<
>

El cambio de Renzo Olivo

Renzo Olivo venció a Facundo Bagnis en la primera ronda de Buenos Aires. Argentina Open / Sergio Llamera

BUENOS AIRES -- Todo pasa muy rápido por estos días para Renzo Olivo, actual N°151 del mundo. Su ranking no refleja aún el cambio sustancial que ha dado en este comienzo de temporada. Su gran paso por Australia, donde sorteó la clasificación y venció a Jiri Vesely, y la confirmación de ascenso en Quito, con victoria ante Fernando Verdasco, le dieron un plus en lo mental. Ahora, Buenos Aires, su nuevo objetivo. "Todo pasa por la cabeza. Mejoré mucho", explicó el rosarino en conferencia.

El impacto de Olivo, tal vez, se da en un momento inesperado. Su talento, orden de juego y confianza aparecieron poco después de haber realizado una pretemporada sin entrenador. Contó con la ayuda de Pablo Cuevas y Alberto Mancini durante dos semanas; el resto, sólo y con el apoyo de su preparador físico. Incluso viajó hacia Melbourne sin compañía. Pero eso es cosa del pasado, ahora su presente lo encuentra junto a Francisco Yunis.

"Estoy aprendiendo a manejar las emociones dentro y fuera de la cancha", remarcó el argentino poco después de vencer a Facundo Bagnis y tener que frenar durante varios minutos -sin negarse a ninguno- para saludos y fotos en el trayecto, con paso por el sector público de comidas, que separa la cancha 2 del Buenos Aires Lawn Tennis Club y la sala de jugadores. "Conseguí una regularidad que antes no tenía", explicó, con diferencia a su juego versión 2015.

Pero su mejora tiene una raíz. Se tomó unos segundos en la respuesta, comenzó diciendo que no creía haber hecho nada en especial para mejorar la mentalidad y soltó la receta casi con temor: "Quizá... empecé a hacer yoga y algo de meditación". Y enseguida apoyó la llegada de esa disciplina a su vida con las viejas fórmulas: "Pero también seguí con un duro trabajo en las prácticas, estoy con más confianza y mucha fe, algo que antes no tenía".

Esta nueva faceta de meditación seguramente le ayudó a atravesar unos días convulsionados mientras jugaba en Quito y tenía puesto un ojo en el cuadro de Buenos Aires. Un partido definía su futuro inmediato. El duelo de cuartos de final ante Víctor Estrella en cuartos de final de Ecuador no sólo le daba el paso a semifinales, sino también el boleto al main draw de Argentina como special exempt. Ya no había tiempo de jugar la clasificación. Fue derrota en tres sets, pero afortunadamente para él llegó el aviso de wild card para poder decir presente en el torneo de su país. El premio mayor: cruce ante David Ferrer, N°6 del mundo, en segunda ronda.

"Se viene un lindo partido, para disfrutarlo en casa. Estoy contento por este momento. Tuve buenos resultados, ¿por qué no seguir soñando?", lanzó Olivo, quien minutos después estuvo en una actividad sacándose fotos y respondiendo preguntas de los chicos. "Cuando tenía tu edad me fui solo a Francia a una academia de tenis. Fue muy duro", le contó a un niño de 12 años para su asombro. Ahora, los frutos de ese esfuerzo de cuatro años lejos de su familia.

"Estoy un poco sorprendido, pero más que nada por lo hecho en el Abierto de Australia. Lo imaginaba y soñaba, pero de ahí a lograrlo hay un paso importante", destacó en conferencia Olivo, quien de chico admiraba a David Nalbandian y Guillermo Coria mientras miraba a su padre tirar drops en su club en Rosario. De ahí, seguramente, la conexión con su sutileza para sorprender con esos cambios de ritmo. Cuestión de herencia.

La idea de Olivo, apoyada por este momento, es seguir en alza. "Me di cuenta que puedo jugar con cualquiera. Creer que puedo ganar cada partido es lo que hoy me está dando resultados", señaló el rosarino, quien desde Buenos Aires se irá a jugar los torneos de Delray Beach y Acapulco. "De los 12 a los 16 me formé en canchas duras, en Francia. Me siento mejor en hard, por eso opté por el cambio de calendario", señaló el argentino, quien tiene pensado jugar sólo torneos ATP hasta mitad de año.