Wimbledon no es para todos, sino tan solo para unos pocos afortunados que aprovechan y explotan al máximo su momento, negándole la consagración a auténticos cracks del deporte blanco como el tenista checo Ivan Lendl, que jamás gritó campeón en el mítico césped londinense.
Presionado por su propio país, el nacido en Ostrava decidió abandonar su tierra en 1984, cuando comenzó una nueva vida en Estados Unidos, que lo adoptaría y le permitiría nacionalizarse, izando su bandera en lo más alto del circuito hasta 1994 al optar por el retiro y cerrar el ciclo con 1.068 triunfos, 242 derrotas y 94 títulos, ocho Grand Slams.
Dueño de una envidiable carrera, el ex número 1 del mundo accedería hasta 19 finales en torneos Majors, categoría en que se proclamaría en tres ocasiones en Roland Garros (1984, 1986 y 1987), tres en US Open (1985, 1986 y 1987) y dos en Australian Open (1989 y 1990), quedándose con la espina clavada en el All England.
Pese a acariciar la gloria, el coronado en Copa Davis 1980, quien presentaba un excelente pero inconsistente primer servicio, así como criticaba el bajo e incómodo rebote de la superficie, se ahogaría en la orilla en 1986 y 1987, oportunidades en que ya lideraba el ordenamiento y sucumbiría en la definición frente al alemán Boris Becker (6°) y contra el australiano Pat Cash (11°), ambos en sets corridos, respectivamente.
Sus estadísticas en competencias sobre hierba alcanzan la categoría de supremos al firmar 81 éxitos y 25 caídas en 106 encuentros, redondeando un 76% de efectividad, récord aún mayor que varios de los campeones de Wimbledon, siendo motivo suficiente para considerar que la suerte le jugó una mala pasada en la capital inglesa.
Finalista y semifinalista en el Abierto de Australia, en 1983 y 1985, correlativamente, ediciones en que aún se disputaba sobre pasto, el 94 veces proclamado en el Tour, que estrenaría su palmarés en Houston 1980, se metería entre los cuatro mejores en otras cinco ocasiones (1983, 1984, 1988, 1989 y 1990), aunque la fortuna tampoco se decantaría a su favor.
La gran competencia de la época sería un factor determinante para Lendl, el cual libraría batallas inolvidables contra los norteamericanos John McEnroe y Jimmy Connors, el sueco Stefan Edberg, el francés Henri Leconte, y los mencionados Becker y Cash, que se adueñarían de la corona durante ese lapso de tiempo.
Cabe destacar que el líder de la clasificación durante 270 semanas emularía al emblemático argentino Guillermo Vilas en más de una oportunidad al definir a los torneos sobre césped como certámenes para vacas, pese a que sus dichos no se corresponderían con sus acciones al ausentarse en Roland Garros, en 1990 y 1991, para prepararse de cara a Wimbledon y contratar a Tony Roche, en pos de mejorar su juego en la red.
Tras 14 participaciones, Lendl se ganaría el mote de mejor jugador sobre césped que nunca se proclamó en el evento londinense durante la Era Abierta, el título que quizás le hubiese permitido sentarse en la mesa con los más grandes de todos los tiempos.