BARCELONA -- Ronaldinho Gaúcho ha pasado a la historia del Barcelona por ser uno de los futbolistas brasileños que más enamoró a la afición del Camp Nou, uno de los culpables en el exponencial crecimiento global del club dejando atrás cuatro años de pesadilla y por ser el jugador que devolvió la sonrisa al barcelonismo.
Bajo la sombra de David Beckham, Ronnie, o Dinho, fue para unos un fichaje de recurso y para otros el verdadero fichaje. Lo realmente certero es que el impacto que causó, 19 años después, sigue siendo indiscutible.
Elegido para suceder a un Juan Román Riquelme cuyo paso por el Barça fue inversamente proporcional a las expectativas creadas una temporada antes, Ronaldinho eligió el Barça por encima de un Real Madrid cuyo presidente (Florentino Pérez) le ofreció esperar un año para llevarle al Bernabéu. Y de azulgrana disfrutó, e hizo disfrutar, de una magia irrepetible que comenzó a gestarse el 3 de septiembre de 2003, se cumplen este sábado 19 años, con el Sevilla como rival. El mismo que espera al Barça de Xavi, aquella noche compañero del Gaúcho, en el Pizjuán.
El brasileño, procedente del Paris Saint-Germain, aterrizó en Barcelona el 19 de julio de aquel 2003, cuatro días después de que Joan Laporta ganara las elecciones a la presidencia y siendo apadrinado personalmente por el entonces vicepresidente deportivo Sandro Rosell.
Después enemigos irreconciliables, la dupla que formaron en los despachos Laporta y Rosell fue trascendental en la resurrección del club azulgrana y la jugada, que se demostró maestra, que significó el fichaje de Ronaldinho fue la piedra angular sobre la que se edificó el futuro azulgrana.
En 2022 se contempla a Robert Lewandowski como el astro mediático encargado de liderar el resurgir de este Barça tal y como lo fue hace casi dos décadas Ronaldinho porque pocas veces un jugador ha representado como lo hizo él el paso de la depresión a la alegría, y hasta euforia, que provocó en aquel verano de 2003.
Ronaldinho debutó de azulgrana en San Mamés el 30 de agosto de aquel año (ganó el Barça al Athletic Club por 0-1) pero fue tres días después, la madrugada del 3 de septiembre, cuando comenzó a entenderse en toda su magnitud la figura que alumbraba en el Camp Nou.
Este sábado el Barça se enfrentará en el Sánchez Pizjuán a un Sevilla FC que fue aquella noche del 3 de septiembre el visitante en el estadio azulgrana. La sonrisa, el saludo surfero y las primeras gotas de magia de Ronaldinho se habían dejado notar ya entre el universo barcelonista, pero lo que ocurrió aquella noche recordada como la del partido del gazpacho, explotó en toda su dimensión lo que iba a significar el gaúcho para el club.
El equipo dirigido por Frank Rijkaard no pasó del empate (1-1) pero al final el marcador casi fue lo de menos a la vista del gol antológico del brasileño, que cabalgó con el balón enganchado a sus pies durante una treintena de metros, superando a dos rivales y soltando desde fuera del área un zambombazo monumental al que no pudo responder Notario.
Aquella noche, inolvidable, nació una nueva estrella en el universo del Barcelona. Y la casualidad ha querido que el equipo azulgrana vuelva a chocar con el Sevilla en un aniversario que nadie olvida en el Camp Nou.