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Tom Brady, un aficionado y el cáncer; una historia más de Super Bowl

La vida, al menos socialmente, no sería otra cosa que entrecruzamientos aleatorios a los cuales damos un significado especial. Da la casualidad que el Super Bowl vuelve a ser el telón de fondo de esta historia

(Nota del editor: Bob McClellan de ESPN, creció en Central Florida, y su padre compró seis boletos de temporada de los Buccaneers en 1976. Su hermano aún tiene cuatro de esos hasta la fecha).

Será la décima ocasión que veo al mariscal de campo Tom Brady en un Super Bowl, pero la primera que lo apoyo.

Probablemente no soy el único aficionado a los Tampa Bay Buccaneers en ese barco. No es nada personal. Los New England Patriots fueron tan favorecidos tan frecuentemente, y simplemente no soy el tipo que apoya a los favoritos.

Pero en marzo de 2020, luego de 20 temporadas con New England bajo la meticulosa guía del entrenador en jefe Bill Belichick, Brady paso de ser de otro a mi Tommy.

Celebré y escribí a mi hermano, Bill, que se hizo cargo de los boletos de temporada de los Bucs de nuestra familia en 2003, después de que nuestro padre falleciera.

Diez meses después aquí estamos, y la contratación de ensueño ha pagado. Los Bucs serán el primer equipo en jugar de local un Super Bowl. Es como tener un boleto de lotería que tiene todos los números ganadores y ahora solo esperas ser anunciado para ver cuántas casas para vacacionar en lugares remotos puedes comprar.

La historia de mi familia, mi carrera, muchos de los mejores momentos de mi vida, están unidos a la franquicia de los Buccaneers. Así que imagino que hay algunas cosas que deben saber sobre porque significa tanto para mí si Brady lo logra. Porque grité, amonesté a Brady al entrenador Bruce Arians durante el Juego de Campeonato de la NFC contra los Green Bay Packers mientras estaba solo en mi casa en Franklin, Tennessee.

Mi padre compró seis boletos de temporada para la campaña inaugural de los Bucs. Eran uno para él y un amigo de él, otro para Bill y un amigo suyo, y uno para mí y un amigo mío. Nos apilamos en la camioneta de mi padre, mi madre empacó comida y manejamos 80 millas de mi hogar en Ocala, Florida, a Tampa. Nos fuimos a las 10 de la mañana y llegamos a la una de la tarde, dándonos suficiente tiempo para encontrar un lugar de estacionamiento, comer y caminar al estadio.

Teníamos muy buenos asientos también. Originalmente en el pasillo, seis filas arriba, aproximadamente en la línea de gol de las gradas oeste. Era solo un niño, pero que increíble fue en aquel día. Lee Roy Selmon, Richard ‘Batman’ Wood, Mark Cotney, Doug Williams, Ricky Bell, Jimmie Giles. Nombres que recordarán, aunque no sean aficionados a los Bucs; otros solo para aficionados. Sí, estuve ahí la primera vez que los Bucs ganaron un partido en casa (que mal que fue hasta el partido 28 de la franquicia, pero ¡qué importa!) Sí, estuve ahí cuando los Bucs jugaron de local el Juego de Campeonato de la NFC en 1979 contra Los Angeles Rams.

En 1977 a la edad de 12 años, escribí una carta al equipo y pedí una entrevista con el entrenador John McKay. Era joven y estúpido –no puse la dirección de remitente. Pero el equipo contestó un año después al editor de deportes de un diario en Ocala y me invitó a ir a la práctica y sentarme con McKay después. Imaginen eso. Williams se perdió el entrenamiento por rotura de mandíbula; el chico de relaciones públicas me permitió entrevistarlo mientras mirábamos la práctica. McKay me llevó a su oficina después, solo él y yo. Se sentó detrás del escritorio más grande que haya visto, sacó el puro más grueso que haya visto, y procedió a contestar todas mis preguntas. El Ocala Star-Banner publicó mi entrevista con mi nombre en primera línea.

Han pasado 43 años y muchas líneas, y he sido un periodista deportivo profesional por más de 30 años. Bill, abogado en Orlando, ahora tiene dos hijos (Billy, de 28 años y Connor, de 25 años), justo como mis padres. Y los llevó a los juegos cuando eran solo niños, como mi padre hizo. Los asientos han mejorado con los años. Después de que dejé la Florida por trabajo en un periódico en Nashville, Tennessee, en 2000, mi padre y Bill recortaron a cuatro boletos. Los asientos están cuatro filas arriba, aún en pasillo, alrededor de la yarda 25, mismas gradas oeste.

Mi padre murió seis semanas antes de que los Buccaneers ganaran el su primer Super Bowl tras la temporada 2002; de hecho, Bill se enteró de su fallecimiento mientras iba en camino a ver el Bucs-Falcons en diciembre de 2002 con Connor. Debían encontrar a mi padre y un primo en el juego.

Bill se enteró el martes por un correo electrónico de los Buccaneers, que debido a su posición como poseedor de boletos de temporada y el hecho de que optó comprar para esta campaña afectada por el COVID (terminó con boletos para tres juegos), está en la lotería del equipo para dos pases para el Super Bowl. En el correo no se menciona si se trata de una lotería ponderada; espero que un tipo con al menos cuatro entradas durante 45 años, tenga más posibilidades que alguien que ha tenidos dos durante dos años, por ejemplo. El correo dice que descubrirá si ganó la lotería el lunes o antes, y luego tiene 24 horas para comprarlos.

Bill tiene 58 años ahora. Siempre ha sido un tipo bastante prudente con sus cosas, a menos que lo conocieras bien. Incluso aquellos que lo conocen bien no lo saben, porque no ha sido público al respecto: venció al cáncer este año. Casi con seguridad debido a la detección temprana.

Verá el partido con Billy (de hecho, los Bucs vencieron a los Packers en el cumpleaños 28 de Billy). Connor se mudó a Nashville y hablé con él el domingo por la noche acerca de venir a mi casa para el partido. Dijo que sí, luego hablamos brevemente sobre su abuelo y la última vez que los Bucs llegaron a un Super Bowl.

“No sé si esto sucedió realmente, pero recuerdo cuando recibimos la llamada sobre el abuelo, nos dimos la vuelta y nos fuimos a casa”, me dijo Connor. “Juro que estaba viendo el partido en la televisión y vi una toma de nuestros cuatro asientos vacíos”.

Se me hizo un nudo en la garganta. Me alegro de no haber perdido a otro miembro de la familia este año antes del Super Bowl de os Bucs.

Ve y gana, Tom.