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Kobe Bryant, una leyenda que se despide en grande

El Pueblo de la Reina de Los Angeles, o simplemente, la ciudad de Los Angeles, acudió este miércoles en forma multitudinaria al corazón mismo de la metropoli, para despedir a uno de sus mayores idolos deportivos: Kobe Bryant.

Y Kobe les respondió, jugando a lo Kobe Bryant, anotando 60 puntos, en un dramático triunfo de los Lakers frente al Utah Jazz.

Desde las celebridades, como Jack Nicholson, Dave López, los excompañeros, como Shaquille O'Neil, o Magic Johnson, los que llegaron a bordo de las enormes limosinas, conduciendo autos de lujo, hasta quienes caminaron desde los barrios aledaños, o quienes vinieron de otras ciudades y hasta de otros países, tenían algo en común:

Estaban tristes por la partida de una de las figuras del deporte más brillantes quen han representado a esta ciudad.

"Me siento muy triste, porque es el fin de una era, pero, al mismo tiempo, estoy contenta por Kobe, porque sé que él tendrá un mundo de oportunidades y lo hará muy bien, tiene muchos planes y estoy segura que los cumplirá," dijo a ESPN Digital Jeanie Buss, Presidenta y copropietaria de los Lakers, a su arribo al STAPLES Center.

Sobre el futuro de los Lakers, sin Kobe, la hija del desaparecido Jerry Buss, estableció:

"Considero que estamos en el camino correcto, porque contamos con magníficos jugadores jóvenes," y siguió su camino, hacia una cita con esta fecha histórica, confundiéndose con un mar de camisetas amarillas y púrpura, con miles de aficionados que convirtieron la convergencia de las calles Figueroa y Chick Hearns Ct, o calle 11, en un carnaval.

Marco Díaz era otro que lamentaba, como aficionado, la partida de la estrella de la NBA: "Es un día muy triste, algo devastador. Todavia lo necesitamos en la liga".

Bryan Ahn y su pareja, Fiona, vinieron de Portland, Oregon y aseguraron que por nada del mundo venderían sus entradas, en el mar de la reventa, para el juego frente al Jazz de Utah.

Bryan asegura que vió jugar a Kobe en 5 oportunidades, en diferentes ciudades, en Oakland, frente a los Warriors.

"Es un día bueno, porque podremos verlo en acción por última vez y esperamos que sea un buen juego para él".

Las calles aledañas a la casa de los Lakers en LA Live, se convirtieron en los cauces para una marea humana.

Conducir un auto en las arterias que conducen al epicentro de las emociones en este miércoles por la tarde-noche, era algo casi imposible, lo mismo que encontrar un espacio para estacionar.

Todo, a pesar de que los precios iban desde los 20 a los 35 dólares.

Mientras tanto, los agentes encargados de enforozar las limitaciones que marca la ley para estacionar en las calles, hacían su agosto, colocando boletas de infracción o, en su caso, utilizando las grúas para llevarse a los autos que violaban la norma.

Bob Sing, de Diamond Bar, California, no tuvo problema de estacionamiento, porque llegó muy temprano y estaba en la parte más cercana a las puertas de acceso del inmueble, a la espera de que se abrieran al público.

Reveló que había pagado 300 dólares por su boleto y dijo, con voz firme: "No estaría dispuesto a vender mis entradas, por nada en el mundo".

¿Ni por mil dólares?

"No"

¿Dos mil?

"Mmmmmm"

¿Cinco mil?

"Eso ya sería muy bueno y sí, lo pensaría".

Por su parte, Yvette Corona, luciendo su camiseta de los Lakers, estaba acompañada de dos amigas y aunque no tenian boletos, estaban en el centro de a efervescencia, la puerta de acceso de los jugadores al estacionamiento subterráneo del STAPLES Center.

"Todavía no ha entrado y esperaremos hasta que lo veámos pasar," aseguró la residente de Los Angeles.

Y mientras este reportero de ESPN Digital se dirigía a las estructuras de estacionamiento que rodean al STAPLES Center, el auto que iba adelante era una camioneta tipo van, de esas enormes, para 14 pasajeros, con placas de Chihuahua, un estado donde impera la pasión por el deporte ráfaga.

Otro aficionado, que no parecía ser mexicano, Rory, también estaba apostado junto a las barreras que detenían a la multitud en la entrada del túnel, esperando para ver a su ídolo.

En su caso, llamaba la atención por su enorme sombrero de charro.

¿Porqué un sombrero mexicano adornando la cabeza de un angelino afroamericano?

"Porque esto es una fiesta y Kobe es mi ídolo. Este sombrero solo me lo pongo para juegos de postemporada," explicó Rory.

¿Cuanto estarías dispuesto a pagar por una entrada para este juego?

"Solo el precio regular, pues se trata de un juego regular de temporada. Yo no gastaría miles de dólares en un boleto, prefiero verlo en la televisión," concluyó Rory.

Todo esto sucedía a las puertas del inmueble, mientras en la privada Chick Hearns Ct., cerrada al tráfico, se había instalado una cancha de basquetbol y toda clase de juegos, adornados con globos oro y púrpura.

A los costados, en edificios y paredes se multiplicaba la misma imágen: una enorme foto de Kobe Bryan con la leyenda: Gracias Kobe.

Me recordó aquella orden que diera Peter Uberroth, con motivo de los Juegos Olímpicos de Los Angeles en 1984: "Pinten de colores todo aquello que no se mueva".

¿Y si se mueve?

"Deténgalo, y píntenlo".

Y el Pueblo de Nuestra Señora la Reina de Los Angeles, seguía pintando, en un lienzo blanco de unos dos metros por 20, apostado junto a las taquillas, donde todos dejaban un mensaje para Kobe Bryant.

Un Kobe que hizo enloquecer a la tribuna del STAPLES Center, con una enorme actuación, digna de su historia, llevando a los Lakers a un triunfo, con sus 60 puntos.

Hasta siempre, Kobe.