El costo de fallar en la selección de un quarterback en la parte más alta del draft crece cuando hay múltiples turnos involucrados
Lo escuchamos todos los años. Lo vamos a escuchar copiosamente a lo largo de los siguientes días, de aquí hasta el 29 de abril próximo, cuando arranque la primera ronda del Draft 2021 de la NFL. La trillada máxima reza así: "Si crees haber encontrado a tu quarterback, no hay precio suficientemente alto".
Ya sabemos que se espera ver a los Jacksonville Jaguars seleccionando a Trevor Lawrence primero global cuando arranque el próximo 29 de abril la primera ronda, y las señales apuntan a que los New York Jets elegirán a Zach Wilson segundo. Ambos equipos estarían ejerciendo sus propios turnos, ganados a pulso después de quedar como los dos peores equipos durante la temporada pasada.
Después, es donde se pone interesante el asunto:
Los San Francisco 49ers no tendrán selección de primera ronda en el 2022 ni el 2023, ni selección de tercera ronda del 2022, porque compraron eso de que "no hay precio suficientemente alto para ir por tu quarterback", ascendiendo nueve peldaños en el orden de la primera ronda del draft que viene, del puesto N° 12 al N° 3. La teoría prácticametne segura es que los Niners elegirán a un quarterback.
Un puesto más tarde, los Atlanta Falcons anunciaron que su turno N° 4 global está a la venta, y para ese punto en el draft, quedarían todavía disponibles dos de los cinco quarterbacks que están proyectados para irse en la primera ronda, con Justin Fields de Ohio State, Trey Lance de North Dakota State y Mac Jones de Alabama completando el quinteto.
Como si eso no fuera suficiente en la última semana se ha extendido el rumor de que Davis Mills de Stanford sería el sexto quarterback seleccionado en el Draft 2021, con algunos contemplando la posibilidad de que su nombre sea llamado en la parte final de la primera ronda.
¿De dónde nace esta sed insaciable por quarterbacks de primera ronda?
Está claro que hablamos de la posición más importante en el terreno de juego. Sin embargo, es cuestionable la estrategia de vender la granja para comprar a la vaca. Dicho de otro modo, hipotecar el futuro de la franquicia entregando múltiples selecciones por la posibilidad de ascender en el orden de draft y elegir a un quarterback antes que jugadores más talentosos en otras posiciones, trabaja diametralmente en contra de la habilidad de un equipo de rodear a dicho quarterback con mejor talento en el futuro inmediato gracias al pago de esas selecciones.
Desde el Draft 2011 a la fecha, 32 quarterbacks han sido elegido en la primera ronda. De ellos, 17 fueron seleccionados con turnos adquiridos por la vía del canje, y los 15 restantes, con los turnos originales de los equipos que los eligieron. Tomamos como referencia el 2011, porque fue el año en que comenzó la estructura de salario predefinido para reclutas de draft con la llegada del acuerdo laboral pasado. Antes del 2011, los reclutas de draft negociaban libremente sus contratos y Sam Bradford, el último primer recluta global antes del nuevo esquema, recibió un contrato de seis años y 76 millones de dólares que sigue una exageración comparado a lo que firmó el año pasado, en el mismo sitio Joe Burrow. Fueron cuatro años por 36.1 millones, con la opción al quinto año. La reducción del costo de los contratos de primera ronda significa que los equipos pueden ser más arriesgados con sus selecciones altas, ya sea tomando jugadores o intercambiando turnos.
De ese primer grupo de pasadores, tomados con turnos comprados, dos recibieron extensiones de contrato, siguen con el equipo que los seleccionó, y están entre lo mejor que hay en la NFL: Patrick Mahomes y Deshaun Watson, ambos seleccionados en el Draft 2017, con los turnos N° 10 y 12, respectivamente.
Dos quarterbacks más, Josh Allen y Lamar Jackson son estrellas en ascenso que no tardan en recibir sus extensiones de contrato, después de ser seleccionados con los turnos N° 7 y N° 32 del Draft 2018.
Uno más, apenas elegido el año pasado, Jordan Love, ni siquiera pudo establecerse como segundo en el orden de plantilla en su equipo, los Green Bay Packers, pasando su temporada de novato entera sin ver acción de juego, como tercer quarterback.
Los 12 quarterbacks restantes de ese grupo ya no están con los equipos que los seleccionaron originalmente, con casos notables de fiascos.
Fuera de Robert Griffin III y Teddy Bridgewater, quienes se vieron seriamente afectados por lesiones con sus equipos originales, el resto de este grupo está compuesta por Blaine Gabbert, Brandon Weeden, EJ Manuel, Johnny Manziel, Jared Goff, Carson Wentz, Paxton Lynch, Mitchell Trubisky, Sam Darnold y Josh Rosen.
Para algunos de ellos, principalmente Goff, Wentz y Darnold, quizás no podamos decir todavía que su carrera de NFL está perdida, pero ninguno de ellos entregó lo que se esperaba cuando el equipo que los eligió el draft pagó para ascender e ir por ellos.
En el caso de Darnold, no cabe duda que las selecciones invertidas por los Jets para elegirlo tercero global en el 2018 --la sexta de la primera ronda del 2018, las selecciones globales N° 37 y N° 49 en la segunda ronda del 2018, y la selección N° 34 de la segunda ronda del 2019-- redituaron en muy poco después de que los Jets enviaran a Darnold en canje a los Carolina Panthers a cambio de una selección de sexta ronda de este año, y selecciones de segunda y cuarta ronda del 2021.
Es posible argumentar que nada jugó en contra de Darnold en New York peor que la elección de Adam Gase como head coach a partir del 2019, pero también la cantidad de talento que le rodeaba era cuestionable. Si los Jets no ascendían en el orden por él en el 2018, no hay ninguna certeza que lo hubiera podido elegir quedándose en el sexto peldaño, pero allí seguía disponible, por ejemplo, Allen. ¿Qué hubiera sido preferible, Darnold por sí solo, o Allen más los jugadores que posiblemente pudieron haber sido elegidos con esas tres selecciones de segunda ronda entregadas por los Jets? Si revisamos las segundas rondas de esos draft, vemos que los Jets pudieron haber encontrado con sus selecciones cedidas talentos como Ronald Jones II, Courtland Sutton, Dallas Goedert, DJ Chark Jr. o Carlton Davis en el 2018, y Deebo Samuel, Irv Smith Jr., A.J. Brown, Mecole Hardman o DK Metcalf en el 2019.
¿Estaríamos hablando de Jets, campeones del Super Bowl? Probablemente no. ¿Estarían en mejor forma de la que están ahora? Probablemente sí.
Un año antes, los Chicago Bears pagaron sus selecciones de primera, tercera y cuarta ronda del Draft 2017, y una de tercera ronda del 2018, a los Niners para escalar un solo peldaño y elegir segundo global a Trubisky. Olvídense por un momento que seguían disponibles Mahomes y Watson, hablando de quarterbacks. Pero la selección de tercera ronda de ese año se convirtió después en Alvin Kamara para los New Orleans Saints, y cuando llegó el turno de cuarta ronda pagado, seguían disponibles jugadores como Carl Lawson, Josh Reynolds, Marlon Mack o George Kittle. La de tercera ronda del Draft 2018 se convirtió en Fred Warner para San Francisco, con jugadores como Orlando Brown Jr. y Mark Andrews también disponibles, aún.
Todavía es debatible la necesidad de Chicago de ascender un peldaño en aquel año --más allá de lo que resultó con Trubisky--, pero claramente puede esgrimirse el argumento de que los Bears estarían en mejor forma hoy de haber elegido sabiamente las selecciones pagadas por ascender ese puesto de lo que están ahora.
Nuevamente, hipotecar a futuro incide directamente en la habilidad inmediata de un club de sumar talento a un costo bajo.
Al otro lado del argumento, desde el Draft 2011 a la fecha, 15 quarterbacks fueron elegidos en la primera ronda con las selecciones originales de los equipos. De ellos, cuatro recibieron extensión de contrato con esos clubes --Cam Newton, Andrew Luck, Ryan Tannehill y Blake Bortles--, con otros dos en veremos, pero por buen camino: Baker Mayfield y Kyler Murray.
Del resto, quizás solo se pueda rescatar a Jameis Winston, quien debe iniciar para los Saints este año, junto a los tres novatos del año pasado: Burrow, Tua Tagovailoa y Justin Herbert. Los fiascos de este grupo incluyen a Jake Locker, Christian Ponder, Marcus Mariota, Daniel Jones, Dwayne Haskins Jr. Seguro, se puede argumentar que Jones no es fiasco todavía, pero hay que preguntarse si los Giants le habrían tenido la paciencia que le han tenido de no haber llegado en una cuarta ronda, en lugar de la parte más alta de primera ronda. Como en múltiples casos, la inversión en el día de draft dicta las oportunidades que puede recibir un jugador.
Elegir un quarterback en la primera ronda es, por donde se le vea, un riesgo monumental. Como bien apuntó recientemente Jeremy Schaap del programa "Outside the Lines" de ESPN, solamente dos quarterbacks elegidos entre los primeros tres turnos de la primera ronda en la historia del draft en los últimos 50 años, han conquistado un Super Bowl con el equipo que los seleccionó: Troy Aikman y Peyton Manning.
Aquí, es donde regresamos a los Niners, y lo que viene para ellos en la primera ronda del draft. Lo mismo puede decirse del equipo que intercambie con Atlanta para subir por un quarterback, si es que se concreta el movimiento.
Al pagar una cantidad excesiva en capital de draft por poder encontrar a tú quarterback, el potencial error que significa seleccionar a un fiasco en la posición se multiplica. Y parte de la razón por la que un quarterback puede no funcionar con el equipo que lo selecciona, es precisamente porque no hay suficiente talento para apoyarlo.
¿Puede funcionar la idea del canje por el quarterback del futuro? Seguro. Funcionó con Mahomes, y con Eli Manning, por ejemplo. El problema realmente es cuando no funciona.
De hecho, de los siete quarterbacks en activo que ganaron como titulares un anillo de Super Bowl, solamente Mahomes (N° 10, 2017) fue elegido en el Top-10 de un draft, y es el único pasador seleccionado en la primera ronda de la última década en ganarlo todo. El resto son Tom Brady (sexta ronda, N° 199 global, 2000), Ben Roethlisberger (primera ronda, N° 11 global, 2004), Aaron Rodgers (primera ronda, N° 24 global, 2005), Joe Flacco (primera ronda, N° 18 global, 2008), Russell Wilson (tercera ronda, N° 75 global, 2012), Nick Foles (tercera ronda, N° 88 global, 2012).
Los Jets y los Niners van a elegir a un quarterback apenas comience la primera ronda del Draft 2021 el próximo 2021. Puede esgrimirse el argumento de que la diferencia entre Wilson y quien sea que sea seleccionado por San Francisco --sea Fields, Lance o Jones, éste último siendo mencionado muy frecuentemente por analistas de draft-- no será tanta como la de Lawrence con respecto al resto. Ambos pasadores gozarán de un tiempo razonable para demostrarse al frente de sus organizaciones como soluciones a largo plazo.
Sin embargo, si los Jets vuelven a fallar, será menos costoso que cuando fallaron con Darnold, y estarán en mejor posición de ayudar a Wilson desde este mismo draft, con dos selecciones de primera ronda y 10 en total, además de dos selecciones de primera ronda en el 2022 y su selección de primera ronda del 2023 intacta.
San Francisco, en cambio, tendrá que esperar --descontando canjes futuros-- hasta el 2024 para sumar ayuda en la primera ronda del draft para su próximo pasador, y aunque al día de hoy posee una plantilla más completa que la de New York, también se trata de un equipo que podría tener que tomar decisiones complicadas de plantel gracias al tope salarial en el 2022.
En otras palabras, no es lo mismo perder una selección un año por una mala elección, que múltiples selecciones a lo largo de múltiples años, por el jugador elegido inmediatamente después.
La NFL es de tendencias, y un gerente general de un equipo no va a cambiar el modo en que opera la liga como un todo. "La liga es de quarterbacks" se acepta como una verdad incuestionable, a pesar de que un recluta de sexta ronda posee la misma cantidad de anillos de Super Bowl que todo el resto de los quarterbacks en activo --siete-- y en años recientes hemos visto a pasadores que difícilmente contamos entre los de primera línea de la liga alcanzar el Super Bowl --Goff, Jimmy Garoppolo-- e incluso ganarlo todo --Foles--.
En todo caso, la manía por los quarterbacks en la parte más alta del draft solamente beneficia más a los equipos que esperan paciente el talento en otras posiciones que va cayendo como resultado de los que ascienden en el orden por los pasadores, permitiendo a clubes que eligen de media tabla para abajo acceder a prospectos que, de otro modo, no seguirían disponibles.