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NBA camino al GOAT por franquicia: Boston Celtics

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Bill Russell, leyenda de la NBA y del deporte estadunidense (18:44)

Fue 11 veces campeón de la NBA en 13 temporadas que jugó. Pero fuera de la cancha, su legado fue tan grande como cuando vestía el uniforme de los Celtics. (18:44)

Bienvenidos al ranking GOAT franquicia a franquicia. El turno de Boston Celtics, con Bill Russell y Larry Bird como máximas estrellas.

Continúa el ranking GOAT franquicia a franquicia. Antes de continuar, es importante definir el criterio de evaluación: no se trata de los mejores jugadores sino de los que más impacto han tenido para el equipo en su historia. Ponemos, en situación, trayectoria, campeonatos ganados, fidelidad y, por supuesto, calidad.

Este comité integrado por una sola persona ha decidido sumergirse en aguas pantanosas para traer definiciones. Seremos inflexibles. Seremos dogmáticos. Y traeremos respuestas.

Hechas las respectivas aclaraciones, nos metemos en el Top 10 de Boston Celtics.

Ajusten sus cinturones. Es tiempo de despegar.

10. Robert Parish (1980-1994)

El Jefe. Un faro defensivo. Un referente de los Celtics en la década del 80. Ganó tres campeonatos en sus 14 años en Boston, pero además, al cierre de su carrera, se convirtió en el jugador con más partidos jugados en la historia de la NBA (1.611 en 21 temporadas). Se retiró a los 43 años.

El fanático promedio suele olvidar, pero Parish, además de ser pieza clave en el Big Three junto a Larry Bird y Kevin McHale, fue dueño de un tiro de media distancia que hizo escuela. Los tiempos cambiaron, los atletas también, pero al día de su retiro, en la temporada 1996-97, Parish quedó decimotercero en puntos convertidos (23.334), sexto en rebotes (14.715) y sexto en tapas (2.361). En Boston, su excéntrico número 00 cuelga, por supuesto, en el techo del estadio. 16.5 puntos, 10 rebotes y 1.5 asistencias por juego vestido de verde.

Personalidad, determinación y pelea. Una marca registrada. Símbolo de una época.

9. Tom Heinsohn (1956-1965)

Podría haber estado mucho más arriba en la lista, pero la crueldad de tener que cortar transversalmente los tiempos colocan a Heinsohn en la novena posición. Novato del año, pese a que Red Auerbach no estaba convencido de su ingreso al equipo. Fue, de algún modo, salvado por Bob Cousy. Y lo bien que hizo: ocho campeonatos ganados con los Celtics en la década del 50, en nueve disputados como jugador. Dos más como entrenador en sus nueve años en el puesto, con el premio a Entrenador del Año en 1973. El apellido Heinsohn pasa muchas veces desapercibido, pero dentro y fuera de la cancha le dio una decena de anillos al mundo Boston. Con el balón en las manos fue un anotador tan letal como imprescindible para el éxito en años de dinastía. Sus compañeros lo conocieron como "Tommy Gun", con un repertorio y variantes ofensivas increíblemente amplio para la época.

Inducido al Salón de la Fama de 1986, misma época en que Larry Bird y compañía hacían destrozos en la NBA, promedió 18.6 puntos en 654 partidos de serie regular. En el banco de suplentes, también fue determinante en la era del Boston Garden, tan es así que en 2015 fue inducido nuevamente al Hall of Fame como coach, siendo junto a John Wooden, Lenny Wilkens y Bill Sharman las únicas personas que comparten ambas distinciones en el hogar infinito del básquetbol en Springfield, Massachusetts.

8. Sam Jones (1957-1969)

Necesitó, hasta su despedida de este mundo a los 88 años, las dos manos completas para mostrar sus anillos de campeonato. Sam Jones ingresa al Top 10 siendo el verdadero y original "Mr. Clutch". Siempre que se lo requirió, estuvo para marcar la diferencia. Inducido en 1983 al Salón de la Fama, Jones se llevó consigo una decena de campeonatos, sobre 12 disputados, vistiendo el uniforme verde y blanco. Una verdadera leyenda.

Sus marcas fueron pulverizadas con el correr de los años, pero antes de despedirse de la NBA, llegó a ostentar 11 récords de la franquicia. Pieza fundamental de la dinastía de los Celtics que inició a fines de los 50 y se extendió hasta fines de los 60. Fue venerado, amado y respetado por Red Auerbach, el alma máter de Boston en el banco de suplentes. ¿Juega Jones? Hay pronóstico de habano encendido. 'The Shooter', como se lo conoció en sus años dorados, estuvo presente muy seguido en el vozarrón del mítico Johnny Most, narrador por excelencia de las hazañas celtas. Junto a K.C. Jones, fue heredero del dúo de bases que alguna vez protagonizaron Bob Cousy y Bill Sharman.

Jones promedió 17.7 puntos, 4.9 rebotes y 2.5 asistencias en 871 partidos de serie regular. En playoffs, siempre creció. De hecho, las estadísticas frías alcanzan para revelar el secreto: 18.9 puntos en esa instancia. Cinco veces All-Star, su número 24 fue retirado por la franquicia en 1969, última campaña como jugador. Detrás de Bill Russell, su compañero de fórmula en la pintura, es el Celtic con más campeonatos ganados en la historia.

7. Dave Cowens (1970-1980)

Cowens tuvo que bailar con la más fea: ser referente de la franquicia post Bill Russell. Jugó diez años en Boston, de 1970 a 1980, y en ese lapso conquistó dos campeonatos (1974 y 1976) y un MVP (1973). Enérgico, combativo, ganador, Cowens fue una fuerza arrolladora del rebote, tan es así que en su prime, que duró ocho años, llegó a promediar 15.2 por juego.

Jugó en la era de Julius Erving y Wilt Chamberlain, dos físicos privilegiados, pero igual logró destacarse en la NBA por su pasión. Por su corazón. Por su determinación. Por su altruismo. Y eso, combinado, hizo que los fanáticos de los Celtics lo cobijasen en su corazón para nunca más olvidarlo. "Nunca me vi como una superestrella", dijo en su inducción al Hall of Fame en 1991. Sin embargo, consiguió, a su manera, serlo.

Finalizó su carrera con seis apariciones All-Star, 13.516 puntos (17.6 por juego) y 10.444 rebotes (13.6 de promedio). En 89 juegos de playoffs, promedió 18.9 unidades y 14.4 tableros. Símbolo absoluto de una época de transición tan importante como necesaria.

6. Kevin McHale (1980-1993)

Arte en movimiento. Eso fue McHale, ícono fundamental del Big Three de los años '80 con Larry Bird y Robert Parish, en el poste bajo. Un jugador extraordinario por donde se lo mire, con un pie de pivote extraído de los manuales del ballet contemporáneo. McHale fue, a su manera, un cirujano de la pintura. Con las manos, con los pies, con la espalda. Un perfeccionista del engaño. Fino, con precisión de relojero minucioso, cautivó a los paladares más exigentes de una ciudad hecha de básquetbol.

Tres veces campeón, dos veces Sexto Hombre del Año, jugó 13 años en la franquicia. Al momento de su retiro, en 1993, se fue como el cuarto máximo anotador y el sexto mejor rebotero de los Celtics. En defensa, fue crucial su aporte, tan es así que fue seleccionado seis veces en el equipo defensivo de la NBA. McHale fue debajo de los tableros, para Boston, lo que fue Manu Ginóbili en el perímetro, años más tarde, para San Antonio Spurs: jugadores agradables, solidarios, comprensivos y fáciles de entrenar, que aceptaron salir desde el banco con la intención de poner siempre el equipo en primer lugar.

17.355 puntos, 7.122 rebotes, 1.690 tapas y un porcentaje de campo maravilloso de 55.4% en toda su carrera. El 30 de enero de 1994, los Celtics honraron a McHale retirando su número 32 y colocándolo al lado del 33 de Bird. Todo un mensaje. Fue inducido al Salón de la Fama de la NBA en 1999.

5. Paul Pierce (1998-2013)

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Un Paul Pierce emocionado, presencia el retiro de su número por los Celtics

A pesar de haber nacido en Oakland, California, Paul Pierce se convirtió en una celebridad de Boston Celtics, equipo con el que fue campeón en el 2008.

The Truth. La auténtica verdad. El hombre que sufrió once puñaladas en un club nocturno en el año 2000 y regresó para contarlo. El héroe de unos Celtics perdedores que, en 2008 (fue MVP de esas Finales), con la llegada de Ray Allen y Kevin Garnett, junto a Rajon Rondo y Kendrick Perkins, se coronaron campeones. Pierce jugó en Brooklyn Nets, pero será por siempre un símbolo de Boston. Es, por definición, el máximo ídolo de la franquicia en este siglo, no tanto por los éxitos sostenidos sino por la perseverancia y el esfuerzo de continuar aún en planteles que provocaban más llantos que sonrisas.

21.8 puntos, 6 rebotes y 3.9 asistencias por juego en su periplo en Boston. Los fanáticos verdes conservan en su recuerdo los duelos contra Kobe Bryant en los Lakers. Anotador elite en el uno contra uno, jugador clutch, Pierce ingresa al Top 5 de los Celtics de todos los tiempos. No es un error: es justicia.

4. Bob Cousy (1950-1963)

El Houdini de Hardwood, que jugó en los años 50 y 60, en los Celtics, pertenece a la raza de genios que cambiaron el básquetbol. Hay un antes y un después de Cousy para el puesto de base armador. Un supercrack que se destacó siempre por su manejo de balón y por su espíritu ganador. Conquistó con Boston seis campeonatos, fue 13 veces All-Star y MVP en 1957.

Cousy es el jugador que más asistencias repartió en la historia de los Celtics: 6.955. Su creatividad y toma de riesgos fue un diferencial gigante para la época. Fue, sin dudas, una de las primeras leyendas de la franquicia. Encendió la antorcha y triunfó con su socio en la pintura, Bill Russell.

Llegó al Hall of Fame en 1971, mismo año que los Celtics retiraron su número 14, y formó parte de cuatro equipos aniversario de la NBA de los mejores de la historia (25°, 35°, 50° y 75°). Un jugador infinito. Imposible de olvidar.

3. John Havlicek (1962-1978)

Por supuesto que Hondo, a quien se lo apodaba así por la mítica película de John Wayne, es Top 3 de la historia de los Celtics. Jugó 16 años, ganó 8 títulos y es el máximo anotador histórico de la franquicia (26.395). Se lo considera uno de los mejores 'sexto hombre' de todos los tiempos. Su icónico robo en las Finales del Este de 1965 se conserva como una de las jugadas más determinantes de la historia de la ciudad de Boston.

Havlicek fue, lo que se dice, un líder. En los dos costados de la cancha. Jugó con pasión, determinación y entusiasmo. Promedió, en más de tres lustros, 20.8 puntos, 6.3 rebotes y 4.8 asistencias por juego, con 81.1% desde la línea de libres. En la historia de la NBA, solo sus compañeros Bill Russell y Sam Jones ganaron más anillos que él. Se retiró en 1978, fue inducido al Hall of Fame en 1984, y su camiseta, por supuesto, fue retirada.

Hondo fue capitán de los Celtics de 1969 a 1978, y fue MVP de las Finales de 1974.

2. Larry Bird (1979-1992)

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El Top 10 de Larry Bird

Revive los 10 mejores momentos de su gran carrera en la NBA.

El Granjero de French Lick. La leyenda de los años 80. Un competidor extremo, voraz, insaciable. Líder por naturaleza. Trash talker definitivo, con una muñeca de fuego para el aro, una habilidad defensiva elite y una creatividad muy por encima de la media. Fue la némesis de Magic Johnson y le dio impulso a una liga que, hasta su llegada, estaba plagada de drogas, excesos y malos hábitos.

Bird fue un renacimiento. El inicio de una esperanza que se concretó en magia pura. Formó, junto con Kevin McHale y Robert Parish, uno de los mejores tríos de la historia de la NBA. Bird revolucionó la posición de alero: ganó tres campeonatos y tres MVPs. Promedió 24.3 puntos, 6.3 asistencias, 10 rebotes y 1.7 robos por aparición, con 37.6% en triples. Formó parte del Dream Team que revolucionó Barcelona 1992.

Un dato para cerrar: es el único ser vivo en toda la historia de la NBA que fue nombrado Novato del Año, MVP de temporada regular, MVP de Finales, MVP del All-Star Game, Entrenador del Año y Ejecutivo del Año.

1. Bill Russell (1966-1969)

El mejor Celtic de toda la historia. Y quizás el hombre más influyente de la historia de la NBA. Consiguió once campeonatos de trece disputados. Dos como jugador-entrenador. Hablamos aquí del jugador más ganador de todos los tiempos, pero lo de Russell fue tan grande, tan maravilloso, que posiblemente lo mejor que hizo fue fuera de la cancha.

Porque Bill Russell, de nuevo, con nombre y apellido, fue un defensor de las minorías en tiempos en los que hablar costaba. Y mucho. Como Muhammad Ali, como Jackie Robinson, como Kareem Abdul-Jabbar, Russell cuestionó cosas. Preguntó mucho. Exigió aún más. Y lo hizo en un entorno en el que el racismo era moneda corriente. Por eso hoy, a los pies del ayuntamiento de la ciudad de Boston, emerge su estatua. La que funciona como recordatorio de sus proezas y hazañas deportivas, pero mucho más que eso de lo conseguido en su rol social. En su modo activista.

Russell fue la némesis de Wilt Chamberlain. El ícono primario de los Celtics, con Red Auerbach como padre deportivo. El habano encendido, las noches de éxito, la bruma del triunfo en aquellos años felices. Revolucionó el puesto de centro. Fue quien puso en primer lugar la defensa. Con Russell, siempre estuvo como prioridad. Ganó cinco MVP (1958, 1961–1963, 1965) y figura en el Hall of Fame como jugador (1971) y como entrenador (2021).

En 2022, su número 6 fue retirado por todos los equipos de la NBA. Un homenaje gigante que revela, a todas luces, el poder de un líder, jugador, entrenador, e ícono cultural que trascendió su ciudad, su franquicia, su liga y su generación.