<
>

Jardine y América deberán jugar contra 12: Cruz Azul y el reglamento

play
Martín Anselmi: "Lo de afuera no juega y menos en contra" (1:02)

El DT de Cruz Azul habló sobre la superioridad reciente del AMérica sobre la Máquina en Liguillas y cómo lo van a afrontar en la vuelta. (1:02)

El 0-0 deja el ajedrez intacto. Seguramente Anselmi retocará menos sus piezas que Jardine, a sabiendas de que el marcador juega a su favor: Reglamento 1-0 América.


LOS ÁNGELES -- Ni 4-3-3. Ni 4-4-2. Ni megalomanía táctica alguna. Un vulgarísimo, astuto y eficaz 6-0-3. La misma cicuta con la que André Jardine intoxicó a Toluca, pero que resultó insuficiente, infértil ante Cruz Azul.

0-0, en la Ida. Todo queda abierto, como en la otra semifinal con San Luis 2-1 sobre Monterrey. El misterio y el suspenso tienen 90 minutos de elucubraciones.

¿Reprocharle al América ceder tiempo, pasto y balón en el primer tiempo y tener apenas dos estertores en la segunda parte para heroicidades de Kevin Mier?

Jardine tiene un decreto desde la cúpula: el Tricampeonato. Y, de nuevo, el fin justifica todos los medios y todos los miedos.

Decepcionó el partido, desde el vacío siniestro del marcador. Sin embargo, en la cancha se cumplieron los mandamientos generosos de una Semifinal bajo compromisos: intensidad, devoción, concentración, orden, y momentos de buen futbol.

La diferencia, para la Vuelta, puede ser que Martín Anselmi aprende rápidamente de su adversario en turno, y que el librito del reglamento lo ampara con un boleto oculto a la Final.

Para la Vuelta, Jardine tendrá que parecerse menos a su versión pulcra de esta Liguilla, al mantener virginal la meta de Luis Malagón, ante las dos artillerías más poderosas del torneo. Sin duda, ante Xolos entendió la fragilidad suya, pero no supo aprender, también de Xolos, la forma de vulnerar a Cruz Azul.

La Máquina se hizo cargo del partido. Abrumador dominio en la primera mitad, desperdiciando oportunidades de gol, a pesar de poder encontrar, por interiores, la forma de plantarse ante Luis Malagón, quien se confirmó como el Arcángel de la gracia americanista.

Fallaron los Celestes, desde un titubeo de Luis Romo en posesión y posición de fusilamiento, hasta indecisiones de Ángel Sepúlveda, especialmente ante el estoicismo desesperado de la cortina americanista, con dos filtros muy sólidos a través de Álvaro Fidalgo y Alan Cervantes, y la suma de recorridos de Alex Zendejas.

El 0-0 deja el ajedrez intacto. Seguramente Anselmi retocará menos sus piezas que Jardine, a sabiendas de que el marcador juega a su favor: Reglamento 1-0 América. La posición en la Tabla es el némesis de Jardine.

A sabiendas de que el coliseo es el mismo, de que la localía es ficticia en la cancha y se materializa sólo en taquilla y tribuna, Cruz Azul sin embargo ha ensayado poco el ejercicio en defensa. Xolos, en la Vuelta, pudo haber rescatado ese cuarto gol que habría cambiado la historia. Incluso, el acoso en la Vuelta ante Tijuana, cuando La Máquina replegó tras empatar a tres el marcador, dejó sensaciones de alto riesgo, y América, en cambio, sí tiene ese tipo de asesinos seriales del área, si Cruz Azul concede terreno, algo poco probable, sin embargo, porque nada sería mejor para La Máquina, que América se atreviera, por necesidad extrema, a buscar el gol milagroso.

Seguramente el domingo, con la epidermis del estadio tatuada de celeste, Cruz Azul se sentirá más cómodo, pero recuérdese que aquello del síndrome del pánico escénico no repercute en un América con jugadores que han estado en torneos continentales, regionales y hasta europeos, de mejor nivel, y claro, es sangre espesa del Bicampeón.

Ante la poca tolerancia y los exagerados mimos que suele tener el arbitraje mexicano hacia el jugador, evidente y nuevamente –como el torneo anterior--, en fase de Semifinales los árbitros dejan de ser extremadamente puntilloso. Así lo demostró Óscar Mejía, en concordancia con la exhibición del Curro Hernández la noche del miércoles en San Luis, donde no se mostró ninguna tarjeta amarilla. Mejía, en tanto, mostró sólo una amonestación y, curiosamente, en una acción de poquísima gravedad. Ojalá mantengan esa tolerancia para permitir menos teatralidades en la cancha.

Así, con el misterio y el suspenso en libertad para elucubrar durante 90 minutos, se abre una condición extrema para Jardine: ganar o fracasar en la asignación mayúscula del Tricampeonato. Y lo sabe: el Reglamento 1-0 América. El némesis no está sólo en la cancha, sino también, en blanco y negro.