Los Spurs sufrieron dos golpes muy duros en la campaña con Pop y Wemby, pero si se alinean los planetas puede terminar siendo positivo.
Cuando los San Antonio Spurs perdieron a Victor Wembanyama por una trombosis venosa profunda en su hombro derecho, apenas pasado el All-Star, supieron que su temporada, que tenía la ilusión de playoffs o al menos play-in, estaba terminada.
Pasado el sofocón inicial, empezaron las preguntas: ¿Qué significa esto para la carrera de Wemby, considerado uno de los prospectos más prometedores de la historia? Al día de hoy, nadie lo sabe. Según los especialistas, hay dos caminos bien distintos: puede nunca más pueda jugar al básquetbol en el peor de los casos, o que se recupere por completo sin secuela alguna. Recordemos: tiene solo 21 años y ya fue All-Star en su segunda temporada.
A este limbo emocional que transita la franquicia texana, se le suma el derrame cerebral sufrido por la leyenda Gregg Popovich, quien ya anunció que no regresará al cuerpo técnico de San Antonio esta temporada. La responsabilidad adquirida para el hasta hace unos meses ignoto Mitch Johnson nos recuerda a la de un joven Paul Westhead sucediendo a Jack McKinney, creador del estilo del Showtime, en los míticos Los Angeles Lakers de 1980.
Pero claro, los Spurs no son aquellos Lakers y los resultados se perfilan, por lo menos ahora, muy distintos.
Sin embargo, aquí empieza a jugar el yin y el yang de un mismo tema: en todo lo bueno hay algo malo y en todo lo malo, hay algo bueno. Porque los Spurs, recordemos, ficharon a De'Aaron Fox antes de la fecha límite de intercambios. Porque una armada joven, más allá de Wembanyama, se sigue desarrollando, con Stephon Castle, Jeremy Sochan, Devin Vassell y Keldon Johnson como póker de proyectos en alza.
Hoy, San Antonio está, lógicamente, fuera de todo. Desde que el francés jugó su último partido de la temporada, el 12 de febrero pasado en la derrota ante los Boston Celtics, los Spurs tienen un récord de siete triunfos y diez derrotas. Con 30 victorias y 39 caídas, es casi imposible que se metan en el play-in. Y si son inteligentes, buscarán esquivarlo.
Es que de esta doble desgracia deportiva, la de Pop y Wemby, puede darse el gran golpe para convertirse en contendiente. De la neblina surge la luz. Veamos: el 15 de junio próximo será la lotería de Draft. ¿Qué pasaría entonces si San Antonio, que está próximo a recibir, entre primera ronda y segunda, 17 picks de Draft entre este año y 2031, es bendecido por la diosa fortuna? ¿Imaginan un regreso de Pop y Wembanyama en plenitud, y además sumar otro pick elite?
Si no hubiese pasado esto, la chance no hubiese existido. Y todo puede darse sin ni siquiera haber imaginado un potencial tanking.
Les cuento un secreto: no es la primera vez que algo así ocurre en estas tierras. En 1996-97, la temporada acortada por el lockout que terminó con los Chicago Bulls campeones, pasó un torbellino en San Antonio. Fue el primer año que Popovich dirigió producto del pésimo arranque de Brian Hill en el banco de suplentes (3-15). En aquellos años, Pop era manager general de San Antonio, quitó a Hill y tomó el puesto de entrenador para nunca más dejarlo, hasta el infortunio ocurrido en 2024-25.
San Antonio pasó de ganar 59 partidos en 1995-96 a ganar solo 20 en la temporada siguiente. ¿La razón principal? Las lesiones de David Robinson -una quebradura en el pie que le costó la temporada- y Sean Elliott -una lesión en la rodilla que solo le permitió jugar 39 partidos-. Como dijimos, en todo lo malo hay algo bueno: eso les permitió lograr el pick uno de Draft para el sorteo de 1997, en el que eligieron a... Tim Duncan.
Cinco campeonatos, la creación de una dinastía que aún sobrevive en el imaginario popular, y una de las culturas más refinadas de básquetbol, fueron mucho trabajo, pero también un guiño del destino.
En definitiva, cuando se presenta una amenaza, surge una oportunidad. Y donde todos ven debilidad, puede empezar a originarse una fortaleza.
Una vez más, en la NBA no todo es lo que parece. Acción y reacción.
La historia, una vez más, nos enseña. Y nos permite, palabras más, palabras menos, anticipar un posible futuro.