles de campo después de series largas, consumidoras de tiempo y que tuvieron buenas jugadas.
Si, además, el pateador Greg Zuerlein falla tres intentos de gol de campo, el resultado es el que se llevaron los Cowboys de Baltimore.
Dallas desperdició 388 yardas totales, incluidas 285 por aire de Andy Dalton, quien lanzó dos touchdowns, y también un regreso de patada de salida de 66 yardas.
“Es frustrante estar con marca de 3-9. Sólo nos queda bajar la cabeza y ponernos a trabajar”, lamentó Dalton.
A los Cowboys les restan cuatro juegos, pero es momento de que sean realistas y consideren la actual como una temporada perdida, que comiencen a sentar a jugadores con poca o nula productividad, aunque cobren salarios multimillonarios a la defensiva, y que empiecen a ver qué tienen en la banca entre sus jóvenes en todas las posiciones.
“Francamente, sólo necesitamos jugar mejor. El último cuarto de la temporada está enfrente de nosotros. Nuestra meta es terminar fuerte“, finalizó McCarthy.